Capítulo 2

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Giró la cabeza hacia su lado izquierdo, absorto y con los ojos engrandecidos, para encontrarse a una mujer a la cual, evidentemente, nunca ha visto en su vida. Centrando su atención nuevamente a su persona, no tardo en percatarse que lo único que porta es ropa interior. Su cordura no pudo más y termino cayéndose de la cama, soltando un grito en el proceso, sintiéndose verdaderamente asustado... Aterrado. Sólo una vez se ha sentido de ese modo y fue cuando despertó con sus manos destruidas.

El grito que de sus labios escapo, ocasiono el despertar de la mujer que dormía en la cama de cobijas rojas con toques dorados.

—¿Estás bien?—preguntó la fémina, mirando perpleja al hombre de cabellera castaña en el suelo, pálido y con un gesto de total desconcierto, como si no supiera dónde diablos esta.

—Ehhh... No-o...—balbuceó palabras apenas comprensibles.

—¿Sabes qué?—la dama se levantó asustada por el rostro de terror en el hombre, pensando que se volvió loco—. Mejor me voy.

Tomo sus prendas y se vistió lo más rápido que sus torpes movimientos le permitieron, saliendo de la habitación a paso veloz.

En cuanto quedo en soledad, se puso de pie para contemplarse en el gran espejo. Al hacerlo, encontró una imagen diferente, confirmando las sospechas que lo habían empezando a inundar desde que le echo un vistazo a esa habitación, lo que en vez de darle calma causo el efecto contrario, alterándolo terriblemente.

—¿Qué clase de... de dimensión loca estoy? ¿Qué horrible pesadilla es esta?—pronunció aterrado en voz baja, mientras su pulso cardíaco se acelera y sus manos tiemblan considerablemente, respirando agitado—. Esto no puede estar pasándome a mi—se quejó llevando las manos a su cabeza.

—Jefe—lo llamó una voz femenina.

Strange se volvió a sobresaltar al escuchar esa voz. Por todos lados busco el origen de la voz sin hallar nada.

—Jefe, lo requieren en la sala de juntas—indicó la Inteligencia Artificial.

El ahora castaño sólo escucho la indicación sin emitir una respuesta. Inhalo y exhalo, en un intento de tranquilizarse, necesita estar sereno para encontrar respuestas a lo sucedido y, lo primordial, una solución. Sabe lo que debe hacer, debe ir a su santuario.

Dirigió sus pasos al ostentoso guardarropa, prestándole poca atención a las hermosas y finas prendas que reposan ahí, tomando cualquier camisa y pantalón sin fijarse si combinan, sólo quiere estar vestido para poder huir. Inconscientemente, trato de hacer un portal. No tardo en caer de cuenta que no trae consigo su anillo de honda, la frustración le hizo soltar una maldición. No tuvo alternativa que salir de esa habitación. Colocó su mano en la perilla, girándola y abriendo la puerta, revelando a un hombre fuerte de cabellos dorados.

—¡Ah! ¡Dios!—gritó llevando su mano al pecho.

—Lo siento, no era mi intención asustarte. Fury me mando a llamarte—explicó el motivo de su presencia, observándolo atento—. ¿Estás bien?—inquirió al percibirlo desencajado.

—Sí—asintió inseguro.

—Tony, hay algo de lo que quiero hablarte... Debes dejar de meter a mujeres al complejo. Sí, sé que eres el dueño y todo eso, pero... no quiero que los demás te imiten—habló Steve Rogers con la rectitud que lo caracteriza y denotando cierta molestia en su tono.

—Aaaajá.

—¿Qué tienes?—frunció el ceño debido al rostro ligeramente espantado de su compañero—. Parece que viste un fantasma.

—Nada... Necesito un poco de aire fresco.

—Antes, nuestra presencia es requerida en la sala de juntas.

Un pequeño accidente (IronStrange)Where stories live. Discover now