Capítulo 22

3.8K 471 400
                                    

Cuando el agente Everett Ross recibió aquella respuesta, no pudo sentirse más que confundido y sumamente extrañado. Unos minutos tuvieron que transcurrir para que el hombre lo asimilará. Una media sonrisa llena de escepticismo se formo, tildando de infantil el comportamiento del doctor, razón que lo condujo a no tomarlo en serio y seguir insistiendo. Realizó varias llamadas, sin que ninguna pudiera concretarse y rápido dedujo que destruyó o cambió su número a raíz de su repuesta. El detalle lo enfadó y, al mismo tiempo, al caer la noche, lo impulso a encararlo.  

Tony alcanzó a escuchar esa voz, logrando a su vez reconocerla. Sus ojos se abrieron de par en par y una audible maldición surgió de su boca, empeorando todo su sentir. No puede creer su "suerte". Comenzó a caminar de un lado a otro, demasiado nervioso, pensando qué hacer, cómo actuar. Mientras su caótica cabeza le da vueltas a ese asunto, el constante miedo a que Stephen se de cuenta no para de crecer. Ganas de salir y decirle: deja de fastidiar y lárgate de aquí, no faltan, no tendría ningún reparo, después de todo, considera que puede sacarle partido a su condición para alejar aquel sujeto, pero el miedo a que se de cuenta, le impide a hacer otra estupidez. Ya lo hizo enfurecer, si lo pilla haciendo eso, seguro cavara su tumba. Sin más alternativa, pensó que lo más adecuado es que el hechicero oriental se haga cargo.  

Wong por un instante permaneció anonadado, sin reacción alguna, en un estado de pasmo. Ni en sus más locos sueños esperaba ver al agente, mucho menos en este momento, precisamente en este momento.  

La voz del formal hombre por fin lo hizo reaccionar.      

—Necesito ver a Stephen. ¿Puedo pasar?

—Me temo que no será posible—contestó con la seriedad que lo caracteriza.

—Déjame adivinar, Stephen te advirtió prohibirme la entrada, ¿verdad?—cruzó los brazos en un gesto poco gentil. 

—¿Qué?—su ceño se arrugó, aquello le parece absurdo. Su colega desde hace tiempo había caído en la resignación, inclusive, todo lo referente al agente Ross se volvió un tema tabú—. Imposible, no lo ha mencionado para nada. No entiendo porque tendría que advertirme eso—espetó extrañado.

Ross soltó una risita más forzada que jocosa. 

—Ay, ese hombre y su maldito ego—musitó entre dientes. 

—Señor Ross, le voy a pedir que se marche. Lo que busca, no está aquí—pidió presuroso, cerrando la puerta paulatinamente. 

Desea que se vaya, es consciente que ese hombre significa problemas y ya bastantes tiene por el momento. Además, no lo considera grato por la forma en que desapareció y la actitud tan ofendida con la que aparece. Si alguien ha constatado la tristeza y el vacío que sus acciones generaron en su amigo, es él. Jamás lo han hablado abiertamente, y quizá no necesita hacerlo para saber el daño que provoco, a pesar de que, aparentemente, luce como si nada.        

—Soy un agente del gobierno—impidió aquel cierre—, trato a diario con mentirosos—añadió, mirándolo serio y determinante—. No me mientas, Wong. Sé que está aquí. Hazme el favor de decirle que deje de comportarse como un niño y me de la cara.  

—Stephen no puede atenderlo—alzó el tono de su voz, sin dejarse intimidar ni un poco, mostrándose un tanto enojado—. Está ocupado.

—Ahhh, ¿ocupado con qué?—inquirió escéptico.

—Con su pareja—respondió contundente.

La revelación le cayó como un balde de agua fría. Su mandíbula se tensó y lucho por ocultar sus alteradas emociones. Quedo sin habla, con una expresión difícil de discernir, porque lo cierto es que... no le hizo nada de gracia escuchar esas palabras.  

Un pequeño accidente (IronStrange)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon