Capítulo 27

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El cuerpo de Chrome fue retirado por Jun después de unos minutos en los que dejó que Nozomi la observará de lejos. Tomó parte de la sangre de la joven y la guardó en un frasco, había ordenado a unos pocos subordinados conseguir la sangre de los guardianes muertos de Tsunayoshi para llevarlas hasta la mansión.

Tienes que tomar la sangre de Mukuro o Hibari, Hoshi se encargará de Lambo— Nozomi la miró de reojo.

Ella no respondió a pesar de haber recibido órdenes.

¿Qué ha pasado con Enma y sus guardianes?— Jun bajó la mirada y negó con su cabeza.

La peliazul cerró sus ojos con fuerza, su familia estaba desapareciendo poco a poco, a pesar de conocer poco a Enma seguía siendo parte de su retorcida familia.

Si llegamos a encontrarnos de nuevo... Tendré que disculparme— Nozomi pasó por un lado de Jun, ignorando la mirada que está le había dado.

La de cabellos turquesa había soltado su cabello, dejando una cascada de azul caer por su espalda.

Supongo que debo llevarme esto...— La ilusión se levantó de aquel cuarto, uno bastante pequeño.

Sus pasos sonaron por los vacíos pasillos de la mansión, durante el tiempo que habían estado fuera, se habían encargado de hacer que todos abandonaran la mansión.

Había pasado por los cuartos de cada miembro de los guardianes de Ena, recordaba la mansión más animada, con sus amigas y compañeras disfrutando sus primeros años de vida con sus padres antes de ser objeto de experimentos por parte de Giselle por órdenes de Eileen.

Recordaba perfectamente a Risa y como ella no había cambiado en años, Hatsu era igual.

Recordaba a Ena y Den, las dos que siempre habían estado a su lado y de las cuales perdería a una. Lo que llevaba en sus manos era parte de lo que Ena haría, ella no sabía que su madre se encontraba en aquella mansión.

Paró al escuchar el sonido de una explosión, las llamas de cielo lograron cubrir una gran parte de la mansión, era el turno de Seina para combatir a los guardianes de Tsunayoshi y ella ya se había encargado de Risa.

Desearia tener una razón para ayudarles— Jun miró el anillo en su dedo, lo despreciaba, pero no podía quitárselo.

Era lo único que aún la mantenía cerca de Ena.

Pronto ese lazo desaparecería junto a ella, el anillo pasaría a Gakuto y estaría más que feliz de ver a la familia cambiar, a cambió de la vida de una persona.

Pronto llegó a la habitación que buscaba, al abrir las puertas dos de las diez guardianas de encontraban en el suelo, había sido su idea noquearlas para que cuando llegara el momento, no impidiera que Ena cumpliera su deseo y el de Tsunayoshi.

He traído la sangre de Chrome Dokuro— Anunció llamando la atención de los tres ex arcobalenos, Kawahira y Ena.

Traela aquí— Indicó el enmascarado señalando el Triniset.

La de cabellos turquesa hizo caso y entregó el frasco con la sangre de la ilusionista, miró a Ena esperando a alguna orden.

Fuera— Ordenó a los cuatro que estorbaban en ese momento.

Los cuatro acataron la orden saliendo de aquella sala de inmediato, Jun se acercó hasta ella solo para colocarse a su lado.

Durante estos once años... He tratado de convencerte de no hacer esto pero al final terminó ayudándote— Confesó con amargura. —Nunca quisiste escuchar alguna de mis palabras o las de Den—

El Mar del Cielo [KHR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora