Capítulo XLIII

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Perséfone había aceptado casarse con Hades una vez más, con invitados presentes pero recordó que Ares estaba molesto con ella y ella con él, Artemisa, su única amiga quien sabe donde estaba, Perséfone no quería hablar con su madre porque no quería enfrentar la realidad de que la había engañado, Poseidón había contribuido a ese engaño y Zeus ni siquiera figuraba en la lista de invitados por obvias razones, en fin su vida social no existía en ese momento, así que estaba pensando en no tener boda y saltarse a hacer el amor con Hades por el resto de la eternidad lo cual ya pasaba. Claro que arreglar todo también era opción, pero no sabía por dónde empezar.

—Mi cielo—se anunció Hades al llegar—¿qué harás hoy?

—No lo sé, amanecí con ganas de arreglar mi vida social.

—¿Puedes empezar por Ares? —le pregunto esperanzado, Ares no se había parado en el inframundo desde que Perséfone lo confrontó por ser el responsable de la muerte de Adonis.

—Tal vez, quisiera empezar por Artemisa luego iría con Ares, quizá después con mamá y estoy pensando en ir a golpear a Zeus.

—Suena a que tienes un plan, solo para que lo consideres, Artemisa esta en el Olimpo si vas allá puedes golpear a Zeus antes de irte.

—Supongo que te tomaré la palabra—ella le dio un beso en la mejilla y se fue al Olimpo.

Artemisa

Perséfone llegó al Olimpo y justo cuando estaba ahí se encontró con una niña, supuso que era Hebe, Hades ya le había hablado de ella antes así que se acercó y le preguntó dónde podría encontrar a Artemisa, esta le dio indicaciones y Perséfone llegó, Artemisa practicaba con su arco, vaya que había cambiado, su amiga ahora llevaba el cabello corto y se le veía más oscuro, ya no lucia como tocada por el rayo de sol si no más bien como si la noche la vistiera.

—¡Perse! —grito la Diosa y dejó caer su arco y flecha, la chica que Perséfone conocía aún seguía ahí—¿Que te trae por aquí? —empezó a hablar rápido—Lamento lo de Daph y lamento no haber ido a tu reunión en la Tierra, Hestia me estaba preparando para...

—Lo sé, ser Diosa de la virginidad, lo sé, no te preocupes yo entiendo.

—¿Qué te trae por aquí Perse? —preguntó Artemisa.

—Creo que Ares...

—Ares...—suspiro Artemisa—lo siento ya cerré esa puerta y no tengo ganas de abrirla—dijo cabizbaja.

—Ares te quiere, ¿Tan malo sería para ti volver a hablarle?

—Tu no lo entiendes, lo tuyo con Hades siempre estuvo destinado a ocurrir—ella le pidió que se sentaran—de alguna forma ustedes siempre deben estar juntos.

—Pero no ha sido fácil, sin embargo, no nos rendimos, tu te rendiste después de que... ¿una guerra? ¿Descubrir su pasado? ¿Darte cuenta que nunca fue bueno del todo?

—¿Vienes solo a reclamarme?

—No, vine a arreglar las cosas contigo y Ares, él arregló las cosas conmigo y Hades y creo que le debo eso.

—Perse, no es tan fácil, el hecho es que hice un voto de virginidad y aunque lo amo, no puedo destinarlo a no tener intimidad conmigo.

—Pero eso a él no le importa, si tan solo lo hablaran.

—Pero a mi sí y deberías irte porque tengo que ir a ver a Hestia...

Artemisa se levantó y Perséfone hizo lo mismo, su primera misión había fracasado así que iría en busca de la segunda.

Zeus

Perséfone trató de ser sigilosa y se escabulló hasta el despacho de Zeus, era tan grande blanco y suntuoso que ella sintió que desentonaba con el lugar cuando escucho ruido afuera ella se escondió detrás de la puerta y se le ocurrió hacerse un glamur y verse más como Mente, después de todo Zeus también había estado con ella, se le ocurrió algo mejor, ponerse el rostro de cada mujer que ella conocía había tenido sus romances con él para al final golpear. Zeus entró y ella cerró la puerta.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu