23

3.8K 532 38
                                    

Gwen

Me dolía el corazón mientras me comía un helado a cucharadas. Tenía puesta una película de miedo a la que no estaba prestando ninguna atención y lloraba como si estuviera viendo un drama. No necesitaba una película para eso, claro, yo era un drama con patas. Los niños estaban con mis padres, por suerte. Se habían ido a pasar una semana a la playa y se los habían llevado.

Así que, tras cuatro semanas enteras sin ver a Peter, me había atrevido por fin, aprovechando que estaría sola en casa, a hacerme la primera ecografía. Y ahora tenía una preciosa imagen doble sobre la mesa. Aunque, en realidad, no la necesité. Ya sabía que mi peso de más, no podía ser solo de un bebé de unas diez u once semanas. Mellizos. Otra vez.

Sabía por Colton, que me había llamado el muy desgraciado, que habían suspendido a Peter mientras se aclaraba todo su asunto con Sydney. También sabía que ella no quería declarar contra él. Seguramente la pobre era tan tonta como yo y había pensado que el profesor estaría enamorado de ella.

Peter, sin embargo, no había vuelto a aparecer por casa. Ni siquiera para recoger todas las cosas que había ido dejando allí. Menudo ojo tenía yo para los hombres, al parecer. Rompí a llorar aún más fuerte y me arrebujé en una manta fina y me aovillé en el sofá. Estábamos empezando el verano y no hacía frío, pero yo me sentía tan perdida y desamparada que necesitaba algo que me diese el calor que yo no tenía.

La puerta se abrió con suavidad y me alcé lo más rápido que pude, dejando el tarro de helado a un lado, en busca de Peter. Sin embargo, era Ian, que desde que se enteró de lo que había pasado entre Peter y yo, había empezado a entrar sin llamar de nuevo. Yo le había dado una copia de las llaves cuando me fui de viaje con el instituto por si necesitaba algo de los niños, él no me la había devuelto.

—Dios, Gwen.

Ian abrió las cortinas de un tirón para que entrase la luz del sol mañanero y luego recogió papeles de mocos y lágrimas, el helado y se lo llevó todo a la cocina. Y eso era yo ahora, un deshecho, un despojo. Ni siquiera mi ruptura con Ian había dolido así.

Cuando encontré a mi exmarido con mi mejor amiga, había sido doloroso, pero casi obvio, lógico. Lo nuestro ya estaba muerto desde antes. Pero con Peter no, no estaba preparada para aquello.

—¿Esta es la ecografía? —me preguntó, sentándose a mi lado.

Mi exmarido se había ofrecido a acompañarme al médico, pero yo me había negado. No quería que nadie, ni siquiera él, supiera lo que yo estaba pensando al respecto de aquellos bebés. Lo primero que había querido saber, al llegar a la consulta, era si estaba a tiempo de practicarme un aborto. Luego oí sus latidos y no pude hacerlo.

Ian me rodeó con sus brazos y yo solo pude hundir la cabeza en su hombro y dejarme acunar por él. Tiró de mí e hizo que me sentase en su regazo, antes de besarme con suavidad la mejilla y el cuello.

El punto mágico.

Pero no sentí nada especial. Y supe que Peter me había arruinado para siempre. ¿Cómo iba a creer en el amor después de él?

Ian insistió un poco, buscó mis labios, pero yo no logré responderle, aunque me dejé besar, sin ninguna voluntad. ¿Qué más daba? Ya lo había perdido todo...

—Sabes que me quedaré contigo, Gwen.

Ian no pareció saber cómo interpretar mi desesperación y no pude culparle. Él nunca me había entendido como lo hacía Peter.

—Yo cuidaré de esos niños como si fueran míos —prometió—. Te dije que no debías dejarte cegar por él. Pero no importa, no pensemos en el pasado. Volveremos a terapia, Gwen y todo volverá a ser como antes.

Cuando decidas madurar - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now