Capítulo XIII

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Hades estaba sentado en su trono, necesitaba poner orden en el lugar, había estado dos días afuera y todo era un caos, había asesinos con almas puras y eso no era algo bueno. Se había acumulado trabajo, Ares no aparecía por ningún lado, pero no debía culparle, no era su trabajo estar al pendiente de las almas. Así que hizo lo único que se le ocurrió, llamar a Hécate, era la única que podía ayudarlo con el caos que había provocado su enamoramiento.

—¡Charon! —gritó Hades

—Amo—dijo el barquero

—Llévame al tártaro—bajó y se subió a su barca—, necesito encontrar a la única Diosa que puede ayudarme con este caos. ¿Has visto a Ares?

—Desde ayer pidió no ser molestado, está en sus aposentos.

—Está bien, cuando regresemos iré a agradecerle, llévame con Hécate

El viaje por el río fue tranquilo, Charon se había ganado su puesto por ser callado, pero cuando se necesitaba ponía a Hades en su lugar, era bastante sabio.

Hades abrió la puerta del tártaro e invocó a Hécate, la Diosa salió desde las profundidades envuelta en llamas.

—¿Qué quieres ahora? —preguntó fastidiada.

—Me ocurre algo que no me ocurría en siglos, tengo demasiados muertos y un caos, no puedo acomodarlos todos.

—Haz que se las coma Cerberos—respondió y dio media vuelta.

—¡Espera! —gritó y ella se detuvo—el caos es precisamente que tengo asesinos y violadores con almas puras. No puedo simplemente decir este sí y esta no.

—¿Para qué me necesitas?

—Quiero que pongas orden, es más como parte de tus deberes es ayudar en el inframundo, así que vendrás conmigo.

—¿Estará Ares ahí?

—Tal vez

—Perfecto porque no pienso estar contigo sola, seria horriblemente aburrido.

Hécate fue con Hades de mala gana, pero en el fondo le agradaba que la tomara en cuenta para ciertas cosas, odiaba como la trataba, pero quizá había cosas que estaban cambiando, al llegar ella vio toda la fila de almas era un caos horrible tal y como había descrito Hades.

—¡Diablillos! —grito Hades

—¡Aquí amo! —grito Radamanto, él y sus compañeros estaban mezclados con las almas.

—Necesito que vayas a los aposentos de Ares y lo traigas aquí, quiero que me ayude con todo esto—le dijo—Éaco, ve por Minos, yo sé que no le gusta mucho salir, pero hazlo quieres.

Ambos sondearon las almas, y fueron en busca de Ares y Minos.

Los diablillos que estaban al servicio de Hades siempre eran Éaco y Radamanto, Minos solo salía de vez en cuanto, él llevaba el inventario de todo y a veces era el encargado de llevar recados de Hades a los demás Dioses puesto que Hades le tenía confianza.

—¿Qué haré yo? —pregunto Hécate servicial al ver la emergencia

—Puedes comenzar por organizar

—¡De acuerdo! —gritó—¡quiero aquí conmigo a las almas que deseen volver a jugar con sus amigos y ver a su familia! —señaló con la mano derecha—¡de este otro quiero a los que deseen una cerveza helada! —con la mano izquierda hizo un ademán—¡por último vayan con el Dios de aspecto lúgubre si no les importa matar por conseguir lo que desean!

De pronto se separaron en grupos las almas, eso había sido fácil.

—¡El resto espere su turno! —gritó Hades—¿cómo lo supiste? —le pregunto a Hécate.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneWhere stories live. Discover now