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Gwen

Según llegué a lo alto de la escalera me di cuenta del error que había cometido. ¿Cómo dejaba a Peter a solas con Valery? Seguro que acababa montándoselo con él en el sofá. Y ya sí que no podría estar en paz en mi casa. Cada vez que entraba al baño de abajo, dónde pillé a mi marido con mi mejor amiga, me daba ansiedad.

Así que bajé un par de escalones en silencio, solo por saber si Peter cedía a sus encantos, porque tenía claro que a Valery le había gustado el profesor.

—Estarás contento... —le regañaba Valery, aunque no tuve muy claro por qué.

—¿Cuántas veces fueron de verdad, Valery? —preguntó Peter en un tono muy ligero—. Sé de sobra que se reconoce el mal menor, así que si aceptas dos... ¿Dos meses? ¿Más?

Valery no respondió y no podía verla desde allí así que no supe si había algo revelador que la delatase. ¿Era posible que de verdad hubieran estado más tiempo acostándose? ¿Habrían tenido algún tipo de relación a mis espaldas de verdad? ¿No había sido solo producto de las cervezas y el calentón del momento, como había defendido siempre Ian?

—¿Y qué hay de ti? Ian dijo que tenías pinta de modelo, pero yo creo que tienes pinta de combinar con mis sábanas... —Valery volvió a la carga.

Y yo chirrié los dientes. Ya había asumido que Peter encontraría a otra mujer con la que casarse pronto y olvidarse de mí. Pero por mi bien mental esperaba que no fuera Valery.

—¿Con superIan durmiendo en el sofá? —preguntó Peter, con cierto desprecio burlón que me hizo sentir algo mejor—. No puedo, Valery, lo siento. Me estoy quitando...

—¿De qué?

—De tirarme a zorras. Ahora prefiero salir con mujeres de verdad. Así que discúlpame por quedarme con Gwen, que vale mil veces más que tú. Sinceramente, ya veo que Ian es muy básico, pero no se me ocurre que vio en ti. Y, ahora, si me disculpas, voy a fingir que tengo que hacer algo mejor para ignorarte.

Sonreí como una idiota y estuve a punto de correr escaleras abajo para abrazarme a él. Mientras Valery le gritaba desde el salón algo sobre ser un cerdo. Sin embargo, a Ian se le cayó algo a mi espalda y tuve que darme la vuelta para ayudarle. ¡Qué dividida me sentía! Me gustaba mucho Peter, eso lo tenía claro. Pero Ian era el amor de mi vida...

Golpeé un par de veces la puerta antes de entrar. Ian estaba sentado al borde de la cama, con una foto nuestra entre las manos, con marco incluido. Debía habérsele caído, porque antes estaba en la cómoda.

—¿Y los niños? —me preguntó con suavidad.

—Con mis padres, pensé que era mejor que no vieran esto.

No lo discutió, se limitó a asentir un par de veces. Yo me acerqué a él y me senté a su lado. La foto era precisamente de nuestro primer baile juntos. Necesité romper el momento tenso entre nosotros, porque me sentía colgando de un hilo.

—Menudas pintas llevaba... —me reí un poco—. Quería impresionarte.

—Estabas preciosa, Gwen. Siempre lo has sido.

—No tanto como Valery... —repliqué, poniéndome de pie.

—Es diferente, ella es más... exótica —se disculpó. Y dolió.

Podía haberlo negado, aunque fuera mentira. ¿No había oído hablar de las mentiras piadosas?

—¿Por eso te la tiraste durante meses? —Clavé la vista en él, a ver si la táctica de Peter servía.

—Yo... no... —tartamudeó y no logró acabar la frase.

—¿Cuánto tiempo, Ian?

—No lo sé. Dos o tres meses. Gwen, te pusiste muy... pesada con el embarazado. Siempre estabas cansada, de malhumor... Y te juro que aguanté. Pero luego nacieron los niños y seguías igual. Me gritabas por todo, te enfadabas, siempre estabas cuidándolos o durmiendo... Y nunca querías hacer el amor. Estuvimos al menos nueve meses sin hacer nada. Es verdad, caí, fallé. Fui débil. Y lo siento muchísimo.

Cuando decidas madurar - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now