La verdad a la cara

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Un mes más había pasado y Severus se encontraba maldiciendo por lo bajo. Había tratado de encontrar un buen momento en cualquiera de las visitas del patriarca pero al final se había echado atrás.
¡No era tan difícil! Había sido un doble espía, había matado a Dumbledore sin temblar, había mirado directamente al señor oscuro jurando que era leal cuando no lo era.
Decirle a alguien que le mintió no debía ser tan difícil.
Y luego estaba Sirius, quien por algún milagro de Merlín  tomaba supresores alfas todos los días y aunque seguía siendo molesto no era totalmente insoportable. Aunque había días donde parecía estar al límite y era insufrible había logrado controlarse golpeando la pared, lo cual en un inicio lo había sorprendido pero siempre era mejor descargarse con un objeto y no con una persona. Al menos que el objeto fuera una maldita pared de su laboratorio.
¡Oh! Y luego estaba Draco. Draco que iba y venía con su próxima boda que se celebraría en al menos seis meses más y que por suerte aún no estaba embarazado. Y estaba el hecho de que no se llevaba nada bien con Black, peleaban cada que se encontraban aunque tenían la decencia de salir de su laboratorio al menos que estuviera Potter que podía controlar a ambos a la vez.
Draco iba hartarlo si seguía tratando de hacerlo elegir el tipo de flores o la tela o los manteles ¡Debía molestar a Lucius con eso no a él! Pero el problema era que Draco molestaba a todo el mundo que le importaba y no sabía porque, porque al final el niño pondría lo que se le diera la maldita gana.
¡Y luego estaba la prensa! Que había explotado primero con la cita en las Islas Canarias de Lupin con un “desconocido” –que Merlín los salve, al menos no se habían dado cuenta quien era en realidad- para que luego la noticia de la boda del salvador del mundo mágico llenara cada maldito papel de Gran Bretaña ¡Y luego la insinuación de que él podría ser el amante de Potter! ¿Qué diablos le pasaba a la gente? Era incluso más creíble que tuviera algo con Black que permanecía en su laboratorio tres veces a la semana y no con Potter que estaba pegado a Draco ¡Las veinticuatro horas del día!
Y después estaba la parejita del trío dorado que habían venido a interrogarlo de que si Draco había pedido pociones de amor recientemente, al igual ¡Que toda la maldita orden del Fénix! ¿Qué nadie tiene ojos en la cara? Draco era un Malfoy y bastante bien  podía casarse con quien se le diera la gana sin necesidad de nada. Al menos él no tuvo que interceder en el análisis que hicieron los medimagos de Potter para que probara –una vez más- estar limpio.
Aunque debía admitir que él mismo había hecho algunas pruebas sobre Draco para verificar que él no fuera el que estaba siendo drogado con pociones.
Y luego estaba Minerva, quien lo había felicitado al notar que estaba trabajando con Black y que le había preguntado una vez más si no le interesaba volver a dar clases aunque fuera en los dos últimos años. Esa había sido una charla tranquila y un buen té, al menos había logrado ser un salvavidas en su fatídico mes.
Pero al diablo. Lo que fuera que lo había detenido de comunicarle al patriarca de sus pequeñas mentiras ya no podía atrasarlo más, cuando volviera se lo diría sin anestesia luego de escuchar todas las quejas que tuviera el rubio.

Lucius acarició la tercer marca que ya estaba casi totalmente borrada, habían sido cuatro semanas agradables

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Lucius acarició la tercer marca que ya estaba casi totalmente borrada, habían sido cuatro semanas agradables. No había vuelto a pasar la barrera en la luna llena y el lobo se había comportado extraño, lejos de querer cruzar el límite se había limitado a correr hacia los árboles y pasaron varias horas antes de que lo viera en el pastizal jugando con Black que había sido ignorado en la primer parte de la noche.
Había tenido ganas de salir de la habitación y mirar, pero espiar por entre medio de las cortinas había sido inusualmente divertido sobre todo cuando el lobo levantaba la mirada y veía directamente a la ventana haciendo que Lucius la cerrara con fuerza sintiéndose como un niño atrapado en una travesura.
Pelear con Black en el desayuno había sido igualmente divertido aunque menos explosivo de lo que debería, parecía que la terapia muggle y Severus estaban haciendo un buen trabajo con el perro callejero.
Acomodó un poco mejor su túnica antes de atar su cabello, mirando en el espejo que todo quedara en perfecto lugar. Remus volvería en un par de horas y él no se encontraba con ganas de trabajar, con sus empresas empezando a tomar ritmo sentía que podía relajarse un poco.
Podría ir a comprar mientras dejaba a los elfos domésticos hacer la cena, sabía que a Remus le gustaba hacerla a él pero eso les daba más tiempo para hablar. La tregua constante había mejorado mucho más su relación, incluso sin estar de viaje podían disfrutar de salir a cenar –con Glamour o a Londres muggle- o a sus otros terrenos, donde había cumplido su promesa de llevarlo a cabalgar. A pesar de sus protestas por comer en una manta en el suelo había sido divertido sobre todo lo que ocurría siempre después.
Miró una vez más su reflejo y dejó su túnica en paz mientras suspiraba.
Draco lo había insinuado al igual que Cissy, lo unidos que estaban siendo. Tal vez luego del enlace podrían ser amigos o algo así, aunque no estaba tan seguro de que sentimientos cambiarían una vez que el enlace se rompiera en tres meses o cuatro meses más.
Caminó directamente al jardín y abrió las puertas de vidrio, los rosales habían crecidos y algunas plantas con flores marcaban el camino, solo estaban antes de las barreras para evitar que el perro o el lobo las destruyeran, pero de a poco el jardín se veía mucho más hermoso y coloreado. Tal vez podría traer una de sus aves ahí, solo para ver si le gustaba el lugar.
Había ido a Malfoy Manor un par de veces, los elfos estaban haciendo un gran trabajo y los jardines estaban de nuevo en su máximo esplendor. Fue casi nostálgico y ver esos jardines los había empujado a ambos a tratar de hacer uno en la casa que compartían también.
Presionó el puente de su nariz con dos dedos.
Esto se estaba saliendo de control de manera abismal.
Agarró su varita antes de decir un suave “Tempus” frunciendo el ceño ante la hora pero luego sonrió, movió su varita y desapareció apareciendo frente a la puerta del laboratorio de su amigo. Severus no debería pasar tanto tiempo allí pero lo hacía cuando no estaba juntando ingredientes, por lo que sabía el olfato del can le hacía más fácil conseguir algunos.
Tarareó ligeramente sabiendo que su amigo había hecho invernaderos en los jardines de la finca que le habían regalado, Severus sabía cómo aprovechar el lugar y no le sorprendería saber que movía su laboratorio hacia el sótano de la casa.
Antes que si quiera pudiera tocar la puerta esta se abrió.
—Solo pasa, Lucius. Y di lo que tengas que decir. — él notó la frialdad en el menor y se preguntó silenciosamente si había llegado en mal momento. Aspiró un poco sintiendo las feromonas de su amigo pero nada le dio un indicio de porque estaría molesto.
—Quise venir a ver como estabas. — guardó su varita en el bolsillo antes de cruzarse de brazos, Severus suspiró. Lucius miró el lugar notando que ya estaba limpiando y guardando todo, por lo que seguramente en pocas horas volvería a su hogar. — ¿No obligas a Black a ayudarte a limpiar? —  El patriarca arqueó la ceja con ligera burla, sonriendo cuando su amigo resopló.
—No sabe diferenciar las pociones peligrosas y prefiero no ser su causa de muerte. — Sonrió de lado.
—Podrías hacerlo pasar por un accidente. — Lucius se acercó hasta llegar a la mesa, miró los viales vacíos que había ahí.
— ¿Con lo que paga? Creo que lo dejaré vivo unos meses  más. — el menor sonrió con la misma diversión lo que hizo asentir al patriarca.
—Buen negocio. — siguió sonriendo. Ambos se quedaron callados y solo sonó el vidrio moviéndose por varios minutos, Lucius sabía que Severus estaba esperando que hablara primero con la razón que lo había traído ahí pero ¿Cómo empezar? ¿Cómo explicar sin sonar terriblemente patético?
— ¿Qué sucede, Lucius? — Preguntó el pocionista cuando el silencio se hizo demasiado pesado, el patriarca suspiró y dio unos pasos con nerviosismo.
—Tú creas pociones, para ellos debes investigar muchos temas de manera concienzuda. — Agarró un vial vacío sonriendo al notar que estaba limpio. Severus lo observó de reojo mientras asentía como instándolo a continuar. — ¿Es normal que… a esta altura del enlace el instinto vuelva a reiniciarse? — Y tal vez eso explicaría el apego, la dulzura innecesaria, ese anhelo extraño. Enrojeció un poco al escuchar el resoplido y la risa de su amigo.
—Lucius, a estas alturas del enlace muy poco es instintivo. Si sientes que se está revirtiendo deberías empezar a pensar… otras opciones. — Al patriarca no le gustó mucho el peso y la insinuación de las últimas palabras pero dejó con cuidado el vial en la mesada mientras arqueaba la ceja.
— ¿Tienes una poción para contrarrestarlas? — No pudo evitar preguntar, manteniendo su tono despreocupado. Era bueno que a pesar de todo Severus no tuviera el olfato que el lobo, sus feromonas le darían menos información que a su compañero de enlace.
— ¿Al amor? No, no tengo. — El ex profesor lo miró directamente y Lucius no pudo evitar reírse, llevando su mano a su boca para acallarse, empujado al sentir los nervios cosquillear en sus dedos.
¡Eso era inaudito! Esas sensaciones, esa debilidad no debía venir más que el instinto, pero si estaba tan seguro ¿Qué lo había empujado a venir? Trató de borrar esa pregunta y dio una sonrisa divertida que escondiera todo el tren de pensamientos.
—No puedo creer que estés insinuando eso. — Se inclinó ligeramente, tratando de hacer notar lo ridículo de la situación.
— ¿Insinuar que, Lucius? — Severus habló fríamente, el patriarca no pudo evitar recordar cuando le daba clases a Draco y no le gustó que lo viera como a uno de sus estudiantes. Se irguió lo más que pudo y llevó una mano a su bolsillo pero sin agarrar su varita, no quería un enfrentamiento por algo tan estúpido.
—Que estoy… apegado a él. — Siseó de manera suave tratando de que por su mente no pasaran todos los recuerdos que presionaban a que sí, que si estaba más que a pegado al maldito Gryffindor.
¿Cómo explicaba su comportamiento? ¿Qué la cercanía que debía provocarle asco y desdén fuera tan cálida y bienvenida?
—No dije eso, estoy afirmando que estás enamorado de él. — Miró directamente a los ojos negros tratando de encontrar algún indicio de broma mientras el menor hablaba, trató de tragar el nudo en la garganta forzando una sonrisa.
—Por supuesto que no. — Negó con la cabeza dando un paso hacia atrás. Había venido a buscar una opinión y él se la estaba dando, pero no podía evitar que el enojo se deslizara como mecanismo de defensa.
— ¿Qué es lo que te impidió tomar la poción para romper el enlace, Lucius? — Severus caminó cerrando las puertas de vidrio, ambos se quedaron en silencio por tortuosos minutos antes de que el patriarca se decidió a hablar.
—Es una rutina y es agradable. Además tengo menos molestias con una unión. — Porque tenía que ser la razón, no había querido ahondar en esos pensamientos, había tratado de ignorarlo todo.
—Pues en la foto del Profeta se veían muy… enamorados. — el menor sonrió con burla y Lucius apretó los puños gruñendo por lo bajo, agradeciendo haber bajado sus feromonas antes de llegar ahí. No quería un enfrentamiento.
—Foto tomada en el momento justo. — Sonrió con tranquilidad tratando de relajarse.
Él tenía una razón para todo, razones que no lo llevaban a la conclusión inequívoca que…
— ¿Y lo que veo a diario con ustedes dos también es momento justo? ¡Lucius! Lo trajiste a él aquí como que si te importara que estuviera presente, tal vez porque lo hace.
¿Me dirás que lo estás manipulando? ¿Para qué? ¿Todo lo que ocurrió entre ustedes es falso?
Conozco esa sonrisa, Lucius y conozco ese comportamiento. — El menor atacó directamente pero sin acercarse, manteniéndose firme en su lugar.
—Es hilarante que creas que yo… con quien es él este… enamorado. — Trató de burlarse pero apenas pudo mantener su voz.
Esas preguntas debían ser respondidas y no le estaba gustando.
Debía haber otras respuestas pero todo estaba en frente suyo ¿Cómo ignorar eso?
— ¿No lo estás, Lucius? ¿Piensas en otra persona cuando lo abrazas, lo besas, se acurrucan  o cuando hacen el amor? ¿Me negaras que lo esperas para cenar o que lo llevaste a ver a tus caballos? ¿Me dirás que las miradas entre ustedes no son nada y la manera que lo dejas protegerte solo es una fachada?
Tú te conoces enamorado, Lucius. — Dictaminó, el rubio no pudo evitar tensarse antes de negar en la cabeza dejando que el enojo se hiciera cargo.
— ¡Es estúpido! — Alzó la voz, sintiendo ganas de agarrar un vial y tirarlo al suelo pero no, no lo haría. Eso le daría razón en que se estaba alterando.
— ¿Qué cosa? ¡Maldición! ¡Todo el mundo se da cuenta y él único que lo sigues negando eres tú!
¡Así que hazme un favor y reacciona! ¿Hace cuánto todo lo que sucede entre ustedes no está premeditado para conseguir algo? —
Lucius se quedó en silencio sosteniendo la mirada del más joven, había retrocedido un par de pasos y su expresión estaba en blanco pero Severus podía notar el ligero temblor en sus manos.
—Me tengo que ir. — siseó empujándose un poco más para atrás antes de sacar su varita, desapareciendo tras un latigazo.
— ¡No, espera! ¡Todavía no te lo he dicho todo! ¡Aún hay algo que necesitas saber! — Severus gruñó con fuerza al notar que desapareció, agarró los viales vacíos y los tiró con fuerza contra la pared haciendo que se rompieran en mil pedazos, sintiendo su cabeza palpitar ¡Maldición! ¿Por qué era tan difícil?
Sabía lo que haría y sería estúpido.
Agarró un pergamino y se puso a escribir, si el patriarca no quería escucharlo de frente tendría que leerlo. Pero por Merlín, debía saberlo antes de entrar en pánico y tomar una decisión impulsiva.
¿Por qué pensó que darles la poción para romper el enlace fue buena idea? Creía que el patriarca notaría lo extraño que era no querer separarse pero parecía que Lucius volvía a sorprenderlo con lo imprevisible que era.
Y esta vez, eso no traería nada bueno.

No te metas con el lobo.Where stories live. Discover now