Capítulo 15

4.8K 572 384
                                    

Su enorme hartazgo lo orillo a realizar la curiosa confesión y espera que, de una vez por todas, deje de fastidiar. 

El rubio se cruzo de brazos, asimilando lo dicho. No plasmo su asombro, lo reservo para si mismo, tal vez porque no lo ignoraba, gracias a la agente Romanoff. Aunque, sin saber porqué, no se convence del todo.    

—Debes estar bromeando—expresó tranquilo.

—¿Crees que estoy bromeando?—inquirió bastante severo.

—Mmh, no creo que en serio te guste—respondió convencido de sus palabras.

—¡Oh!—una sonrisa burlona se le escapo—. ¿Y por qué no? Sé que me la paso como idiota fanfarroneando la mayor parte del tiempo, pero puedo asegurarte que mi gusto por él es cierto. Sólo míralo, el doctor Stephen Strange es guapo, atractivo, inteligente, poderoso, apuesto... En pocas palabras, ¡es una obra de arte! Incluso me atrevo a decir que es más guapo que yo—describió vanidoso.    

Esta vez, no pudo ocultar su asombro. Sus azules ojos engrandecieron, quedándose sin habla en el proceso. Encontró aquello exagerado y demasiado increíble para ser verdad, concluyendo que las palabras enunciadas son producto del excesivo resentimiento que le guarda. Resignado, termino cediendo, es consciente que su orgullo no le permitirá abrirse o sincerarse con él y, mucho menos, aceptar su apoyo. Asintió con una sutil sonrisa con algunos tintes de incredulidad y se marchó rumbo al complejo. 

Complacido por su reacción, dio media vuelta y dirigió sus pasos de regreso a la cafetería, pensando en la pequeña confesión que de sus labios escapo, analizando que tanto hay de verdad en esas palabras. Pronto sintió un jaloneo brusco que lo hizo salir de su burbuja.  

—¡Oye! ¿Qué te...?—estaba a punto de respingar—. Ah, eres tú.

—Sí, soy yo, la pieza de arte—imitó burlón haciendo un ademán con sus manos.

—Con que escuchando conversaciones ajenas. Eres un fisgón. 

—¡Hey!—le dio un golpe leve en el hombro—. ¿Qué paso con que hay que actuar normal? Y todavía tienes el cinismo de preguntar, ¿por qué todo mundo cree que somos pareja?—remedó. 

—Solo me divertía un poco. Tú lo has hecho. Estamos a mano—le guiñó el ojo a lo que su contrario correspondió con una sonrisa pícara—. ¡Ah! Por cierto, quiero que me agradezcas. Vas, te escucho. 

—¿Por qué? ¿Por arruinar mi reputación?—repuso juguetón.

—¿Qué? ¿Quién acaba de quitarte a un loco de encima? Yo—imitó a su compañero.

—En serio, no sé como tu cabezota entra en ese casco—Tony continuó el juego, para segundos después, echarse a reír.

En un determinado momento sus alocadas risas pararon, se miraron fijamente a los ojos, mientras instintivamente toman cercanía y sus manos parecen buscarse. 

—Sé que no estás aquí por tu gusto—el ingeniero rompió el silencio que prevalecía entre ellos, rozando sus dedos en el dorso de la mano contraria—, pero agradezco que estés conmigo.  

—Me alegro ser de utilidad en tiempos difíciles—los dedos de su mano comenzaron a corresponder el roce contrario. 

—¿Dónde te habías metido todo este tiempo?—preguntó de repente.

—Escondiéndome de ti—bromeó.

—Me hubiera gustado conocerte antes—confesó.

—Mmh—ladeo la cabeza—. Todo tiene una razón de ser. El tiempo es sabio. Las cosas pasan cuando tienen que pasar. Créeme—esbozó una sonrisa amarga—, no te hubiera gustado conocerme antes—advirtió serio y con dejo triste—. Estoy seguro que me hubiera ganado tu odio. 

Un pequeño accidente (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora