20

4.4K 523 52
                                    

Gwen

Paseé un dedo con suavidad por el pecho de Peter. Había apoyado el pelo húmedo en su hombro y él me rodeaba con suavidad, aunque por su respiración suave, me pareció que llevaba un buen rato dormido.

Yo no podía dormir, porque no podía dejar de pensar (y porque no tenía esa increíble capacidad de la que hacía gala él de dormirme en cualquier sitio). Echaba de menos a mis niños, sin embargo, estaba tan a gusto entre los brazos de Peter, arropados a medias con una toalla que había cogido por recomendación de Aysha, que me alegré un poco de que no estuvieran allí. Y en eso me convertía Peter, supuse, en alguien perezoso que se olvidaba de sus obligaciones parentales. Cosa que, por otro lado, no me molestaba. Con él me divertía y disfrutaba sin tener que preocuparme de todo.

Y no es que fuera de esa clase de personas que se preocupaban de todo por una, para que pudiera reposar. Es que simplemente hacía que las cosas importantes parecieran banales. Estaba segura de que ni siquiera había conocido a su sobrino, pero tampoco hizo un drama por ello.

Y allí estaba yo, tratando de parecer responsable al lado de la irresponsabilidad en persona. Era tan fácil esconderme a su lado, o entre sus brazos, y fingir que el mundo real no existía... No había niños, ni exmaridos, ni trabajo... Solo un bosque, una laguna y un montón de patos que habían acabado acercándose a nosotros y nos rondaban en busca de migas de los bocadillos que nos habíamos comido un rato antes.

—Te oigo pensar, ninfa —me dijo Peter de golpe, cuando yo pensaba que dormía.

—Eso son los patos —le corregí bromista, sin molestarme en discutir por sus motes fantasiosos.

—No es verdad, estás pensando en algo malo, se te tensas los hombros.

—Entonces no me oyes, mentiroso —me metí con él.

Pero seguí paseando el dedo sobre su pecho con suavidad. Era tan agradable poder esconderme en el mundo ficticio que Peter creaba para nosotros, que no pensaba salir voluntariamente. En lo que a mí respectaba, podíamos pasar allí escondidos el resto de la tarde y toda la noche.

—¿Qué te pasa? —insistió más serio.

No respondí al principio, porque la conversación con su padre de la noche anterior se coló en mis pensamientos en ese momento. No había sido del todo sincera con lo que me había dicho Bill Millerfort. Lo primero que hizo su padre, fue ofrecerme dinero para que me alejase de su hijo.

Yo me había despedido de todos para irme a dormir después de la huida de Peter, porque me sentía muy incómoda y él me había alcanzado en la escalera, con la chequera en mano. Y, por todo lo que había despotricado Peter sobre la relación de su padre con Lory, no pude evitar pensar en el tipo de acuerdos a los que habrían llegado ellos.

—No te metas dónde no te llaman. —Me había amenazado de una forma un poco tétrica—. Peter encontrará la madurez algún día y será junto a su mujer y su hija.

—No voy a alejarme de él por dinero —repliqué, molesta y ofendida—. Lo que tenemos Peter y yo es serio y muy maduro. Nos queremos. Si él quiere retomar lo que sea con su exmujer, puede hacerlo, no porque yo siga o lo deje con él va a cambiar nada. Y no me insulte más.

Por suerte, Lorcan había aparecido entonces y me pareció que se olía lo que pretendía su padre. Se disculpó con él sin mirarle y me pasó un brazo sobre los hombros para acompañarme con cierto cariño protector a mi habitación.

—No le hagas ni caso, es un asco de padre y peor persona —aseguró, cuando paramos delante de mi habitación—. Peter te quiere, olvídate del resto de los complicados Millerfort —sugirió.

Cuando decidas madurar - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now