Sirius

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Lucius lo observaba esperando la respuesta, nunca se había sentido tan nervioso luego de decir algo. Pero quitar la cortina y enfrentar el hecho de que habían estado tratando de sobreponerse al otro era un paso que no había pensado con anterioridad.
—Lucius…— Remus lo observó con duda, el patriarca lo miró tensándose. — ¿Por qué? —
Lucius casi quiso dejar escapar una risa por los nervios repitiendo la pregunta en su mente. No sabía si tenía una respuesta clara para esa pregunta.
—Porque soy un Malfoy y también soy un empresario, se cuándo un negocio no está yendo bien. El instinto es algo fuerte y algo que no siempre podremos controlar. — mantuvo su mirada sobre los ojos mieles, respirando de manera suave sintiéndose un poco más seguro al notar que la frase no había desatado el enojo de su compañero.
—Estas… ofreciendo una tregua. —
—Si, al menos por un par de días. Nunca hemos tratado el tema de frente. — trató de mantenerse calmado, como que si estuviera tocando un negocio muy importante pero sabía que la neutralidad en su rostro solo pondría nervioso al Gryffindor o, peor, lo haría desconfiar totalmente de sus intenciones. —Siempre… dejamos que explote y luego tenemos sexo como que si eso solucionara los problemas que hay entre nosotros.
—No sé si puedo confiar en ti. — admitió, Lucius lo observó a los ojos directamente sintiendo una punzada en el pecho pero se recompuso enseguida. Eso era normal, después de todo lo que ocurrió en Azkaban no era algo que pudieran olvidar y había afectado la vida de ambos.
—Entonces confía en la magia. Hagamos un juramento inquebrantable. — no titubeó ni bajo la mirada ni siquiera al sentir la mano del alfa sobre su mejilla, inclinó ligeramente su cabeza hacia su mano por mera costumbre, pareció que Remus iba a decir algo pero se calló haciendo que el silencio embargara a ambos por varios minutos.
—Está bien… lo hablaremos mejor cuando vuelva. — Lucius asintió en acuerdo cerrándolo los ojos al sentir el suave beso en su frente. El licántropo mantuvo sus labios sobre su frente unos segundos antes de apartarse. —Nos vemos. — se despidió antes de alejarse para poder aparecerse.
—Nos vemos. — repitió el rubio mirándolo desaparecer con el típico sonido. Respiró profundo esperando unos minutos, tratando de que las emociones arremolinadas no se reflejaran en su rostro.
Empujó la puerta y entró de nuevo a la casa, miró hacia Narcissa quien se estaba aún en su asiento, devolviéndole la mirada con algo de duda.
—Creí que estarías enojado con él por todo lo que ocurrió ¿Qué pasó ayer? — preguntó al fin mientras se paraba, Lucius se acercó y agarró su mano pidiéndole silenciosamente que se volviera a sentar, cuando la dama lo hizo movió su propia silla más cerca a la de ella para sentarse también.
Pidió al elfo que sirviera unas copas de vino y luego de tomar un pequeño trago empezó a hablar. Le contó como su celo se había adelantado un día, como se le había ocurrido la idea de ir a tantear en el mundo muggle. De lo decepcionante que fue y que volvió a casa pero se encontró con el alfa ahí. Se quedó callado en ese momento sintiendo como ella agarraba con más fuerza su mano.
—Lucius… Eso es muy peligroso. Cuando lo dije sabía que tú comprenderías los cuidados implícitos y uno de ellos era exactamente ese. Que no se encontrara contigo cuando tenías toda la presencia del otro alfa sobre ti, si no que se diera cuenta cuando ya te hubieras deshecho de casi todas las feromonas para evitar cualquier acto violento. — Cissy se levantó, preocupada, mientras soltaba la mano de su marido. —Quítate la túnica, quiero ver cómo te encuentras. — mandó, su rostro mostrando una fría expresión.
—Cissy…— trató de calmarla sin saber muy bien cómo explicar lo siguiente. Se sentía algo avergonzado de lo que había ocurrido, de hasta donde lo había dejado llegar.
—Lucius. — ella puso bastante énfasis en su nombre como que si lo estuviera regañando, Lucius no pudo evitar recordar que con ese tono reprendía a Draco cuando rompía las rosas que a ella le gustaban.
—Él me dejó mi varita. Tuve todo el tiempo mi varita conmigo. Quiero que tengas en cuenta que llegó solamente hasta donde yo lo dejé llegar. — se apuró a dejar en claro antes de pararse también, ella separó más la silla de la mesa mientras lo miraba preocupada.
El patriarca suspiró y se quitó la túnica con cuidado, agradeciendo tener un pantalón debajo de esta por lo cual solo su torso quedaba al descubierto. Dejó la túnica sobre la silla antes de darse vuelta dándole la espalda a su esposa escuchando su exclamación de sorpresa.
— ¡Lucius! — su voz sonó alarmada y él se preguntó vagamente de nuevo si realmente ella había sido quien le había dicho algunas cosas a Lupin en un principio. Había desconfiado de ella, de Severus y se había separado de ambos. Realmente ahora se preguntaba si ese no había sido solo una jugada de Lupin, una muy buena jugada en realidad.
—Tenía mi varita conmigo, Cissy. — repitió mirándola a los ojos.
—Mírame a los ojos y júramelo. — murmuró, una mezcla de emociones en su voz, desde enojo hasta tristeza. Lucius la miró dándose vuelta para mirarla, agarró su mano entrelazando sus dedos besando sus nudillos.
—Te lo juro. — la miró directamente a los ojos aunque no dejó que usara legemerancia, alzando sus escudos. Pero sabía que ella podía ver la verdad prácticamente en sus ojos y esa vez no lo decepcionó, porque la rubia se relajó un poco mientras soltaba su mano.
—Te pondré alguna crema para las heridas. — dijo al fin mirando hacia la silla unos segundos como pidiéndole sentarse pero Lucius no lo hizo.
—Estoy bien…— luego de la poción del dolor las heridas habían dejado de palpitar, además parecían tener un efecto calmante en él. Como que si esas marcas ayudaran a mantener el celo bajo control, mucho más de lo que lo hacía el supresor.
—Estás lleno de moretones, mordidas y rasguños. Lucius, eso duele. — siseó ligeramente pero luego abrió más los ojos. —Vas a ir con Severus y traerás una prueba de embarazo. — ordenó como que si eso fuera lo más importante en ese momento.
— ¡Cissy! Mis supresores son anticonceptivos. — le recordó sintiéndose ligeramente de mal humor pero solamente porque le hacía recordar lo poco práctico que había sido la noche anterior. Había soltado la varita varias veces y se había mantenido vulnerable al hacerlo, aunque Remus se la devolviera bastante rápido.
Ni siquiera había pensado en hechizos anticonceptivos incluso al sentir el calor abrazador, al sentir que las feromonas lo estaban afectando.
Se preguntó si de esa forma habían afectado las suyas a Remus cuando estuvieron a Azkaban. Si para él habían sido así de abrumadoras, acorralándolo hacia un solo lugar.
—Y debes ver a un medimago. — la voz de su esposa lo sacó de sus pensamientos.
—No lo necesito. — mantuvo la seriedad en su voz.
Ella suspiró con fuerza y asintió.
—Cuando tu celo termine lo harás ¿Está bien? Irás con Severus y le pedirás una prueba de embarazo para descartarlo, sé que tiene algunas pociones que pueden detectarlo aunque solo tenga unos pocos días concebido. Luego irás con el medimago de la familia o te arrastraré a verlo, Lucius.
Y si piensas seguir manteniendo relaciones sexuales, has los hechizos anticonceptivos solo para reforzar los del supresor. — dio las indicaciones como que si no lo hubiera escuchado, con ligeras muestras de molestia en su tono.
—Narcissa, no me trates como un adolescente. — se quejó mientras hacía una mueca, ofendido y sin ocultarlo en lo absoluto.
—Entonces pensabas hacerlo sin que te lo dijera ¿Verdad? — Lucius trató de no sonrojarse ante lo dicho pero asintió.
—Sí, pensaba en hacerlo. — mintió apoyando su mano sobre la mesa, Narcissa negó con la cabeza.
—Te creeré, por ahora. — Sonrió ligeramente —Ahora, querido. Quiero ver el jardín que tienen.

No te metas con el lobo.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon