Capítulo 24

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El hechicero maldijo internamente. Si le preguntarán ¿cuál ha sido la peor parte de estar en el cuerpo del otro?, la respuesta sería absoluta y se resumiría en dos palabras: Steve Rogers. El sujeto en cuestión ha colmado su paciencia a niveles críticos. ¿Cómo es que Tony lo soporta? Ah, sí, el amor. El amor te hace estúpido, concluyó para si mismo.   

Stark sintió inmenso alivio de escuchar aquel nombre, porque no imagina los problemas que el aludido quiere ocasionar.  

—Ah, Rogers—pronunció con total calma—. Por mi, déjalo afuera—propuso ácido y burlón. 

Por primera vez Strange no podía estar más de acuerdo con él. La propuesta suena muy tentadora, pero, por alguna extraña razón, siente que debe hacer lo contrario.   

—Y si es algo importante—comentó suspicaz. 

—Lo dudo—contradijo plenamente tranquilo y confiado—. Yo supongo que su asquerosa consciencia lo impulso venir acá para pedir disculpas. Sinceramente... ¡Que flojera escucharlo! 

—Lo mejor será averiguarlo y dejar las suposiciones a un lado—manifestó serio y decidido.

—¿Qué?—repuso impresionado, considerando la premisa que tal vez escucho mal.

—Hay que atenderlo...

—Okeeey... ya entiendo porque te apellidas "Strange"—mencionó bastante extrañado, no logra comprender porque ese cambio tan repentino cuando él es el primero que hace lo posible por evitar ciertas personas y situaciones.   

—Tengo un presentimiento—agregó.

—No me digas. ¿Otra de tus fantásticas habilidades de mago?

Como suele hacerlo, simplemente ignoró el comentario y se dispuso abrir la puerta, recibiendo al apuesto hombre de musculosa complexión.

Steve ingreso a la casa. Se detuvo un momento, los observo con un semblante en el rostro que no auguraba nada bueno. La forma tan distinta y el toque analítico y determinante de esa mirada inquieto al más callado del par. 

—Si vienes a pedir disculpas por como me dejaste la cara—Tony fue el primero en tomar la palabra—, de una vez te digo que te metas tus disculpas por...

—No solo vengo a pedir disculpas, Tony—expresó, a diferencia del tono histérico del otro, excesivamente tranquilo, conectando su mirada con aquellos ojos aguamarina.

Los rostros tanto del doctor como el del ingeniero se descompusieron un poco, en medida de lo posible tratan de contener el asombro que, sin duda, las reveladoras palabras ha causado en ellos. Ninguno puede articular algún sonido, quedaron sin habla y petrificados ante el inminente hecho que el secreto de sus almas ha sido descubierto, pero, ¿cómo?

—Sí, sé lo que esta pasando aquí—afirmó al percibir el desconcierto y el escepticismo en sus gestos—. Loki me lo dijo—reveló finalmente—. Y su silencio solo me lo confirma—agregó paciente.

—¡Cuernitos! Eso lo explica todo. Sí, era demasiado bello que tu congelado cerebro pudiera procesar algo y lo descubrieras por ti mismo—claramente Stark fue el primero en reaccionar.

—Ay, ese maldito infeliz—murmuró el ex neurocirujano nada contento—. ¿Quién más lo sabe?—se apuro a preguntar.

—Por el momento, únicamente la agente Romanoff y yo. A propósito del tema, necesito hablar con usted—apuntó, mirando al caballero castaño.

—¿Conmigo? Creo que te has equivocado o, ¿acaso me estas tomando el pelo? ¿Qué parte de que no soy Tony no entiendes?—mencionó con gran hostilidad.

Un pequeño accidente (IronStrange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora