Capítulo XVIII

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Hades y Ares llegaron al palacio en los cielos de Apolo, era majestuoso, tan blanco y pulcro por fuera, Ares siempre quiso tener un palacio propio, tenía oro para comprarlo, pero no tenía con quien compartirlo, después de que Hades lo había ayudado a no recaer, pensó en quedarse unos días en el Inframundo, lo cual se convirtieron en semanas, meses, luego en años y al final en décadas. Así que se olvidó de esa idea de tener un palacio propio para siempre.

—Espera, ¿traes tu ballesta? —pregunto Hades

Ares simplemente asintió y Hades tocó la puerta y se abrió por completo por dentro el lugar no se veía tan luminoso, lucia algo gris, y las plantas estaban marchitas "Daphne había venido a arreglar el lugar ¿qué pasó aquí?", se preguntó.

—¿Apolo? —preguntó Ares.

—¿Quiénes son? Déjenme solo—se escuchó una voz, parecía venir de la cocina.

—Soy Hades, Ares me acompaña, ¿podemos pasar? —preguntó cerca de la puerta de la cocina

—Ya están adentro, vengan necesito con quien beber.

Ambos se hicieron gestos, para ver quién entraba primero, pero no querían, el olor dentro de la cocina era muy penetrante. El alcohol no causaba efecto en los Dioses, lo bebían por el sabor y porque se veía bien en la copa.

—Buscamos a Artemisa—dijo Ares

—Mi hermana se acaba de mudar al Olimpo, está molesta conmigo por algo que no hice.

El lugar era un desastre, sobre la mesa había vino regado el cual goteaba en el suelo.

—¿Qué ocurrió aquí? —preguntó Hades

—Qué bueno que lo preguntas, no lo sé, un minuto estaba tratando de besar a Daphne y al siguiente ella era un árbol.

—Tal vez su poder divino es asumir formas como tu hermana que puede convertirse en un venado—le hizo ver Ares.

—Daphne no es una Diosa—dijo Apolo.

Hades habría reído de no haber sido porque estaba preocupado por Perséfone.

—Lo es, quizás es semi Diosa es hija de

Meneo.

—¿Crees que él la convirtió en un arbolito?

—Creo que hiciste algo que no le gustó a él y malinterpreto todo—dijo Ares—¿Por qué no nos cuentas?

—Primero díganme ¿qué es lo que quieren de mí? —Apolo comenzaba a sospechar—. No todos los días tengo al Dios de la Guerra y al Dios del inframundo en mi humilde palacio.

—Palacio que compraste con mi oro, el cual te deje ganar—le respondió Hades— pero no me hagas caso—le miro con sus penetrantes ojos azules—, dinos ¿qué pasó?

—Es simple, traté de besar a Daphne y ella se rehusó, así que volví a hacerlo tomándola por los brazos, cuando se libró de mi trato de huir implorando ayuda—las lágrimas en los ojos de Apolo comenzaron a brotar—, de pronto solo era un arbolito.

—Apolo, la asustaste—le dijo Ares—sé que te criaste, creyendo que los métodos de papá para conseguir mujeres eran los correctos—Ares se puso serio—, pero no funciona así, cuando dicen no es no.

Hades se impresionó de la madurez de Ares.

—¿Dónde está Daphne? —preguntó Hades.

—Le pedí a Hermes que la llevase con Deméter, creí que ella podía arreglarlo, pero ella no tiene ese poder, ahora me dicen ¿a qué vienen? —les pregunto Apolo fingiendo un estado de ebriedad en el cual no estaba— Porque no crean que me voy a tragar ese cuento de que vienen a buscar a mi hermana.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneWhere stories live. Discover now