Capítulo 6

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Wong, en compañía de Clea, había regresado al santuario de Nueva York desde hace un buen rato, encontrándose con la ausencia del Hechicero Supremo. En breve descubrió aquella habitación dónde estaban el par, llena de libros que yacen en el suelo, sin poder determinar la causa del tiradero. No tuvo de otra que arreglar el desastre. Con la ayuda de la capa de levitación y la mujer de cabellera platinada, recogieron libro por libro, llevándose un buen rato en la tarea.


Durante el camino, los hombres de vello facial caminan a un lado del otro, llenos de incertidumbre sobre lo que les deparará a partir de ahora, por lo que el regreso es silencioso. Cada uno está inmerso en su propio mundo de cavilaciones. 

Inesperadamente, el calmo trayecto se vio interrumpido cuando Stephen se detuvo al hallar un perrito con la patita herida. 

—Ven—se colocó en cuclillas para ayudar al pequeño animalito—. Tengo una amiga a la que le gustan los de tu tipo.

El ingeniero también detuvo su andar, viendo con curiosidad como venda la patita del perro. Una sonrisa sincera escapo de su rostro. Conocer esa faceta del doctor, le hizo sentirse enternecido, descubriendo, con tan pequeño, pero significativo detalle, que el hombre de apariencia gélida, es eso, pura apariencia. Tiene la sospecha que muy en el fondo, es un tipo tierno, sólo que le gusta mantener un porte estoico.            

—Buen chico. Ya está—dijo serio. La tarea resulto sencilla, sus nuevas manos, hicieron todo fácil y rápido. El perrito, en un gesto de agradecimiento, le dio la pata—. ¿Me das la patita? Espera a la factura. 

El perro echo andar, lo mismo hicieron el dúo. 

—Pensé que eso de "doctor" era puro egocentrismo tuyo o para darle un toque a tu nombre de súper héroe.

—Ya veo porque te llevas bien con Peter Parker.

—Cuando te conocí, te vi cara de todo, menos de doctor—reveló—. Pero ahora veo que eres veterinario.

—Era neurocirujano—aclaró, acelerando el paso.

El ambiente se tornó incómodo. 

Tony enmudeció. Rápidamente capto ese era, fijando la mirada en sus temblorosas manos. Lo bombardearon unas tremendas ganas de seguir cuestionando sobre el tema, sin embargo, al fin le quedo claro que el asunto es delicado y que lo debe tratar con delicadeza. 


Los hechiceros acababan de acomodar los libros cuando arribo el dúo. En cuanto escucho el ruido de la puerta anunciando su llegada, la mujer de indumentaria violeta salió al encuentro. El más alto fue recibido por un efusivo abrazo. La dama se despegó de él, apretando sus brazos. Lo examino de pies a cabeza, mientras el aludido se encuentra estático sin saber qué hacer o cómo reaccionar.

El oriental, por su parte, observa perplejo al par recién llegado, sin entender cómo o, más bien, porqué esos dos están juntos. 

—Stephen, ¡guau! Te ves... ¡Guapísimo!—elogió entusiasta. 

—Lo sé. Dime algo que no sepa—repuso presumido. 

—Que luces estresado—rodeó su cuello—. ¿Qué te parece si te ayudo a relajarte?—susurró seductora cerca de su oído.

—Woah, woah. ¡Para tu carro!—resulto lo bastante escandaloso, que las miradas de todos terminaron en él. 

—¿Qué?—reaccionó desconcertada—. ¿Qué te pasa?

—Ahm... Clea—intervino Strange, tomando del brazo a su compañero—. Tendrás que disculparnos. El doctor y yo tenemos cosas que hacer—alegó sin ofrecer mayor explicación.

Un pequeño accidente (IronStrange)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin