Capítulo III

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Perséfone llegó a su casa, no sabía cómo enfrentar a su madre, horas antes había dicho que no iban a ir a la fiesta en el Olimpo a pesar que en esa reunión presentarían a Perséfone y le darían un trono en el Olimpo. Deméter era dura y estricta con su hija, todos los días tenían un itinerario, esto conservaba el equilibrio en la tierra, los humanos tenían comida todo el año, la comida los hacia felices y cuando estaban felices no había guerras, era un precio razonable para Deméter. Ella amaba trabajar para mantener el equilibrio, odiaba a los holgazanes, en otras palabras, odiaba sus hermanos. Sobre todo, a Zeus, era el supremo, pero no hacía nada más que meterse con cualquier mortal o Diosa que existiera, Deméter temía que Zeus pudiera hacerle algo a Perséfone. En general Deméter temía por su hija, no había nada que ella amara más que a su niña.

Deméter había esparcido unas semillas en el campo, esperaba a su hija para juntas hacer crecer algunos arbustos de moras salvajes en el bosque, sabía que ya estaba cerca, oía sus pasos a la distancia.

—Madre—dijo Perséfone temerosa.

—Cariño que bueno que llegas, te estuve buscando, pero supuse que te alejaste de más.

—Así es madre, me perdí entre el bosque mientras jugaba con las ninfas, pero al fin volví.

—Y me alegra mucho, no sé qué haría si un día me faltaras, sabes, eres lo más importante para mí.

—Y tu para mí...

—Perdón que te interrumpa cariño, ¿puedes poner tu mano aquí?

Perséfone puso su mano en el suelo justo donde le indico su madre. Ese era el momento para decirle que anhelaba ir a la fiesta en el Olimpo.

—Madre, quiero pedirte algo...

—Concéntrate, piensa en las moras dulces que tanto te gustan y que tanto le gustan a Hermes

Ese era el momento.

—Estaba pensando que sería bueno ir a la fiesta del olimpo—Perséfone pensó en Hades y vio como los arbustos brotaron rápidamente—, ya sabes sería bueno que me vean con Hermes y empezar a ser parte de ese mundo—ella no era tonta, sabía que su madre quería que estuviese con Hermes, aunque Perséfone lo odiaba por meterse en lo que no le importaba.

—Hija, claro que quiero que te veas más con Hermes, pero, todo ese mundo no es para alguien como tú, preferiría que Hermes te visite aquí en casa

Perséfone odiaba la idea de pasar tiempo con Hermes a solas.

—En serio quiero conocer su mundo, él conoce lo suficiente de la mía madre

—Te he dicho que no, ese lugar no es para nosotras

—¿No es para nosotras? o decidiste que no es para ti

De pronto todo el cultivo murió, el cielo comenzó a ponerse gris mientras Perséfone caminaba hacia su casa, Perséfone era peligrosa su humor controlaba tantas cosas del equilibrio de Gaya que a Deméter de vez en cuando le asustaba un tanto.

Afrodita miraba la escena desde el olimpo, había estado observando a la pequeña Perséfone desde hacía tiempo atrás, en realidad la chica le agradaba mucho, aunque jamás hubiese hablado con ella, sabía que ella no quería a Hermes, él se lo había dicho y le había pedido enviara a Eros a lanzarle una flecha. Afrodita se había negado, ella no iba a hacer que una niña se enamorara solo porque el otro quería. Así no funcionaba el amor, por esta razón Afrodita siempre vigilaba a Perséfone, temía que Hermes le hiciera algo o la forzara a quererle. La vida que Deméter quería que su hija viviera no era la que Perséfone merecía y Afrodita quería ayudarle, aunque no tenía ni idea de cómo empezar.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneWhere stories live. Discover now