Capítulo 26

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La noche ha caído y siguen sin noticias, motivo que tiene a Tony inquieto, preocupado y al borde del colapso. El hechicero oriental, quien se encuentra a un lado suyo, lo observa con disimulo, logrando apreciar el semblante desfavorable, ansioso y pálido en su persona. No lo juzga, es consciente que tiene más de una razón para estar en dicho estado.   

No habían cruzado palabra alguna desde la tarde, cuando el ingeniero, apenas con un hilo de voz, relato lo ocurrido. Y aunque también esta sumamente preocupado por su amigo, decidió romper el sigilo que prevalecía; siendo su única compañía, se vio obligado a consolarlo de alguna forma. 

—Tranquilo, él es fuerte, saldrá de esto—dijo tremendamente seguro después de un largo silencio.

—Es un maldito imbécil—menciono con desespero y enfado—. Es la cosa más estúpida que pudo hacer, no debió haber hecho eso—reclamó entre exaltado y triste, reprimiendo sus ganas de llorar.

—Ya lo hizo, no hay vuelta atrás—suspiró—. Stephen es muy protector con la gente que estima—explicó.  

—Pues si esa es su forma de querer, prefiero que no lo haga—comentó serio, al borde del llanto.

—Mmh, es tarde para eso. Aunque lo niegue, ya le cogió cariño—aseguro.

En otras circunstancias aquello probablemente le hubiera hecho brincar de alegría, pero ahora está tan decaído que parece que nada puede levantarlo. Casi al instante el médico que lo atendió apareció y dio las buenas noticias, en ese momento Stark sintió su alma regresar. Debido a que solo una persona puede pasar, Wong regreso al santuario, el cual había dejado en manos de Clea y la capa de levitación. 

Finalmente Tony ingreso a la habitación. Al cruzar por esa puerta de tono grisáceo lo encontró tendido en una cama, con varios cables al cuerpo, la mirada perdida y un gesto incierto en el rostro.

Aun cuando el millonario se hizo presente, Stephen se mantiene viendo a la nada, no es capaz de dirigirle la mirada, se siente tonto por su forma de actuar arrebatada. De verdad detesta la posición en la que esta ahora, débil, delicado y vulnerable, causando pura lastima, lo hace sentir patético. En un momento dado por fin se atrevió a darle un rápido vistazo y consiguió observar un gesto poco amigable. Lo entiende, es más que consciente que sus acciones y las consecuencias de las mismas, desato la molestia y furor en el otro. Si estuviera en sus zapatos, estaría igual o quizás peor, despotricando como loco por un acto así de imprudente.      

—Dime, ¿qué paso?—Strange empezó el diálogo, le carcome saber como pudo deshacerse de Mordo.

Las palabras se atoraron en su garganta, le parece increíble que realice tal cuestionamiento. 

—A-ah e-eh... ¿En serio hiciste esa pregunta?—replico ofendido, esbozando una sonrisa burlona—. ¡¿Que va a pasar?! ¡Casi me matas...!

—Estás en todo tu derecho de estar molesto conmigo—comentó con la mirada baja, tratando de calmarlo.

—¿Tienes idea de lo rápido que tu alma estuvo a punto de dejar mi cuerpo solo por ese estúpido error que cometiste?

—Ya sé que fue estúpido lo que hice, por eso te dije que te fueras—alegó en su defensa algo irritado. El hecho que no le hiciera caso cuando le advirtió del peligro le enfada demasiado. Cree que de haber hecho caso, él hubiera logrado vencer a Mordo sin complicaciones adversas—. Pero como siempre, haces lo que se te da la gana—reprochó.

—Ahhh sí, ¡se me olvida que yo tengo la culpa de todo!—exclamó harto de esa constante en su vida. 

—No te estoy culpando, dramático, solo digo que... si me hubieras hecho caso, hubiera podido enfocarme en lo importante y no en ti. Yo sabía que algo así podría pasar... soy muy arrebatado con la gente que quiero—admitió. 

Un pequeño accidente (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora