Capítulo IV

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Hades miro a todos cuando Persefone entro, era porque ella era nueva en ese ambiente, era hermosa y lucia tan diferente a todas las demás Diosas, todos la miraban, todos excepto Ares, el era del tipo que disfrutaba esos eventos no por los invitados sino por la comida, cuando por fin la vio dijo:

—¿Es tu chica? —pregunto Ares al ver a su tío boquiabierto.

—No lo digas tan alto y si es Perséfone

Ella lucia hermosa, el vestido resaltaba su figura, no necesitaba el maquillaje, pero se le veía bien, el cabello lo llevaba suelto con una corona de flores, era una Diosa su piel brillaba mientras Hades babeaba, cada vez se convencía más que ella perfecta.

Afrodita vio la escena así que se acercó a Hades.

—Esa chica es bellísima—dijo a Hades.

—Ella brilla como una estrella—dijo sin pensarlo dos veces.

—Hola Afrodita—dijo Ares un tanto nervioso, hacía casi un siglo que no la veía.

—Ares sabes perfectamente que no puedes dirigirme la palabra—Afrodita tenía una historia con Ares una corta y fugaz historia, pero apasionante.

—Puedo, pero no debo, iré por un trago, ¿vienes tío?

—Me quedaré aquí.

—Así que cuéntame, ¿qué ha hecho el rey del inframundo aparte de cuidar al niño Ares?

Hades sonrió y bajo la voz.

—Ese "niño" es idéntico a tu hijo, ¿no es así?

—¿Qué es lo que sabes Hades? —ella se puso roja

—Sé que tuviste algo que ver con Ares hace algunos siglos, él me lo contó, pero como ya estabas con Hefesto decidiste no correr riesgos ¿cierto?

—¿Alguien más sabe esto?

—Solo yo, no te preocupes tu sucio secreto está a salvo conmigo, no quiero que Ares se meta en problemas—hades cruzo los brazos indiferentes

—¿Qué hay de ti? Lo último que supe es que estabas con esa vulgar Ninfa como se llama...

—Mente

—Ah sí, esa—Afrodita si recordaba el nombre solo que prefería no decirlo en voz alta—¿qué paso con ella?

—No mucho, supongo que Eros nunca quiso lanzar la flecha entre nosotros.

—Eso es tan triste, creo que el rey del inframundo merece una reina. Vives tan solo allá abajo, sin luz, rodeado de...—ella hizo una pausa para beber vino— muertos para variar.

–No estoy tan solo, tengo a los demonios y a Ares.

—¿Estás seguro que no quieres una compañera? Vi como miras a la pequeña Perséfone y creo que sería interesante pedirle ayuda a Eros para que...

—Sin ofender Afrodita, no necesito de las flechas de Eros, si me disculpas, iré a saludarla y quizá le invite a bailar conmigo.

Afrodita se sentía orgullosa de que Hades rechazara su oferta, todos querían las cosas fáciles cuando de amor se trataba, pero la realidad era que solo quienes habían pasado por la Soledad que conlleva tener el corazón roto saben lo que es el amor. Hades lo entendió, incluso si Perséfone le rechazaba él no utilizaría las flechas. Sin embargo, Afrodita quería ayudarle, solo necesitaba que ambos estuvieran juntos. Sabía a quién llamar.

—Permíteme distraer a Hermes, le pediré que traiga a Eros.

—¿Harías eso por mí?

—Claro que sí.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneWhere stories live. Discover now