Un problema termina y otro...

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No podía creerlo. Se había tomado el supresor más fuerte que tenía ¡Tres veces! ¡Debería durar cada uno al menos una semana y a la hora podía sentir que el efecto pasaba! ¡Su cuerpo nunca había sido tan traicionero! ¡Malditos medimagos que lo obligaron a dejarlos, seguramente las pociones para su curación seguían haciendo efecto luego de un año entero!
O el maldito perro. Tal vez si no hubiera aceptado ayudarlo no estaría en esa situación.
Respiró profundo mientras aparecía afuera del hotel empezando a caminar, no se hospedaría con los demás, buscaría un lugar lejano.
La presencia de Lucius no había ayudado. Su aroma era muy leve por las anti feromonas pero podía notar que estaba esperando. El hecho que no tuviera marca lograba un efecto extraño en él: la envidia natural del instinto en conjunto de una preocupación avasallante. No había seguido al rubio por temor a parecer un perro tras su dueño, pero se quedó en las bancas hasta ver que Lupin iba hacia el mismo lugar por donde salió Lucius. Cuando ambos llegaron juntos mermó su preocupación pero eso hizo que el malestar aumentara.
Odiaba que su parte omega envidiara tanto al rubio.
Y al parecer su cuerpo respondía peleando una y otra vez contra el supresor, eso no era bueno en lo absoluto.
Por suerte aun su aroma era bajo, no era aún lo suficiente atrayente como para que alguien pasara por alto su apariencia física o su intimidante mirada pero sabía que no se quedaría así por mucho tiempo. No le gustaba esa sensación de vulnerabilidad que se agarraba de su espalda y lo hacían sentirse muy alerta.
Los pasos detrás de él no lo detuvieron, ni siquiera cuando reconoció el aroma. Tal vez si caminaba rápido se cansaría, después de todo aún estaba la recepción de la boda de Potter. Tal vez debió haberse despedido de Draco pero una nota tuvo que bastar, no quería que él lo notara y se preocupara. Era su día.
— ¡Ey, ey! ¿A dónde vas? Los chicos ni siquiera se fueron. — Black tiró de su brazo deteniéndose, Severus se dio vuelta agarrando su varita y alzándola pero sin lanzar ningún maleficio. Estaban en una zona muggle-mágica y estaba prohibido. Moviéndose fuertemente se soltó pero no guardo su varita.
— ¡Maldita sea! ¿No puedo caminar en paz? ¡Vuelve a la maldita fiesta! —  Siseó molesto mientras fruncía el ceño. Que hubiera tenido que compartir mucho tiempo juntos no había pulido entre los dos, se soportaban algunos días, había días donde no lo harían. Incluso una vez se pelearon como gatos a la manera muggle, no podía decir que había ganado pero tampoco había perdido del todo.
Pero hacía mucho tiempo no tenían una confrontación, la paz delicada entre ellos se había mantenido por mucho tiempo y si tenía que hacerla estallar para escapar de ello, lo haría.
— ¿Qué diablos ocurre contigo? ¿No puedes dejar las pociones un par de horas más? — Reclamó, el hecho de que Black no sacara su varita ni tuviera sus manos hechas puños lo sorprendió. Incluso no hizo amague de agarrarlo de nuevo.
Le había dado la excusa perfecta pero sabía que eso solo llevaría a más gritos en la calle, aunque el hechizo silencioso de privacidad había sido puesto aun había riesgo de que algún muggle lo viera por la ventana y se sorprendiera al ver a dos hombres que parecían gritar sin hacer sonido.
— ¡Necesito mis supresores! ¿Contento? — Admitió al final de mala gana para terminar con todo, en vez de alejarse el alfa se acercó olfateando deliberadamente haciéndolo erizarse. Severus lo empujó un poco para alejarlo de él diciendo un insulto por lo bajo.
—Oh, es verdad… pero tu aroma no está alto…— Sirius arqueó una ceja poniendo sus manos en los bolsillos del pantalón, estaba sin su saco y solamente con la camisa. Severus parpadeó al ver su cuello y luego desvió la mirada antes de darse vuelta para seguir caminando.
Nunca le daría la espalda a un enemigo pero estaba preparado para cualquier ataque.
— ¿Y debo esperar a apestar completamente para tomar una dosis? — Se burló mientras caminaba casi rodando los ojos cuando el alfa empezó a  caminar a su lado.
—Bien, pero tampoco puedes ir caminando por la calle así. Puedo aparecernos en el hotel donde estuvimos con Harry. — Sirius se puso delante de él empezando a caminar hacia atrás, Severus lo miró sin detener su paso haciendo una pequeña mueca cuando el Gryffindor pudo sortear un poste sin voltearse.
—No necesito tu ayuda. — Se movió a un costado y pasó por al lado del alfa  caminando más rápido. No se detuvo al escuchar el resoplido del hombre.
—Estás más huraño de lo normal, creí que ya habíamos pasado esa etapa. — se quejó, Severus lo miró parando al fin mientras fruncía el ceño.
— ¿Etapa? Nuestras etapas duran décadas, Black. — Dijo casi con desdén.
—Aceptaste ser mi compañía en la boda y cuando uno acepta, es normal llevar a su pareja a casa una vez terminado. En este caso a la habitación de un hotel. — Sonrió casi con triunfo, Severus lo miró con neutralidad antes de negar con la cabeza.
—Y de pronto sacas costumbres que te beneficien, bien por ti. — Sonrió de manera sarcástica pero no volvió a caminar, tenía su varita aun bien sostenida y esperaba que lo dejara ir pronto. Su aroma no se había intensificado aun, por suerte, y su consciencia parecía normal. Pero podía tardar una hora o más en encontrar un lugar donde quedarse y que tuviera la suficiente seguridad como para dejar entrar a alguien… o dejarlo salir mientras su feromonas estuvieran tan altas.
—Solo déjame aparecernos. — Sirius ofreció su mano, el omega lo miró frunciendo el ceño. Podría negarse y seguir caminando, el hotel donde habían estado antes de la boda seguramente era tan bueno como donde estuvo Draco.
Antes no habría dudado en decir que podía seguir buscando solo pero seguramente Sirius lo seguiría a todos lados mientras hablaba y eso podía ser más irritante.
—Bien. — Aceptó agarrando su mano, el alfa sacó su varita y Severus agarró con más fuerza la suya muy dispuesto a devolver cualquier hechizo con otras intenciones pero enseguida desaparecieron.
Aparecieron en lo que parecía más un departamento, estaban en la sala y había una puerta que seguramente llevaba a la habitación. Severus miró todo el lugar, olía a limpio por lo cual supuso que cualquier aroma del alfa había sido removido.
Fue directo a la habitación abriendo uno de los muebles encontrando supresores –todos los hoteles solían tenerlos-, agarró el pequeño vial y lo olió ¡No era ni dos tercios de bueno como lo que él hacía! Si los suyos no habían funcionado mucho menos este. Tuvo ganas de estrellarlo contra la pared pero se contuvo solo apretando el vial en su mano.
Podía pasar un celo solo, lo había hecho. Pero era irritante tener que hacerlo cuando supuestamente ya podía tomar supresores.
— ¿Y ahora qué? — Sirius se apoyó contra el marco de a puerta con los brazos cruzados, Severus podía notar que el aroma era más obvio pero aún no a niveles peligrosos. Tuvo ganas de tirarle el vial a la cabeza.
— ¡Y ahora nada! ¡Esto es culpa tuya! — Reclamó, si su cuerpo no hubiera estado expuesto a las feromonas de un mismo alfa por tanto tiempo no estaría pasando esto ¡Sobre todo sabiendo que tenía debilidad por él! Había usado sus feromonas para calmar a Black ¿Cómo no notó que las feromonas también lo afectaban a él.
— ¿Perdón? — Había esperado que se riera o se enojara ante la acusación pero el alfa solo parecía algo divertido y buscando explicaciones.
—Esto, lo que sea que hay aquí es… enfermo. Estas debilidades no se tienen con quienes te hicieron daño. — Si, parecía que su omega era defectuoso también pero eso no quería decir que fuera a decirlo en voz alta para todo el mundo.
—Me disculpe por eso. — Severus lo miró, estuvo a punto de decir que una disculpa no arreglaba nada pero cambió su respuesta.
—Por qué debías disculparte, me necesitabas. Y parece que ya vas por muy buen camino, tal vez deberíamos empezar a pensar que mis feromonas ya no son necesarias para mantenerte a raya.
Las pociones tranquilizantes deben empezar a funcionar. — Podía pedirle que se fuera en ese momento pero parecía más lógico pedirle que se fuera definitivamente.
— ¿Podrías tomar tu supresor? — Black se llevó una mano a la cara, las feromonas ya eran muy intensas aunque la mayoría eran de enojo que solo creció ante esa pregunta.
— ¡No me hace efecto! ¡Y es tu culpa! — Alzó la voz apretando los puños, un escalofrío lo recorrió y sintió la debilidad en sus piernas pero aun así se mantuvo erguido. Si quería que se fuera, debía hacerlo ahora.  —Al diablo, te harás cargo de esto. — Gruñó, cansado. No importara cuanto dijera que podía solo, un celo así era extremadamente molesto. Era horrible perder la conciencia y que esta fuera reemplazada con lujuria ¡Pero ya que!  —Si me marcas no solo te castraré encontraré la forma de darte una muerte dolorosa que será confundida con una enfermedad mágica. — Amenazó acercándose, desabrochando la túnica.
—Wow, wow ¡Espera! ¡Más lento! — El alfa lo miró sorprendido y retrocedió.
— ¿¡Qué diablos no entiendes!? — Dejó la túnica a un lado, todavía tenía la camisa y el pantalón. Al diablo con todo, ya había pasado por esa necesidad en alguna parte de la adolescencia.
No debería confiar en Sirius pero si el omega tanto quería confiar entonces lo haría para demostrar que tan equivocado podía estar el instinto.
—Estás… enojado. No creo que estés pensando perfectamente en este momento. — Sirius pasó su mano por su propio cuello, ambos estaban algo rojos por todo. El alfa por las feromonas y el omega por una mezcla de ellas con el enojo.
—Vienes coqueteando e insinuando desde hace meses ¿Y vas a decir que no? — Acusó.
—…— Sirius lo miró sorprendido y abrió y cerró la boca un par de veces antes de contestar. —Te diste cuenta. — Severus rió pasando sus manos por su cabello sintiendo muchas más claras las feromonas del alfa, notó como Sirius sacaba un vial de su bolsillo y supo que era un supresor alfa.
—Si ¿Qué tan idiota crees que soy? — Se burló, aunque en realidad nunca había estado seguro. Tiró esa piedra para que al fin el alfa decidiera quedarse o irse.
— ¡Pues no lo sé! Nunca reaccionaste distinto a como siempre. Además esto no tiene nada que ver. — Sirius tomó la poción rápidamente concentrándose para quedarse donde estaba. Aun el aroma del omega era agradable aunque ya no quisiera saltarle encima con todo el instinto a cuestas.
Respiró profundo un par de veces.
—Ya que tomaste el supresor, si las cosas salen mal no me temblara la mano para acabarte. — El omega lo miró peligrosamente aun quedándose a distancia. Dejó la túnica a un lado mirándolo con desafío.
—No confías en mí para esto. — Severus frunció el ceño ¡Por supuesto que no! Tal vez podía bajar la guardia pero no tanto. Pero una vez que toda la novedad entre ellos se calmara más rápido podría irse y, con suerte, su celo solo duraría un par de días con compañía.
—Black, he estado con alfas en mi celo en los cuales no confiaba. — Confesó al fin, los ojos grises lo miraron sorprendidos. Severus resopló.
—Espera ¿Qué? — Sirius lo miró incrédulo.
— ¿Sorprendido? No hacerlo en Hogwarts no quiere decir que fuera de él no tuviera algunas historias. — Sonrió algo orgulloso aunque no lo estuviera realmente.
—Pero amabas a Lily. — Murmuró el alfa confuso.
—Eso no me daba satisfacción en el celo. — Severus negó con la cabeza sin querer meter a su amiga fallecida en eso.
—… ¿Fue consentido? Es decir ¿Por ti? — El omega apretó los labios ¡Lucius también había preguntado eso! Trató de no sentirse ofendido pero no pudo evitar que una mueca apareciera en su rostro.
—Era un bicho raro, pero había celos difíciles de controlar. Había un muchacho, era conocido por “ayudar”. Lo que él menos quería era hijos o una marca a su edad así que tomaba todas las precauciones. — Había sido un muggle, recordaba lo muy desconfiado que estaba de ese chico pero luego de que su padre rompiera sus pociones y no tener dinero para comprar los malos supresores no mágicos pasar un segundo celo sin compañía había parecido una tortura.
A pesar de todo el muchacho había sido tan bueno y recto como habían dicho. No hubo marcas ni ninguna mención de lo que compartieron luego del hecho. Incluso despertar solo había sido un alivio y el que hubiera pagado la habitación también.
— ¿Cómo un prostituto? — Sirius alzó las cejas.
—No, no recibía dinero por ello. Solo le divertía. Y antes de que te lo preguntes, si, ahora es un adulto y está casado, tiene dos hijos y un perro. No lo traumó en lo absoluto ayudar a varias personas. — Se pasó la mano por el rostro sintiendo el calor irradiado pero trató de no mostrar ese cambio en él.
—Oh— Parecía confundido así que le sonrió algo sarcástico.
—No esperabas que nunca hubiera hecho algo así ¿O sí? — Presionó, porque a mayoría lo hacía.
—No sabía que pensar. — Severus dejó escapar un resoplido de burla.
—Ahora mismo estoy harto, hasta que vuelvan a funcionar los supresores tú debes de servir. Si no quieres, puedes irte. Encontraré a alguien y, aunque no lo creas, no es tan difícil sobre todo cuando lees las intenciones de las personas con legeremancia.
— ¿Podemos detenernos y hablar de esto, y cómo repercutirá en nuestra relación en el futuro? — El omega lo miró preguntándose si estaba bromeando pero Sirius parecía hablar en serio. Tuvo ganas de reír pero no lo hizo, solo rodó los ojos y caminó hacia él solo para cruzar la puerta.
—No. — Sonrió de costado sin saber muy bien a donde iría, pero encontraría que hacer. Tal vez uno de esos supresores no tan buenos le darían unos minutos más…
— ¡Ey, espera! ¡Estoy tratando de ser sensato aquí! — El alfa lo detuvo de nuevo, Severus suspiró.
—No tengo tiempo para esto, Sirius. — Trató de sonar duro pero salió casi cortado. El alfa se quedó callado y ambos se observaron.
Estaban ahí, en una situación en la cual se habían imaginado antes pero no habían pensado que podía pasar. Habían logrado llevarse cordialmente por largos periodos de tiempo ¿Eso arruinaría todo el camino hecho?
— ¿Lo podremos hablar al terminar o te escaparás? — Sirius se acercó despacio, ambos aún se miraban a la cara pero estaban mucho más cerca. El alfa estiró su mano apoyándola en el brazo del omega quien se tensó.
—Como que si no pudieras encontrarme si decidiera irme. — Murmuró al fin dejando que el Gryffindor tocara su rostro.
— ¿Es una invitación? — Sirius le sonrió, Severus respiró profundo sintiendo las feromonas del alfa. Se iba a arrepentir, se iba a arrepentir mucho pero eso ayudaría para que al fin pudiera desterrar al alfa de su vida. Si el instinto no podía aprender por las buenas debía hacerlo por las malas.
—Es solo resignación. — Se burló.
— ¿Entonces? — Ambos estaban muy cerca pero no dejó que eso lo desconcentrara.
—Podríamos ser sensatos los dos y conformarnos con lo que sea hasta que se termine. — Respondió firmemente.
—O podemos hablarlo como dos adultos. —Insistió.
—Pero luego. — Gruñó por lo bajo antes de acercarse del todo y besarlo en los labios. Sabía que una vez que empezara no habría quejas.
Luego podía armar las partes que quedaran de él.

No te metas con el lobo.Where stories live. Discover now