Capítulo XXIII

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Mes 4

Cuando Minos fue a Tierra, noto el problema y la verdadera razón por la cual estaban muriendo animales, por alguna razón los campos estaban secos, los árboles morían y no había rastros de vida, caminó hacia la antigua casa de Perséfone la cual estaba deteriorada, parecía que habían pasado años cuando en realidad habían pasado unos cuantos meses. Cuando estuvo en la puerta tocó esperando que alguien atendiera.

—No están aquí—dijo Apolo detrás de él.

—¿Sabes dónde están?

—¿Para que las quieres? A menos que tengas información de Perséfone, Deméter no te atenderá.

—¿Perséfone? ¿Todo esto es por ella?

—Más o menos, se dice que la secuestraron.

—¿Quién pudo haber hecho algo así? —preguntó Minos.

—No se sabe, Deméter la ha buscado por todas partes descuidando sus deberes como Diosa de la agricultura, es una pena, la gente se empieza a morir de hambre. En fin ¿qué haces aquí?

—Vine a investigar, hay una elevación en la cifra de los muertos que se reciben en el inframundo. ¿Y tú?

—Te vi pasear por aquí y quería que le llevaras esta carta a Hades, no le pude agradecer que le diera Armas a Artemisa.

—A veces olvido que puede verlo todo desde el cielo.

—Como sea, sabes tengo cosas que hacer, entre ellas una reunión con papá. Dale mis agradecimientos a Hades.

Minos espero a que anocheciera, para entrar a la casa de Deméter, aunque él tenía el poder de simplemente aparecer y desparecer temía que entrara luz por las ventanas y de alguna forma Apolo le viese robar a Daphne. Al estar dentro buscó con la mirada un arbolito, como se lo había descrito Perséfone. Al verlo se apareció justo al lado y se teletransporto afuera de la casa con el arbolito en brazos. Para Minos esa ninfa era lo menos importante, él debía llevar información importante a Hades.

Al llegar no vio por ninguna parte a Hades, supuso que estaba con Perséfone así que se dirigió a la habitación de ella con el Árbol de Daphne en brazos. Toco la puerta por educación, aunque hubiera preferido entrar de forma dramática.

—Pasen—dijo Perséfone.

Minos entró y se dio cuenta que solo estaba Perséfone.

—¿Dónde está el amo? —preguntó Minos.

—Las cifras de muertos siguen subiendo Hades y Hécate están allá, yo vine a bañarme—era cierto ella tenía el cabello aún mojado—Cerberos me vomitó—sonrió algo asqueada.

—Lamento oír eso señorita.

—Supongo que son gajes del oficio, ¿para que necesitas a Hades? —ella lo miro cargando el árbol— ¡trajiste a Daph! —exclamó.

—Así es señorita, aunque creo que la señorita Daphne sabrá esperar—dijo Minos su característica con voz rasposa.

—¿De qué hablas? —ella estaba confundida, pero Minos se escuchó serio.

—Puede convocar una reunión con todos, se los contaré ahí.

—Minos, necesito que me digas que ocurrió.

—Es su madre, mi señora.

—¿Qué ocurre? —Perséfone creyó por un segundo que su madre sabía su paradero

—Su madre ha hecho una sequía, le ha buscado por todas partes.

—¿Sabe dónde estoy?

—No lo creo, Apolo tampoco lo sabe ni lo sospecha.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon