Capitulo XL

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Habían pasado algunos meses y se había llegado el momento de que Perséfone regresara al inframundo a la junta mensual, dicha junta sería al día siguiente, no había ido a las últimas tres, en parte porque no quería ver a Hades, puesto que él le había sugerido irse con Adonis y este último la había abandonado. Ella se había dedicado a ayudar a su madre y hacían una gran dupla juntas.

—¿Como superaste a Yasion? —le preguntó Perséfone cierta tarde soleada a su madre.

—Nunca lo hice, él siempre está aquí—Deméter se apuntó la sien—, pienso que debí haber intercedido por él y convertirlo en un Dios a tiempo.

—Pero no fue tu culpa, Zeus lo fulminó porque él lo desafió.

—Luego me tomo por la fuerza, ¿por qué de pronto te interesan mis amoríos de juventud?

—Extraño a Adonis.

—Lo extrañas porque quieres, él se encuentra en el palacio de Afrodita—le dijo Deméter mientras le entregaba granos a Triptolemo.

Triptolemo era el hijo del Rey de Eleusis al que Deméter había cuidado hacia un tiempo, había ya crecido bastante y ayudaba a Deméter. Ambas lo estaban educando en el arte de sembrar, el plan de Deméter era que los Humanos no dependieran de ella del todo, puesto que para ella era cada vez más difícil alimentarlos. Perséfone aún le tenía cierto recelo a Triptolemo puesto que este y todos los habitantes del castillo se habían encargado de propagar el mito de que Hades la había secuestrado, cuando ella había ido por su propio pie, aunque claro eso no era más culpa que de su madre.

—Él volvió con ella porque fue su primera amante, lo cual quiere decir que no sabe lo que quiere—dijo con voz firme.

—¿Y tú sabes lo que quieres? —pregunto Triptolemo.

—¡Claro que sé lo que quiero! —le dijo subiendo el tono de voz sonando un poco altiva.

—Ella quiere a Hades—respondió Deméter.

—Por supuesto que lo quiero... espera ¿qué? No, eso no es lo que quiero.

—Si, si lo quieres—dijo Triptolemo como cantadito— si no es así ¿por qué usas aroma de lavanda?

—Porque me relaja ese aroma

Pensar en el aroma a lavanda le daba cierta sensación de seguridad, era lo único que le recordaba que Hades nunca trató de hacerle daño, que Mente ya era una planta y que vivía una vida segura en la Tierra. De pronto Perséfone sintió una enorme sombra detrás de ella. Cuando ella volteó vio al hombre más musculoso que ella hubiera conocido, era fuerte y muy, muy apuesto, tenía algunas cicatrices y su cabello era negro, pero la luz hacía que se viera más claro como café. Él se arrodilló y bajo la cabeza en forma de respeto.

—Me dijeron que la Reina del inframundo era hermosa pero no me esperaba que su belleza me dejaría sin palabras—dijo tratando de adularle.

—Qué bueno que te quedaste sin palabras, no podría soportar más halagos reensayados—le respondió Perséfone cortante—ponte de pie y dime ¿quién eres?

—Mi señora—dijo levantándose, él era bastante alto y le cubría el sol—me llamo Heracles.

—Si bueno Heracles, ¿qué quieres de mí?

—Me han hablado de la reina del inframundo temida y respetada por todos los que viven y caminan sobre el inframundo incluso por el mismísimo Hades, su rey.

—No creo que él me tema, pero ¿que deseas de mí?

—Me han puesto algunas pruebas, la más importante es sacar a Cerberos del inframundo, ¿quería saber si cuento con su ayuda?

Amor Divino: Hades Y PerséfoneWhere stories live. Discover now