Capítulo XXIV

2.7K 228 14
                                    

Mes 7

—¿Qué haces tú aquí? —Le grito Hécate a Deméter en la entrada, Cerberos había anunciado la llegada de la Diosa.

—He buscado en toda la Tierra a mi hija, si no está ahí, quiere decir que está muerta y su Alma está aquí.

Deméter se veía cansada y tenía un aspecto de loca, a Hécate le dio algo de pena eso, pero trato de calmarla.

—No hemos recibido su alma—mintió.

—Si tan solo me dejarás pasar a buscarla, estoy desesperada, he ido a tantos lugares, he luchado con tantos y la tierra se muere.

—No lo sé, Hades es bastante estricto respecto a eso de dejar pasar gente.

Hécate sabía que no podía dejarla pasar, aun cuando enviara a Perséfone a otro lugar, donde Deméter no la encontrará, la Diosa encontraría el vivero y los escritos que Perséfone estaba escribiendo.

—Deméter, si tu hija está viva eventualmente volverá a ti.

—Ella es tan pequeña, tan frágil, es una niña. Hécate sé que no tienes hijos, pero si sabes algo de ella, te ruego que me lo digas—Deméter tenía esa mirada desconsolada, sus dedos estaban huesudos y fríos.

Deméter se fue de la entrada al inframundo directo a la tierra, Hécate sintió pena por ella, así que decidió ir a hablar con Perséfone, quien estaba en el vivero cultivando plantas.

—Persi—le dijo para captar su atención al verla escribir en un pergamino.

—Hécate pasa, ¿qué te trae por aquí? Ya sé quieres algunas hojas para un té—Perséfone sonrió y busco entre unos frascos—tienes suerte, tengo aquí algo de flores de azar y hojas para hacer té verde.

—No estoy aquí por el té, aunque gracias, tu madre vino a buscarte—se lo soltó sin titubear.

—Le dijiste que no estoy aquí ¿cierto?

—Si lo hice, pero ese no es el punto, la vi muy mal.

—No pienso volver a la Tierra, aquí tengo todo lo que necesito y soy libre.

—No eres libre, estás aquí encerrada y si me lo preguntas es casi lo mismo que cuando estabas en aquel castillo.

—No te lo pregunté Hécate, y para tu información no es igual, aquí no estoy con el constante sentimiento de que puedo morir por sobreprotección.

La conversación no fue más allá de eso, Hécate notó algo de resentimiento en las palabras de Perséfone, ella no quería regresar a la Tierra con Deméter y sabía porque, así que decidió no insistir.

Mes 8:

Deméter siguió vagando por el mundo ocasionalmente paraba en poblados por agua, pero no le daban nada, los humanos guardaban cada grano por la inminente sequía que había provocado, peor Deméter seguía con la idea de no hacer nada al respecto, sabía que así llamaría la atención de Zeus, si él intercedía encontraría a Perséfone, pero era cuestión de tiempo que viera como sus preciosos humanos morían. Cierto día Deméter llego a un castillo donde un benevolente rey de dio posada, les ofreció comida a manos llenas, en ese lugar no parecían tener problemas con la sequía. El rey tenía dos hijos pequeños y Deméter solía jugar con ellos, en cierta forma le recordaban a su pequeña Perséfone, cuando niña. Uno de ellos llamado Triptolemo era el más osado, solía perderse por el bosque jugando a que era un fuerte gladiador.

—¿Como luchas con el miedo de que algo le pase? —le pregunto Deméter al Rey.

—A veces simplemente debes dejar que los hijos formen su camino en la vida.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora