Capítulo 8

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Cuando menos sintió, le estaba hablando al aire. Ni tiempo le dio para armar un plan, el otro se había adelantado. 

—Lo primero que le digo y lo primero que hace—musitó rodando los ojos. Maldito suicida, ¿qué pretende? ¿Acabar con mi existencia física?, caviló, mirando estupefacto como su contraparte irrumpe en la escena. 

Su antiguo maestro estaba a nada de herir a Wong, por lo que Stephen, en un acto de ímpetu desesperado, salió a su auxilio. 

—Alto—gritó captando la atención de los hechiceros. 

—¿Quién demonios eres tú?—interrogó el de piel oscura viéndolo despectivamente de pies a cabeza.

—¿Cómo no sabe quién soy? ¿Qué onda con estos?—susurró Tony realmente ofendido.

—¡Suéltalo!—exigió firme y temerario, Mordo tiene a su amigo apretando de su cuello, lastimándolo.

En el sombrío rostro del hechicero se dibujo una escabrosa sonrisa. Lo miro curioso y con aire de superioridad, estaba a punto de cuestionarlo, pero sus ojos viajaron hasta el cuerpo del Hechicero Supremo, percatándose de su presencia y cambiando su expresión facial. 

—No sé quien seas. Este asunto no es contigo. 

Arrojó el cuerpo del oriental violentamente contra las escaleras, el cual se desmayó por el fuerte impacto, para después, con una especie de hechizo apartar a Stephen, quien chocó contra una pared y termino en el frío suelo, quedando boca abajo. Digirió sus pasos hacia Tony, acercándose peligrosamente, como un cazador que va por su presa. 

Stark no es un sujeto que se intimide o acobarde fácilmente, pero definitivamente no está preparado para hacer frente a una amenaza de ese tipo. Por muy loco y atrevido que puede ser, en su sano juicio no le pareció buena idea hacerse el valiente o encarar a ese sujeto de mágicas manos. Sin pensárselo mucho, empezó a correr en dirección a la puerta. Sin embargo, pronto se dio cuenta que aquello resultaba en una acción inútil, puesto que Mordo había manipulado el piso, moviéndolo en una dirección contraria a la suya, impidiéndole avanzar. 

—¿O Strange le puso un hongo alucinógeno a mi comida o qué mierda estoy viendo?—musitó observando con perplejidad como el suelo cobra vida.

Detuvo su marcha y se giró, encontrándose la fiera mirada del mago.  

—Strange, sigues siendo el mismo cobarde que siempre quiere huir como un bebé. ¿Ves? Alguien como tú, no merece ser el Hechicero Supremo ni portar la Gema del Tiempo.

—Ja, ¿qué?—reaccionó incrédulo—. Esa es la cosa más estúpida que he escuchado en toda mi vida—clamó lleno de firmeza—. ¡Felicidades amigo! Te llevas el premio al ser más imbécil que he conocido y vaya que he conocido a muchos—el rostro de Mordo se transformo—. Stephen podrá ser egocéntrico, odioso, insoportable, presumido, mandón, arrogante, idiota—el de vestimenta verdosa lo miró extrañado y confundido, no comprende porqué se expresa de si mismo de esa forma. Strange que escucho cada palabra pronunciada, entreabrió la boca y frunció el ceño, bastante sorprendido y ofendido por la descripción que hace de su persona—, pero es el ser más valiente y admirable que he conocido—sus ojos brillaron de una forma especial al pronunciar aquellas palabras—. Tiene más que merecido su título y estoy seguro que no hay mejores manos para cuidar de la gema esa.   

Sus ojos y labios engrandecieron. Lo levemente ofendido que llego a sentirse desapareció en cuestión de segundos, sintiéndose sumamente conmovido por las palabras que de su boca escaparon, que en un hombre de la calibre de Tony, le parece increíble y pesan bastante.   

Mordo, por su parte, esta más que desconcertado. Pero no le interesó buscar una explicación a tan raro comportamiento, lo único que busca es la gema.   

Un pequeño accidente (IronStrange)Where stories live. Discover now