44

4.5K 554 136
                                    

Vanina.

Me pongo más que contenta cuando veo a Emanuel entrar a mi restaurante. Enseguida me saco el delantal, me lavo las manos, me peino un poco y salgo a recibirlo. Ya se sentó en una de las mesas del rincón y me sonríe cuando me ve. Amo esa sonrisa.

Creo que jamás pude olvidarlo, pero desde que lo reencontré nuevamente en la degustación de los platos de la fiesta, mi amor por él volvió a crecer. Haría cualquier cosa para que él estuviera conmigo.

—Hola, Ema, qué sorpresa verte por acá... Pensé que ibas a seguir durmiendo toda la tarde —comento con tono divertido. Él se ríe y niega con la cabeza.

—No, la verdad es que me muero de hambre y mi hermano se comió todo, así que no voy a ponerme a cocinar un domingo a las cinco de la tarde —contesta manteniendo la sonrisa. Aunque igualmente lo noto bastante casado.

—Bueno, entonces llegaste al lugar correcto. Sabés que acá hay cosas ricas y buena compañía... —replico intentando sonar seductora y amable. Asiente con la cabeza y me observa con sus ojitos azules que no puedo dejar de mirar.

—No lo dudo —dice bastante seguro. Suspira—. Voy a pedir costillitas y una ensalada, como siempre.

—Genial, enseguida te lo traigo... —Comienzo a irme, pero me detengo y vuelvo a mirarlo—. Hace mucho que no estabas acá, desde que...

—Desde que nos separamos —me interrumpe asintiendo—. Lo sé, pero consideré que ya no tenemos nada que nos haga pelear, ni diferencias de ningún tipo, así que decidí venir. Espero que no te moleste.

—¡En lo absoluto! Me encanta que hayas venido —replico esbozando una sonrisa más amplia que él me devuelve. Me estoy derritiendo ahora mismo—. Ya te traigo la comida.

Vuelvo a la cocina y lo miro a través del vidrio que nos separa. Está muy hermoso y bastante más musculoso que hace un par de años atrás. Mi ayudante me mira con diversión y arqueo las cejas.

—Desde acá se te nota cómo se te cae la baba —dice con tono burlón. Le doy un empujón amistoso.

—Pero es que es un bombón, ¿o no? —Luego la miro con ojos entrecerrados—. Ni se te ocurra mirarlo.

—¿Qué? ¿No es tu ex ese o ya volvieron? —interroga confundida al distinguirlo. Hago una mueca de disgusto y me encojo de hombros.

—Todavía es mi ex, pero eso va a cambiar —replico.

Cuando su comida está lista, se la llevo a su mesa. Me siento frente a él para hablar, pero es como si estuviese perdido en otro mundo. Apenas murmura un agradecimiento. ¿Se deberá esto a lo que pasó anoche?

No creo, él no estaba enamorado de Merlina, ella es la que lo sigue todo el tiempo para que le pase la hora, pero estoy segura de que él sigue enamorado de mí, sino no me trataría tan bien. De todos modos, en la fiesta estuvimos juntos mucho tiempo y nunca me dijo que está con otra chica, solo que se lo veía más triste y lo asocié con que estaba cansado. Lo observo comer y me mira con incomodidad.

—¿Pasa algo? —pregunto interesada. Frunce el ceño y niega con la cabeza.

—No, esto está tan rico como siempre —replica—. ¿No estás en horario de trabajo?

—Sí, pero como ves... está lloviendo, son las cinco de la tarde y está el local casi vacío, así que no tengo mucho para hacer. —Sonrío—. ¿No querés venir a ver unas películas a mi casa en cuanto termines? Total, soy la dueña y me puedo ir cuando quiera —agrego con seguridad.

Hace una mueca pensativa y no responde. Sigue masticando su comida, toma agua y suspira.

—No sé, Vanina, no creo que sea buena idea. Digo, no quiero darte falsas esperanzas ni nada si acepto.

Un flechazo (des)organizadoWhere stories live. Discover now