Capítulo 25

4K 448 296
                                    

Y otra vez, el señor Rogers quedo en shock. Se apoyo en una mesa que se encuentra cerca suyo, siente desvanecerse. Aunque la agente Romanoff trato de advertirlo, siempre se mantuvo escéptico y aun obstinado se aferra a creerlo, rechazando la verdad que aquella alma confesó. Su cuadrada mente considera que no es posible enamorarse así.      

—No hablaras en serio—fue lo único que su consternado ser pudo pronunciar, observándolo como si fuera un desequilibrado mental.

—Hablo muy en serio—sostuvo firme y determinado.

—Dime que es un chiste—insistió desesperado, negándose una y otra vez a la idea. 

—No, Cap, no es un chiste. ¿Querías la verdad? ¡Esa es la verdad! ¿Cuál maldita palabra no entiendes? ¿En qué idioma debo hablarte?

—E-e-es una locura—declaró—. Debes estar confundido. Esta situación te esta llevando al borde...

—¡El único confundido aquí eres tú!—lo interrumpió de golpe—. Yo tengo claro lo que quiero. 

—¡Por favor! ¿Te has vuelto loco?—inquirió con una mirada perpleja. 

—No estoy loco, ¡estoy enamorado!—corrigió con un tono de emoción—. Bueno, quizá sea lo mismo.  

—Por Dios, en estas extrañas circunstancias eso es... ¡Aberrante! ¡Enfermo!—acusó aterrorizado.

—¡Ya sé que es una locura! ¿Sí?—gritó histérico, cansado que dude de sus facultades mentales y lo trate como a un lunático. Llevó una mano a su cabeza, pasando los dedos por las hebras de sus cabellos, bastante agobiado—. Sé lo que piensas y lo que todo mundo pensaría, que estoy tan obsesionado conmigo mismo que literalmente estoy enamorado de mi y... ¡No es así! ¡Es más profundo y complejo!—exclamó alterado—. Créeme, es más difícil de explicarlo que comprenderlo—suspiró—. Esto...—pronunció con más calma—, me dio la oportunidad de convivir con él, conocerlo y descubrir que detrás de esa fachada arrogante hay un alma hermosa. Francamente, esperaba hallar bronce y, en cambio, encontré oro. Lo quiero por su forma de ser. Nos entendemos y complementamos de una forma... ¡Genial!—explicó lleno de entusiasmo, mientras Steve solo puede contemplarlo sin pestañear, sintiendo su corazón apachurrarse más y más a cada palabra enunciada—. Somos tan parecidos y, a la vez, tan diferentes. Sonará extraño, incluso estúpido, cliché, infantil, pero... Ehhh... siento que... Encontré a mi alma gemela. 

En cuanto culminó aquel discurso, Rogers eludió la mirada ajena. Asimila lo que acaba de confiarle. Parpadea varias veces sus azules ojos, tratando de retener las lágrimas que advierten por escapar. Le duele en el alma que el discurso pronunciado, no sea dedicado en su honor, aun mantenía una esperanza, muy pequeña, pero una esperanza al fin. La sinceridad desbordante de aquellas palabras lo golpearon duramente, pero finalmente lo convencieron, haciendo trizas todas sus ilusiones y, por supuesto, su corazón. 

—No sabes lo que he tenido que hacer—continuó, sacando de sus cavilaciones al soldado—, la gente que he tenido que alejar, para que tú vengas a arruinarlo todo. 

—Tony, es suficiente—lo detuvo, escapando de sus fauces un tono quebrado. Carraspeó para poder hablar de una forma fuerte y clara—. Ya entendí—aceptó con todo el dolor de su corazón y, resignado, tomo una difícil decisión—. No voy a proceder, ¿de acuerdo? Si tú quieres estar con él, no voy a hacer nada por impedirlo.

—Gracias, Cap.

—Pero quiero que seas consciente que algún día esto va acabar—comentó temeroso, en un intento de hacerlo entrar en razón.

—Lo sé, no necesitas recordármelo. Mientras dura, déjame ser feliz.

—No quiero que salgas lastimado. 

Un pequeño accidente (IronStrange)Where stories live. Discover now