Capítulo XXXVIII

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Después de todo Perséfone le había contado a Adonis lo que ocurría el hecho de buscar a Hades no era por otro motivo que el poder irse ella, y Adonis había estado ayudando en la búsqueda. A él no le terminaba de agradar estar ahí, sabía que no pertenecía a ese lugar pero entre más pronto lo encontrara, más pronto podrían regresar a Eleusis. Cierto día ella estaba en el despacho revisando algunas cosas con Ares y a este le dio un dolor de cabeza horrible que lo hizo gritar de dolor.

—¿Estas bien Ares?—preguntó Perséfone genuinamente preocupada por su hermano.

—Si, es solo un dolor que me da cada cierto tiempo, creo que es un golpe en la cabeza que me di durante la guerra.

Perséfone conocía esos síntomas no era un dolor por un golpe además los Dioses no tenían secuelas de golpes.

—Ares, ¿has tenido alucinaciones? Me refiero a cuando te viene ese dolor

—Si, ¿cómo lo sabes?

—Porque la primera vez que mi madre me encerró trato de enmendar todo borrando esa parte de mi vida—ella se levantó y busco uno de sus libros—ve con Hécate—Perséfone hojeo el libro y encontró lo que buscaba—, pídele que te haga esa poción—señaló—si no lo haces te seguirá doliendo la cabeza. Créeme es mejor vivir con el recuerdo que con el dolor físico.

—Gracias Perséfone.

Ares salió del despacho y Perséfone siguió con sus asuntos, todo marchaba de maravilla, y aunque quería ser humilde, era gracias a ella.

Adonis entró con un jarrón con flores, eran Narcisos, los favoritos de Hades.

Adonis había pasado toda la mañana en la Tierra para buscar a Demeter, puesto que ella sabía donde estaba Mente, ni siquiera Apolo la ubicaba. Pero Adonis logró encontrar a Demeter, había encontrado otras cosas pero Demeter le pidió guardar el secreto.

—Decidí traerte esto—le dijo él y ella sonrió triste.

Perséfone recibió las flores y se sentó en el escritorio.

—Gracias Adonis, eres un sol, ¿ayudaste a Hecate con las Almas de hoy?

—Sí, esta mañana después fui a la Tierra... sabes he estado pensando que podríamos ir a pasar unos días a Eleusis, ya pasaste la crisis aquí y todo va de maravilla.

—Adonis hemos hablado de esto, mientras Hades no aparezca yo no puedo salir de aquí.

—Y si te dijera ¿qué encontré a tu madre?

—Eso querria decir que podemos encontrar a Mente.

—También que puedes ir a Tierra y pronto estaremos de vuelta en nuestra vida normal.

A Adonis no le gustaba en absoluto la vida en el inframundo, tampoco la versión mandona y oscura de Perséfone, el prefería vivir despreocupado y jugueteando por aquí y por allá, algunas veces mientras Perséfone dormía, él se visualizaba teniendo hijos con ella, serían semi dioses pero sin duda serían los bebés más hermosos de la historia griega. Adonis la amaba y en ese punto sabía que ella lo amaba a él.

Ese mismo día fueron con Demeter para que los llevara con Mente, aunque Adonis prefirió quedarse en donde Demeter vivía. Ellas se fueron y Perséfone iba armada con una daga de plata del inframundo, no sabía para que la llevaba pero después de todo se iba a encontrar con la ninfa que trató de matarla, debía protegerse.

—Hija no entiendo porque tienes esa obsesión con encontrar a Hades—dijo Demeter mientras caminaban hacia el río donde se encontraba la casa de Mente—, digo sé todo esto de que si no reina tu no vas a volver a Tierra pero sospecho que esto va más allá.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora