Capítulo IX

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Al llegar se encontraron con Ares. Él traía el torso desnudo, mostraba todas sus cicatrices de guerra, él podía ocultarlas, pero le gustaba recordar las batallas que perdía, porque incluso cuando perdía ganaba una historia.

—¡Hey tú! —gritó Artemisa.

—No puedes hablarle así a él—le corrigió Daphne.

—¡Daph! Cuanto tiempo sin verte, y traes a una amiga.

Artemisa lo conocía, al menos de lejos lo había visto cientos de veces, incluso le había ayudado indirectamente durante la guerra de troya, aunque para ser honesta ella solo lo había hecho para salvar a su hermano Apolo

—Hola Ares, en realidad traemos un mensaje de Perséfone para Hades—Daphne había tenido una aventura fugaz con Ares que ella misma termino porque sabía que no iban a ningún lado, habían quedado cómo buenos amigos. Ares la visitaba de vez en cuando o la invitaba a comer en Atenas, era una amistad sencilla y nunca tenían problemas.

—Mi tío no tarda en llegar podemos esperar en el castillo

—Preferiría esperarlo aquí—dijo Artemisa.

Teniendo más cerca a Ares le recordó a Eros, era alto y fuerte, sus párpados lucían caídos, aunque si lo pensaba todos los Dioses se parecían entre sí.

—Créeme no quieres, aquí hay muchos muertos, es mejor ir al castillo—Ares la miro de cerca—, dime ¿te conozco?

Ares estaba seguro de no haberla visto antes, era demasiado hermosa, no olvidaría un rostro así jamás.

—Mi nombre es Artemisa, Diosa de la caza y próximamente de la virginidad—ella extendió su brazo y Ares le correspondió el saludo.

—Daphne, nunca me presentas amigas y cuando me presentas alguna resulta que es la Diosa de la virginidad.

—No estoy aquí por ti o para presentarte amigas—dijo Daphne—venimos de parte de Perséfone.

—En todo caso ¿quién eres tú? Algún sirviente de Hades—rio

—¿En serio no sabes quién soy yo?

—Bueno tu no sabías quién soy yo.

—Soy Ares, Dios de la guerra, hijo de Zeus y Hera. Es un placer. Ahora díganme ¿le están quitando su puesto de mensajero a Hermes? —dijo mientras subía a la barca y extendía la mano para ayudarles a subir—adelante suban

—Ni siquiera me hables de ese idiota—espetó Artemisa.

—A mí tampoco me agrada, es un hablador, traicionero...

—Idiota, abusivo...—continúo Daphne.

—Bueno al menos en algo estamos todos de acuerdo, Hermes es insoportable—dijo Artemisa.

Rieron los tres.

—Nos vamos Charon—dijo Ares.

—¡Esperen! —grito Hades quien iba entrando con Cerberos a su lado.

Aguardaron en la barca hasta que Hades llegó.

—Tío, ellas tienen un mensaje para ti.

—Espero que no sea Zeus diciendo que no puede causar la lluvia de estrellas o algo así.

—No es eso, Perséfone nos envió, pidió que te dijéramos que pospusieran la cita de hoy—dijo Daphne.

—Pero hay una buena razón—dijo Artemisa al ver el rostro atónito de Hades—estábamos en el prado y llego Deméter y dijo que tenía que ayudarle con unas cosas de mariposas.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora