Sorpresas y palabras

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Miró el lugar respirando profundo, sintiendo como el mareo iba desvaneciéndose ante la falta de movimiento.
— ¿Estás bien? — Remus le preguntó acercándose, agarrando el saco que Lucius había dejado para ponerlo en el perchero para que el patriarca pudiera llevárselo cuando se fuera.
—Sí, solo un poco mareado ¿Quieres cambiarte o algo antes de caminar? — Lucius trató de no mirarlo y en cambio se acercó a las puertas de vidrio, se sentía nervioso y no quería alargar más la espera pero sabía que debía ser educado si quería que todo saliera lo suficientemente bien.
Se preguntó brevemente si no debería haber revisado que todo estaba bien mientras Remus hablaba con Weasley, ahora solo le quedaba esperar que el regalo se quedara dónde estaba y que los hechizos para protegerlo de cualquier incidente funcionaran.
— ¿A dónde? — Escuchó al licántropo preguntar y se dio la vuelta para mirarlo, pensó unos segundos como hacer que sonara mejor pero al final suspiró.
—Afuera, en tus terrenos. — Inclinó ligeramente la cabeza hacia el vidrio por donde podían verse el pasto y las flores, tratando de no prestar atención ante la expresión confundida del menor.
Había sido muy mala idea no planear como iba a decírselo pero ahora no era momento de arrepentirse. Tal vez debió dejarlo para otro día pero luego de comprender esa tensión entre ellos notó que no podía seguir aplazándolo más.
—Podemos ir ahora ¿Qué quieres mostrarme? — Al final parecía que la curiosidad le había ganado al león.
—Ven, sígueme. — Caminó hacia el jardín, deslizando la puerta para abrirla, había pensado si sería mejor ir en escoba pero sabía que Remus tendría varias negativas ante ello por su estado y no quería empezar una pelea, un paseo en escoba tendría que esperar hasta que fuera totalmente seguro.
Dio varios pasos sintiendo el aire frío contra su rostro y sus manos pero lo ignoró, sin hacer ningún amago de sacar su varita. Notó como el alfa lo siguió y le sonrió deteniéndose para  que se pusiera a su lado antes de seguir avanzando.
Había logrado encontrar el camino más corto hacía unos días, aunque había sido trazado por uno de los elfos. Pero a pesar de todo seguía siendo bastante largo.
Varios minutos después ya habían entrado a los territorios del lobo y aún no habían salido.
— ¿Estás seguro que puedes caminar tanto? — Lucius estuvo a punto de rodar los ojos al escucharlo, sintiéndose ligeramente ofendido por la insinuación.
— ¡Caminar es muy saludable! — Trató de hacer hincapié en eso sin detenerse, dejando que Remus caminara a su par. A pesar de que a veces tenían que rodear algunos árboles o tener cuidado con las depresiones del terreno no había una mayor complicación al menos que hubiera una serpiente deslizándose entre los pastizales.
— ¿Sabes que llegar al final de mi territorio será un camino muy largo? — El patriarca apretó los labios al escucharlo, Remus siempre era bastante intuitivo y parecía conocer el lugar bastante bien como para saber a dónde se dirigían.
—Este es el camino más corto, ya lo probé. — Trató de convencerlo, parando por unos segundos quedando frente al alfa quien lo miró confundido.
— ¿Qué? ¿Cómo? — Lucius sonrió al escucharlo y acomodó mejor su camisa antes de hablar.
—Aún estoy en las protecciones así que me doy algunas libertades con la parte de tus tierras que no tienen nada. — Pasó su mano por su cabello en un intento de acomodarlo arrepintiéndose de no haberlo atado con un lazo, dejando que el alfa se acercara.
—Tu peso aumentó por el bebé, no deberías esforzarte de más. — Remus acarició su brazo suavemente y el patriarca resopló un poco mientras se separaba para seguir caminando.
—Los embarazos Malfoy siempre han sido fáciles, nunca nadie ha muerto en un parto desde hace doscientos años y créeme, no seré el primero. Sigo siendo bastante ágil a pesar de la variable de mi peso. — Empezó a explicar sin detenerse, dejando que el alfa lo alcanzara antes de volver al mismo paso que antes. Aún estaban bastante lejos y parecía que tardarían mucho más de lo que había creído en llegar.
Tal vez debería haberlo pensado mejor pero no era momento para demostrar que no había sido bien planeado.
Había tenido en mente que tendría un par de días más para planearlo bien, para revisar los caminos y pensar los distintos escenarios, pero todo se había precipitado.
—Lucius…— Remus se adelantó agarrándolo del brazo obligándolo a detenerse, Lucius se dio vuelta para mirarlo agarrando su varita con su otra mano pero sin alzarla ni amenazarlo con ella tensándose un poco.
—No me trates como una damisela desvalida, aun puedo hacer que un elfo aparezca con las escobas. — Reclamó por lo bajo pero aun así guardando la varita para apoyar su mano sobre la del licántropo, acariciándola levemente tratando de que soltara su brazo para continuar. Seguía tratando de demostrarse completamente seguro de lo que estaba haciendo pero al punto donde quería llegar lo hacía sentir nervioso.
¿Pero quién sería él si no pudiera disimular?
—La aparición es más segura si la hace un elfo ¿Cierto? Podemos pedirle a Twinky que nos lleve al borde. — Remus insistió soltándolo pero aun manteniéndose cerca, el patriarca respiró algo profundo disfrutando de su aroma pero aun así su orgullo no se vio tranquilizado.
— ¿Crees que estoy cansado? — Lo miró con algo de enojo sin poder contenerse, la verdad es que si lo estaba pero no quería admitirlo. El peso del bebé era algo a lo que no se había acostumbrado del todo y su vida se había vuelto bastante pacifica, mayormente sin quedarse parado demasiado tiempo o caminar largas distancias, pero aún era algo que podía manejar por varios metros más.
—Yo si lo estoy. — Lucius miró sus ojos y la pequeña sonrisa amable, sabiendo que estaba mintiendo. Aun así suspiró y se calmó mirando hacia donde se dirigían.
—Oh, lo siento. — Se obligó a disculparse, si iban a detenerse e ir por lo fácil quería que quedara claro que no era por decisión de él.
—No hay de qué. — La sonrisa divertida del licántropo lo hizo desviar la mirada, llamando a la elfina la cual apareció con prontitud. Luego de varias alabanzas y dichos sobre castigos al fin pudieron hacer que los aparezca a un costado de una carretera de tierra para nada transitada.
Twinky desapareció para seguir sus deberes apenas los dejó ahí.
Lucius agradeció que esta vez ni el mareo ni las náuseas lo atacaran, la elfina había tenido un especial cuidado en aparecerlos ahí.
—Los muggles no suelen pasar por aquí y hay protecciones que evitan que entren a la propiedad ¿Tenías preocupación con eso? — Remus se acercó un poco el camino notoriamente confundido, Lucius sonrió algo burlón sabiendo que decía la verdad.
Había averiguado bastante sobre las hectáreas que tenía su ex compañero en su poder, así como hasta donde podían llegar los muggles. Esa carretera estaba cortada kilómetros atrás con varios letreros de que era sin salida pero incluso si no hacían caso no podrían adentrarse en los terreno.
—No, finite encantatem. — Conjuró sacando su varita y señalando a la carretera vacía, pudo notar la duda en el rostro del alfa pero la expresión se convirtió en sorpresa al ver el auto. Era el mismo que habían utilizado en las vacaciones, de un color gris impecable.
Sonrió algo orgulloso de sí mismo mientras se acercaban ¡Había sido tan difícil obtenerlo! Había tenido que hacer tratos con al menos dos muggles además del estúpido alfa sangre sucia que lo había tratado mal la primera vez.
También había tenido que convertir muchos galeones en dinero muggle, además de depositar en un banco de ellos aunque de eso lo duendes de habían encargado. Tenían tarjetas y demasiados planes, parecía que los muggles tenían como objetivo absorber la máxima cantidad de dinero que podían además que al parecer debían pagar la matrícula y algunos impuestos más que querían decir que debería regresar.
Sin duda su excursión por el mundo muggle había sido singular aunque prefería no volver a repetirla, no al menos sin alguien de verdadera confianza porque el maldito sangre sucia lo había dejado solo a la mitad de la ciudad ¡Sin decirle como se suponía que volvería! Para su suerte el muggle de la concesionaria había estado tan encantado de su compra que le consiguió un taxi, así que no se había visto en obligación de aparecer.
—Puedes entrar. — Lucius apoyó su mano en el hombro de Remus saliendo de sus propios pensamientos y centrándose en él, notando como analizaba el auto con la mirada. Remus le devolvió la sonrisa pero aun así caminó primero al asiento del acompañante para abrirle la puerta. El patriarca pensó que él era siempre bastante caballeroso y aceptó el gesto, sentándose en la silla del copiloto pasando su mano por el cabello para acomodarlo.
El castaño no tardó en cerrar la puerta antes de abrir la propia y entrar, acarició el volante aún bastante sorprendido y la palanca de cambio, no había esperado una sorpresa así. Ni siquiera tenía idea de que había esperado que el patriarca le mostrara en los límites de su propiedad.
—Wow, realmente no creí que fueras capaz de recordar la marca del auto. — Dijo al fin su asombro en voz alta, notando como todo parecía nuevo.
Lucius sabía que por su cabeza debían estar pasando miles de preguntas.
—Hice un dibujo y el muggle me lo dijo. — Admitió encogiéndose de hombros, jugando un poco con su corbata para no mirarlo sintiéndose algo avergonzado por ello. Al menos era un buen dibujante, no había habido problema en saber a qué auto se refería aunque el vendedor había bromeado con que se notaba bastante que era un regalo para alguien y que él no los manejaba, algo que lo había ofendido aunque fuera cierto.
Que suerte que no le había respondido mal o el hombre no le hubiera conseguido como volver.
— ¿Fuiste al mundo muggle a comprarlo? — Remus miró hacia el omega bastante sorprendido, Lucius asintió mirando por el vidrio y bajándolo para no mirarlo a la cara, de pronto se sentía un poco avergonzado.
—Sí, así que es absolutamente normal por si pensabas que volaba. — Se burló ligeramente, golpeteando un poco con sus dedos dudando en si ponerse el cinturón o no, al final lo dejó. Ya no estaban en la ciudad y no debían seguir esas reglas.
Tal vez si tenía suerte la próxima vez que salieran podían hacerlo en el mundo muggle, sería más relajado sabiendo que no lo dejaría solo en medio de toda esa gente extraña.
—Esto es… wow… es el mismo que utilizamos…— Ni quisiera terminó la frase antes de que Lucius lo interrumpiera.
—Lo sé, por eso lo elegí. Es un regalo. — Se apuró a aclarar esta vez sí mirándolo, poniendo sus manos en su propio regazo sintiéndose algo nervioso. Estaba acostumbrado a dar regalos caros pero el auto tenía otros significados.
Nunca se había mezclado con muggles o con algo que odiara para conseguir un presente para alguien, ponía su esfuerzo pero no tanto.
—Oh, no… no hay forma…— Remus empezó a negar apartando las manos del volante.
—Tal vez mi plan malvado es regalártelo así después me enseñas a manejar. — Agarró una mano del menor volviéndola a poner sobre el coche, presionándola ligeramente antes de apartarla.
—Ese… ese un plan maquiavélico. — El menor apenas podía contener su emoción, Lucius sonrió asintiendo con diversión.
—Los autos me gustaron así que esto no es solo por ti, tal vez logre algo con ellos. La llave. — La sacó del bolsillo del pantalón, no la había achicado por temor a no poder volverla a su tamaño original exacto, era algo en lo que había pensado mucho mientras lo veía. Remus agarró la llave y la puso, arrancando.
Presionó el acelerador, yendo mucho más rápido de lo que había ido en la isla y con los vidrios abajo, el patriarca se rió ligeramente apoyando una mano en su cabello para que no lo molestara. El aire estaba frío y golpeaba de forma fresca en su rostro, por el camino abandonado se podían ver las hectáreas de tierra, pastos y árboles. Incluso algunos conejos o liebres que andaban por ahí.
No hablaron durante un rato, disfrutando de la compañía mutua y la velocidad, había creído que iba a tener que insistir un poco para ir rápido pero al parecer el licántropo se sentía bastante seguro con todo eso.
Cuando al fin se detuvo ambos se sonrieron, con las mejillas sonrosadas por el frío y con los ojos llenos de sentimientos. Lucius no tenía idea de donde estaban pero suponía que se habían adentrado al territorio de su compañero, tal vez más cerca de la casa.
El corazón de ambos latía con fuerza y Lucius podía notar la emoción que había en ambos, era casi como esas vacaciones en la isla donde ni siquiera tenía que pensar demasiado en sus propios sentimientos y solo tenía que dedicarse a disfrutar.
Ver al otro feliz lo hacía feliz, aunque al parecer el cariño hacia el auto era algo que compartirían.
—Esto ha sido genial. — Remus sonrió negando con la cabeza, agarrando una de las manos del rubio con la suya y presionándola de forma cariñosa.
Lucius disfrutó de esa calidez sin ocultar la sonrisa que aún estaba en su rostro, aunque trató de controlarse un poco.
—Lo sé, pero puedes tomarlo como un regalo con trampa. — Habló con cuidado antes de respirar profundo, agarrando la mano del rubio trigo entre las suyas sin dejar que la apartara, sintiéndose un poco más seguro al notar que el alfa lo miraba con curiosidad y no con desconfianza.
— ¿Por qué? — Remus llevó su otra mano al rostro del omega acariciándolo suavemente, observando sus ojos directamente. El patriarca sintió un escalofrío y tragó en seco pero se negó a soltar sus manos.
—Tenemos que hablar. — Lucius bajó la voz al decirlo, sin saber muy bien como abrir todos los temas que quería tocar. Pero parecía que ir directo al grano era algo que no podía evitar esta vez.
—Creo que es… un buen lugar para hacerlo. — Remus asintió presionando su pulgar contra su mejilla antes de apartar su mano de su rostro y apoyarla sobre sus manos unidas.
Ambos se quedaron en silencio por varios minutos, Lucius parecía querer hablar pero no encontraba las palabras pero Remus lo miraba pacientemente, dejando que se tomara el tiempo para empezar.
El patriarca apartó sus manos acomodándose en el asiento para poder mirarlo sin sentirse muy incómodo, apoyando sus manos en sus rodillas tratando de calmarse. Sin una poción de la verdad eso era difícil para él pero era bastante necesario.
—Sé que soy alguien difícil y soy el que pone la mayor parte de las discusiones. — Admitió despacio llevando una mano a su propio cuello y pasándolo por debajo de su cabello, corriéndolo a un lado. El aroma del alfa lo tranquilizaba y solo quería inclinarse un poco más hacia él pero se contuvo.
—Ambos somos difíciles, Lucius. — El patriarca sonrió algo incrédulo ante la declaración.
—No, tú no eres difícil. — Reclamó aunque no con demasiado ímpetu ya que ese no era el tema exacto que debían discutir, Remus volvió a acariciar su rostro y el patriarca lo dejó apoyándose un poco ante su toque.
— ¿Qué es lo que ocurre, Lucius? — Murmuró despacio, casi cariñoso.
—Cuando fui a la concesionaria hoy… me di cuenta que no puedo cambiar totalmente por ti. Puedo hacerlo contigo porque te amo, porque cuando no estas no hay nada más… pero con los demás sigo siendo el mismo idiota de siempre. — Lo miró a los ojos al decirlo, llevando una de sus manos hacia la del licántropo apoyándola sobre la que tenía sobre su rostro.  —Incluso hoy, mi reacción con Weasley fue de rechazo y si no lo molesté fue por tu presencia.
Sé que hay cosas que hago que están mal, pero son costumbres y no puedo… Dejar de hacerlo. — Nunca se había sentido avergonzado por esas actitudes pero en ese momento esa era la sensación que lo embargaban, había creído que podía superarlo pero no era así. Solo había hecho unas cuantas excepciones porque sus sentimientos eran más grandes que sus ideas sangre pura, pero eso no cambiaba la visión que tenía del mundo o hacia los otros.
—Lo entiendo ¿Piensas acaso que yo…?— No lo dejó terminar la pregunta, el patriarca se apuró para seguir hablando.
—Sé que conoces esa parte de mí pero no voy a ser una buena influencia en ese sentido. El bebé… tu… — Respiró profundo presionando más su mano contra la suya, apoyando su cabeza en ella disfrutando de la caricia. —Tal vez no sea tan buen padre como pensaste. — Susurró al fin apartándose pero aun manteniendo sus manos unidas, sabía que podía fingir haber cambiado y ese sería el camino más fácil pero solo en un principio.
Sabía que de a poco Remus lo había terminado conociendo y en poco tiempo podría reconocer cuando mentía o manipulaba algo, no quería basar en cosas forzadas lo que sucediera entre ellos.
—Lucius, ambos tenemos defectos. No solo tú. — Remus llevó su mano a sus labios besando sus dedos, Lucius suspiró bajito ante el gesto y se inclinó un poco más hacia él, el alfa copió su gesto haciendo que apoyaran su frente en la del otro. El rubio rodeó su cuello con sus brazos con cuidado, dejándose abrazar de igual manera.
—Tú no los tienes. — Murmuró por lo bajo mientras cerraba los ojos, el aroma del alfa era mucho más intenso y agradable, lo hacía sentir mucho más seguro sobre ser sincero esta vez.
—Bueno, esta mi maldición. También a pesar de ser Gryffindor a veces suelo evitar las cosas, hacer el que no veo o evitar confrontaciones incluso cuando sé que es correcto. — Susurró, Lucius parpadeó confundido apartándose solo un poco para poder mirarlo a los ojos.
—Nunca retrocediste conmigo. — Le recordó.
—Lucius…—Lo rodeó un poco más con su brazo, atrayéndolo hacia él y haciéndolo sentarse a horcajadas sobre sus piernas, tratando de que no fuera demasiado incomodo por el volante apoyando una mano en su espalda. Lucius dejó escapar un pequeño sonido de sorpresa pero solo lo abrazó más. —Porque me diste un motivo para no serlo. Si retrocedía, si dudaba estaría siendo aplastado.
No había lugar para retroceder.
Debía seguirte el paso o me perdía, no tendrías piedad en eso.
Me desafiaste y acepte el desafío. No sé si gané o perdí pero no importa, no tienes que ser perfecto para mí porque yo tampoco lo soy. Sacas lo peor y lo mejor de mí, Lucius y eso a veces me asusta.
Eres un Malfoy y ustedes se adaptan. Cuando el mundo muggle empiece a formar más parte del mundo mágico te adaptaras y puedo ayudarte a hacerlo. No pido que olvides tus tradiciones o que no las enseñes…Solo… serán otros tiempos. — Remus besó la mejilla del omega rodeándolo con sus brazos, disfrutando de esa intimidad.
—Hablas como que si te fueras a quedar conmigo. — Lucius al fin dijo separándose solo un poco, acariciando el cabello corto del licántropo con una mano mirándolo a los ojos con algo de ferocidad pero Remus también podía ver vulnerabilidad en él.
— ¿A qué te refieres? — Respondió luego de quedar unos segundos en silencio, aun rodeándolo con sus brazos.
— ¿Crees que no noté que decidiste apartarte? No soy idiota y me costó notar esa nueva tensión pero al final sigues siendo leíble para mí. — Susurró muy bajo pero a pesar de lo que decía volvió a apoyar su frente sobre la del alfa cerrando los ojos con algo de fuerza.
— ¿Qué te hace pensar eso? — Remus acarició su espalda con ternura sin cambiar la posición.
—Porque me besaste como yo te bese antes de irme. Con anhelo, como tratando de grabar algo que nunca más tendrás. Queriendo recordar la razón por la que te quedas…
Pero al final elegí irme y tú también tienes esa opción. Y está bien, puedes escapar. Está bien. — Trató de tragar el nudo en la garganta mientras lo decía, al menos podía estar un poco orgulloso de que voz no hubiera flaqueado mientras hablaba.
No quería rogar por otra oportunidad, lo que menos quería era causarle más lastima.
—Lucius…— Susurró su nombre pero el patriarca solo lo calló con un pequeño beso en los labios antes de volver a hablar.
—Así que lo diré solo una vez más, quédate conmigo.
Por supuesto que puedes decir que no, pero supongo que seré molesto por un tiempo, no soy bueno lidiando con los planes que no salen como yo quiero. — Trató de bromear con lo último, apartándose un poco para poder mirarlo a la cara.
—No voy a ir a ningún lado, Lucius. Si, lo pensé pero no puedo.
No quiero pensar en los “Y si…”, me vuelves loco.
Pero este apego que sientes hacia mí, esas formas de tratar de complacerme podría ser solo porque el vínculo aún no está del todo roto y por el bebé. Si esto termina, no puede terminar mal, tendremos un bebé en común y no quiero que esto se vuelva una pelea por su custodia. — Admitió inclinándose un poco y besando el cuello del omega cerca de donde tendría que tener la marca, Lucius suspiró de manera ahogada deslizando sus dedos sobre el cabello del alfa.
—Si lo hace, tú la ganaras. — mantuvo su tono bajo, tratando de no romper esa complicidad que sentía.
—Nunca te negaría verlo. — Y él lo sabía, estaba seguro que aunque se fuera y volviera en diez años no le negaría conocer a su hijo, aunque también tenía la certeza que no lo esperaría ni lo perdonaría una vez más.
—Lo sé, aunque no puedo decir lo mismo de mí. Suelo ser rencoroso. — Sonrió de lado dejando que se apartara, acarició la mejilla del menor mirando sus ojos mieles.
—Y dramático. — Se burló un poco.
— ¿Podemos… intentarlo de nuevo? — Sentía que pendía de un hilo luego de soltar la pregunta, había planeado llevar la conversación por mil camino para evitar la pregunta directa.
No quería que renunciara a él, quería que pudieran seguir intentándolo aunque sabía que esta vez podía ser la última oportunidad. Cualquier juego podría arruinarlo o minar la confianza entre ambos, con el pasado que los separaba era difícil hacer un puente pero tal vez podrían hacerlo.
¿Pero qué hacer si se negaba?
—Pero no habrá otra oportunidad, si no funciona nos separaremos sin dramas. No tratare de quitarte al bebé si tu no lo haces, podemos criarlo juntos sin importar como termine lo nuestro —Remus suspiró antes de besar su mejilla —No estaré esperando por siempre como un perro fiel a que entres en razón. Y esta vez sin trampas. — su voz era seria y llena de advertencia, Lucius asintió sin saber muy bien a qué respuesta lo estaba llevando.
—Lo entiendo. —
—Entonces sí, podemos. — La sonrisa cálida que le siguió hizo que su corazón saltara, sonrió temblando un poco ante la respuesta positiva sin saber cómo expresar todo lo que quería decir.
—Te amo. — Murmuró muy bajo, casi como diciendo un secreto mientras seguía apoyando sus manos en sus mejillas antes de besarlo pero esta vez intensamente. No esperó respuesta pero sus brazos rodeándolo y atrayéndolo fue suficiente, gimió por lo bajo cuando el beso se profundizo dejándolo explorar en su boca, deslizando sus manos por su espalda disfrutando del calor y lo aromas.
Su corazón latía demasiado fuerte y por primera vez notaba lo pequeño que era el lugar.
Ambos se separaron casi jadeando y bastante sonrojados, bastante afectados por el beso pero solo fueron unos segundos antes de volverse a besar. Se habían extrañado por mucho tiempo y sabían que esto solo era un inicio, miles de cosas podrían salir mal pero también otras tantas podrían salir bien.
Se aferró más a él presionándose gimiendo por lo bajo, dando un jadeo al sentir sus caricias bajando por su espalda. Se separó un poco apoyando su frente en la de él, acariciando su pecho con sus manos desabrochando algunos botones pero el alfa lo detuvo.
—Creo que deberíamos parar aquí… — Susurró besando la frente del omega, el aroma de ambos denotaba lo excitados que estaban pero era un lugar pequeño.
—Remus…— Se quejó abrazándolo de nuevo, escondiéndose un poco en él.
—Puedo conducir a casa, será demasiado incómodo y estas encinta. — Presionó otro beso en su cabello tratando de calmarse, manteniendo una de sus manos en la espalda baja del omega y la otra en su cintura. No quería hacerle daño al bebé.
—No me trates como que si fuera de vidrio. — Se quejó apartándose un poco, su cabello estaba algo desordenado y sus labios seguían rojos e hinchados por los besos. Remus dejó otro pequeño beso en sus labios.
—Sé que no eres de vidrio, pero déjame tratarte así ¿Si? — Pidió cariñosamente antes de olfatear un poco su cuello. No podía evitar el escalofrío de orgullo que lo recorría cada vez que lo sentía.
—… Está bien…— Se deslizó de nuevo a su asiento, sonriendo un poco al sentir que agarraba su mano, devolvió el ligero apretón entrelazando sus dedos unos segundos antes de arrancar.
Esta vez dejó que su cabello se moviera con el viento, manteniendo los vidrios bajos para que el aire frío terminara por enfriar el ambiente y ventilar las feromonas de ambos.
Tardaron algunos minutos antes de que la casa se viera, Lucius podía notar que el alfa seguramente estaba pensando en que debería hacer un camino para el auto y por ello no pudo evitar sonreír.
No esperó a que le abriera la puerta y bajó, notando que no había dañado ninguna de las flores ni plantas que había estado cuidando.
—Si el auto se quedará aquí tendré que cambiar algunas cosas. — Habló el licántropo apoyando una mano en el auto y mirando hacia Lucius antes de agarrar su mano, el omega suspiró por lo bajo y entrelazó más sus dedos volviéndose a acercar para dejar un pequeño beso en sus labios.
No sabía muy bien cómo actuar, se sentía casi como cuando sucedió lo de la segunda marca y fueron obligados a vivir juntos, no sabía que pasos deberían ser los siguientes o que tanto se les permitía avanzar.
—Lo resolveremos. — No solo hablaba del auto pero decidió no marcarlo mientras se dejaba abrazar, escondió su rostro en su cuello rodeándolo con sus brazos aspirando con fuerza disfrutando de su aroma estremeciéndose al sentir que acariciaba su espalda.
—Tenemos que entrar, debemos comer. — Remus murmuró muy bajo antes de besar su cabello, Lucius asintió antes de separarse con cuidado. Ambos se miraron a los ojos antes de empezar a caminar, dirigiéndose al cálido interior.
Lucius tuvo mucho cuidado con las flores para no pisar ninguna en el camino dejando que el menor abriera la puerta de vidrio para que ambos entraran. Remus dejó la llave sobre el mueble antes de dirigirse a la cocina.
—Creo que rompí tu rutina por lo hora, deja que los elfos cocinen ¡Twinky! — Alzó su voz ante lo último sabiendo que estaban más atentos a sus deseos por sus estado. Extrañamente a los elfos parecían gustarles los bebés y los niños pequeños.
— ¡A-Amo! — La elfina hizo una reverencia luego de aparecer.
—Prepara la cena y avísanos cuando esté lista, puedes traer a otros elfos para ayudarte si lo deseas. — Lucius ordenó volviendo a su voz demandante.
— ¿A-algo en particular, Amo? — La elfina lo observó con sus grandes ojos y Lucius miró a su pareja quien negó con la cabeza.
—No, has lo normal. — Caminó hacia donde estaba su saco agarrándolo nuevamente. — ¿Te parece si subimos a cambiarnos? — Miró hacia Remus acercándose a él antes de echarle un vistazo a las escaleras.
—Si… creo que no hay problema. — Lucius sonrió ante la respuesta antes de empezar a caminar, conocía de memoria la casa así que no dudó hacia dónde ir, tal vez solo por recuerdos o porque no se planteó otra opción fue directamente a la habitación que habían compartido. La abrió deteniéndose unos segundos al verla sintiendo de pronto un nudo en la garganta.
Entró despacio, estaba tan bien iluminada como recordaba pero el color de la pared era más suave, la cama era más grande que la que recordaba pero eso no había sido lo que le había causado tanta emoción. Con sábanas y algunas mantas había un nido a medio hacer, que ocupaba una gran parte de la cómoda, se acercó tratando de contener las ganas de solo acostarse y acurrucarse pero eso rompería el poco orgullo que había logrado mantener.
Acarició los bordes sintiendo su corazón latir con demasiada fuerza.
Toda la habitación olía al alfa, ese suave aroma que lo trataba como que si estuviera en casa.
No prestó atención al sentir la mirada del alfa sobre su espalda y solo siguió acariciando la tela, sintiéndose bastante satisfecho con su suavidad y del tamaño que tendría.
—Empecé a hacerlo hace poco por lo cual… cambie de habitación, pero no fui capaz de desarmarlo o al que hizo el lobo. — Lucius sonrió de lado al escucharlo explicarse, notando el ligero titubeo en la voz del licántropo pero no lo remarcó.
—Es lindo. — Murmuró sintiendo el calor subir por su cuello, apartó su mano del nido antes de darse vuelta para mirar a Remus, mirándolo con más cariño del que quería demostrar. El licántropo le sonrió y acarició su mano pero Lucius se acercó más rodeando su cuello con sus brazos y besándolo intensamente.
Casi había hecho dos nidos para él, solo para él.
Su corazón latía con demasiada fuerza y dejó de lado el cuidado, si el alfa quisiera detenerlo solo lo haría ¿Por qué detenerse a preguntar?
Presionó su cuerpo contra el de él al sentir que lo rodeaba con sus brazos gimiendo por lo bajo entre sus labios. Siempre todo había sido rápido y lujurioso entre ellos pero tal vez eso no era tan malo como parecía.
Deslizó sus dedos por su cabello atrayéndolo más hacia sí, sintiendo el calor a través de la ropa y sus aromas mezclándose, Remus le devolvía con la misma intensidad el beso así que solo se presionó más contra él dejando que los moviera un poco hasta que tropezaron con la cama cayendo sobre esta.
El alfa se apartó un poco para mirarlo a los ojos, apoyando sus manos sobre la cama para evitar poner todo su peso sobre el omega. Lucius llevó sus manos al rostro del menor acariciándolo antes de incorporarse volviéndolo a besar, fundiéndose de nuevo entre todas esas sensaciones.
Se quitaron los zapatos antes de subirse completamente a la cama, las camisas quedaron sobre esta de forma desordenada. Lucius se arrastró un poco hacia atrás hasta los bordes del nido dejando que su pareja se recostara a su lado antes de volverse a besar.
Lo había extrañado bastante, lo exploró con sus manos dejando que este hiciera lo mismo, gimiendo cuando presionó sus erecciones. Suspiró por lo bajo al sentir que rodeaba su cintura con uno de sus brazos aun acariciando su pecho separándose solo un poco para poder respirar. Ambos estaban agitados y bastante agitados, el alfa rió de manera corta antes de apoyar su frente en el omega.
—Por Merlín… Acabamos de volver. — Murmuró casi sonando divertido.
—Esto… ¿Te molesta? — Lucius preguntó manteniendo sus manos quietas unos segundos antes de decidirse a volver a abrazarlo manteniendo sus pechos unidos.
—No… pero debería querer ir más lento. — Murmuró acariciando el costado del rubio con sus mano libre, deslizando sus dedos por el borde de sus costillas haciéndolo jadear de manera suave.
—Se mi acompañante para la boda de mi hijo — El omega habló aun medio rodeando sus cuellos con sus brazos, manteniendo sus rostros cerca  sintiendo el aliento del otro. Remus detuvo sus caricias antes de reír dándole un pequeño beso en los labios.
—Lo seré. — Aceptó.
—Entonces ya tenemos una cita que no puede salir mal. — Lucius le sonrió apoyando su frente en la de él, manteniendo sus cuerpos bastante cerca. Movió un poco sus caderas haciéndolos presionarse sacando un pequeño gemido de ambos.
—Lucius. — Gruñó por lo bajo apoyando su mano en la cadera del mayor, manteniéndolo quieto.
— ¿Quieres que solo lleguemos hasta aquí? — Sentía su propia erección palpitar y el roce de la ropa era doloroso, el aroma no lo estaba ayudando en lo absoluto y mucho menos su cercanía. Realmente lo quería, románticamente y sexualmente pero si quería frenar debería echarse para atrás aunque estuviera tan deseoso de continuar.
Notó la duda en los ojos del menor y se contuvo para no besarlo y hacerlo flaquear, lo que menos quería que al día siguiente el arrepentimiento embargara a su compañero.
Remus suspiró y lo besó nuevamente rodeándolo con sus brazos apoyando una de sus manos en su cabello acariciándolo sonriendo un poco al sentir al omega gemir entre sus labios. Debería querer detenerse, era lo más sensato ¿Pero que tenía de malo un riesgo más?
—No… no sabes lo difícil…—  presionó su cuerpo más contra el de él antes de separarse un poco para desabrochar el pantalón del omega, acariciando su erección sobre la ropa antes de bajarla sintiéndolo estremecerse y jadear ante la atención. —Que es tenerte mientras trabajo. La mayoría del tiempo estás tan tranquilo y todo parece normal, y luego hay unos pocos minutos que no haces más que mirar y se en lo que estás pensando. — Murmuró antes de terminar de quitar su pantalón antes de besar su cuello, Lucius clavó sus uñas en su espalda y lo dejó chupando ligeramente donde debería ir la marca y rozándolo con los dientes sonriendo al escucharlo gemir audiblemente —Puedo notar el rubor en tu cuello y como desvías  la mirada demasiado rápido, asustado de que pueda comprender tus pensamientos.
Es tan difícil ser indiferente a ti. — Admitió acariciando su cuerpo y besando su hombro.
—Remus…
—Tus feromonas siempre estaban camufladas pero había otras cosas que te delataban. — Lo lamió un poco antes de besar su pecho, bajando hasta unos de sus pezones y reteniéndolo entre sus labios antes de chuparlo sintiendo un tirón en su propia entrepierna. Bajo sus manos acariciando su espalda hasta apretar su trasero disfrutando de escucharlo gemir.
El cabello rubio estaba desordenado y su rostro se encontraba bastante rojo, tal vez por lo que estaba haciendo o porque entendía bien a que se estaba refiriendo.
Se separó un poco para verlo mejor, Lucius había cambiado más de lo que se veía a simple vista. Sus pezones estaban un poco más hinchados que anteriormente y parecían mucho más sensibles, además de su pancita de cinco meses que habían reemplazado su delgado y firme abdomen, había aumentado un poco más de peso haciéndolo ver mucho más saludable y su aroma ya era totalmente el de un omega en espera.
Con cuidado llevó una de sus manos hacia adelante acariciando el vientre de su omega notando como este le daba una mirada molesta, dejó escapar una pequeña risa antes de besarlo con ímpetu.
—Te ves completamente hermoso. — murmuró, clavando sus dedos en su cadera. Lucius gimió por bajo explorándolo con sus manos, Remus lo dejó mientras volvía a inclinarse sobre su cuello para besarlo y dejar algunas pequeñas marcas.
—Siempre tan… adulador. — Jadeó el patriarca ya casi sin aliento, sin poder evitar titubear al sentir los labios del alfa sobre su cuello.
El alfa mordió un poco más fuerte su cuello para dejar una marca superficial antes de bajar sus manos quitando la prenda que faltaba, murmurando por lo bajo lo bonito que se veía cambiando la posición y quedando arrodillado entre sus piernas, acariciando los fuertes muslos del omega.
Ambos gimieron por las caricias y los roces, sintiendo como sus aromas se potenciaban. Lucius sentía que estaba haciendo un desastre, gimiendo con fuerza y agarrando las sabanas entre sus dedos, le había puesto una almohada en la espalda baja para que pudiera estar más cómodo pero ya casi no podía con las burlas del alfa quien los seguía acariciando con sus manos evitando su miembro, acariciando sus costados y sus piernas dejando besos sobre su pecho.
—Remus. — Reclamó en un gemido, el nombrado le sonrió antes de agarrar su varita para hacer los hechizos correspondientes. El alfa se inclinó sobre él para besarlo mientras lo preparaba, haciendo que el omega se volviera un lío de gemidos y jadeos, ambos apenas podían controlarse para no terminar.
Hacía bastante que no tenían ese tipo de contacto y los estaba volviendo locos, la habitación ya olía a sexo y las feromonas de excitación potenciaban las sensaciones.
Ambos se besaron intensamente, las uñas del omega rasguñaron la espalda del alfa cuando él empezó a poseerse. Remus trataba de controlarse, sus ojos brillaron en dorado unos segundos pero aun así se quedó quieto agarrando con más fuerza los muslos del patriarca sabiendo que dejaría marcas. No podía ser tan brusco como lo era antes, ahora debían tener cuidado y quería darle un tiempo para que se acostumbrara.
Cuando empezaron a moverse cualquier pensamiento razonable salió, el placer que ya iba en aumento estalló haciéndolos perder el cuidado.
Los besos fueron mucho más feroces y las embestidas directas, tocando ese punto del omega que sabía que lo volvía loco.
Habían extrañado eso, su unión, pertenecerse, su presencia.
A pesar de la lujuria algunos besos contenían ternura y los rasguños eran acariciados antes de que volvieran a perder el control. Cuando estaban cerca de terminar todo se volvió más difícil.
El aroma, la sensación, todo era abrumador, usó su mano para atraerlo más hacia él por el cuello. Gruñó al sentirlo correrse contra sus estómagos y como su interior apretaba deliciosamente haciendo que terminara también.
Sus pensamientos fueron mucho más lentos que su instinto y mientras el nudo se formaba mordió con fuerza sintiendo el dolor estallar en su mano que había mantenido en el cuello del patriarca pero aun así no pudo detenerse probando su propia sangre. Alejó su rostro tratando de que expresión no delatara lo adolorido que estaba, Lucius lo miró con preocupación dejando que con cuidado los cambiara de posición para estar más cómodos hasta que el nudo desapareciera, quedando el alfa sentado y Lucius sobre su regazo. Ambos aún estaban abrazados y el sudor brillaba en la piel, pero ninguno hizo ningún amago de utilizar los hechizos de limpieza.
—Podrías… podrías morder si quieres, la primera vez lo elegí yo y sería justo que pudieras decidirlo tú esta vez. — Murmuró.
—Lucius… ya borramos una doble marca, si te hago otra hay una alta probabilidad de que esta sea permanente. — Remus apoyó su frente en la de él apoyando su mano sana en su nuca.
—Lo sé… pero…—
—Acabamos de empezar. Lo veremos luego de que el bebé nazca… cuando el instinto no sea tan fuerte. Lo pensaremos bien. — Cortó su excusa, Lucius suspiró antes de apartarse un poco para agarrar su mano. No dejaba de sangrar así que lo hizo con cuidado notando que se había lastimado casi sus cuatro dedos.
Utilizó el accio para traer su pantalón a su mano sacando su varita de él empezando a recitar algunos hechizos pequeños de curación para que dejara de sangrar.
— ¿Duele? — Preguntó antes de dejar un beso en los nudillos que no estaban heridos.
—Demasiado, pero puedo soportarlo. Nada es peor que mi transformación. — Remus sonrió inclinándose para respirar sobre su cuello, aspirando. Realmente quería morderlo, el lobo gruñía bastante ansioso pero trató de ignorarlo así que solo lamió donde debería ir la marca de unión. Lucius jadeó clavando sus uñas en su espalda.
—Es… demasiado sensible.
—Tú eres demasiado sensible hacia mí.
—Claro que no.
—Puedo notar cuando lubricas ¿Sabes? Normalmente no debería, porque el aroma es demasiado tenue y es en muy poca cantidad. Pero… conocí tu aroma demasiado bien como para confundirlo.
—Ahora que no estamos unidos cualquier alfa puede hacerlo. — Gruñó tratando de sonar amenazante pero sintiéndose completamente mortificado, sus mejillas se calentaron sin que pudiera evitarlo.
Remus le sonrió y besó sus hombros, dejando sus labios sobre su piel varios segundos.
—Pero soy el único que te afecta así.
—Si… eres el único. — Admitió abrazándolo, acariciando suavemente su espalda donde antes había rasguñado. El alfa sonrió besando nuevamente su hombro.
Ambos se quedaron en silencio disfrutándose, sintiendo pecho del otro contra sí, el corazón latiendo y las suaves respiraciones además del aroma…
Lucius se movió un poco dando un jadeo al sentir el nudo aun aprisionándolo, lo abrazó más sintiendo su corazón acelerarse.
—Remus. — Murmuró nuevamente su nombre, presionando sus dedos en su cabello y en su espalda. El alfa le gruñó pero no de manera amenazante antes de volver a recostar al omega sobre la cama quedando encima, moviéndose solo un poco y lentamente, lo que el nudo le permitía y haciéndolo gemir.
No lo atrajo para besarse, al sentir sus dientes contra la piel de su cuello no pudo evitar gemir más alto. Realmente lo deseaba.
—Por favor…— Las palabras salieron antes de que pudiera pensarlas, Remus aspiró con fuerza moviéndose de manera suave sintiendo su propio corazón latir demasiado rápido.
Lo mordió en el hombro, clavando sus dientes y sintiendo un escalofrío al sentir el sabor de su sangre. No era una marca pero debía funcionar para calmarlos a ambos, necesitaban una forma de controlar esa necesidad.
Luego de frotarse y acariciarse por otro rato al fin pudieron separarse, Remus lamió la herida antes de sacar pañuelos para limpiar la sangre.
—Necesitamos un collar. — Murmuró el alfa, acomodándose al lado de su compañero y abrazándolo, dejando la mordida sin vendar. Lucius se acurrucó, estaban casi tocando los bordes del nido a medio hacer pero no les importó, era hasta cómodo.
—Si o terminaré con una marca antes de que pasen tres días. — se burló acariciando su mano herida, Remus asintió.
—Supongo que no tenemos más opción que cenar y dormir. — besó la mejilla del aristócrata acariciando su espalda con su mano, mirando algunas marcas que le había dejado. No pudo evitar sonreír al ver los chupetones en el cuello y en su pecho.
—Aún tenemos tiempo para bañarnos. — Sonrió el patriarca.
—Lucius… eres peligroso. — Se burló ligeramente atrayéndolo más hacia él.
— ¿Cuándo no? — Respondió antes de besarlo.

No te metas con el lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora