Capítulo XXXVII

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Perséfone estaba instalándose en el despacho de Hades, realmente no había dormido nada desde que llegó, había escrito cartas y acomodado las almas por crimen cometido, apenas había ido al despacho, era un caos horroroso y si había algo que había aprendido de Hades era que la organización era la parte más importante del trabajo. Había muchos papiros en la mesa también tinta. Tomo uno que era una carta a Artemisa, al parecer se enteró que ella no recibía cartas pues estaba prohibido hasta que completara su transición a la vida virginal.

Artemisa:
Se que debí escribirte esto antes pero no sabía cuán conflictuado estaba tu corazón hasta que Ares me dijo que habías terminado lo que sea que tuvieran. Te quiero aconsejar, aunque sea tardío que no le des nunca la espalda al amor de tu vida, menos por prejuicios estúpidos de la familia, yo le di la espalda a mi Perséfone por creer que todo estaría bien si ella se iba y yo no la molestaba, el punto es que Ares me ha contado que ella no está bien, ni yo tampoco, solo espero que quizá algún día me perdone. En tu caso, pídele disculpas a Ares cuando tu corazón ya no tenga sentimientos hacia él.
Te quiere, tu tío favorito.

Perséfone miró la carta y pensó en que todo sonaba sincero, aunque las cosas en la fiesta no habían salido bien. Siguió revolviendo las cosas, había más papiros enrollados ante ella.

Perséfone:
No enviaré esta carta, no tiene caso, sé que no me perdonaras, aunque ponga auroras polares y lluvias de estrellas en tu habitación, ¿sabes? Las cosas están muy sombrías por aquí, y eso es porque eres tú mi felicidad, con tus gestos y forma de ser me has dado una razón por la cual sonreír. Espero algún día tener el valor de ir a buscarte y pedirte disculpas por todo lo que hice.

Se sigue amando, Hades.

—¡Perséfone! —gritó Ares al entrar al despacho.

Ella se sobresaltó. Ares tenía un aspecto muy rudo, usaba barba larga y tenía la ropa con algunos rasguños. Parecía que no se había bañado porque traía lodo en las piernas y en el cabello.

—Me asustaste Ares.

—¿Qué paso aquí? —le dijo y tomo un papiro, comenzó a leerlo en voz alta—Estoy en mi cama,

y tú ya no estás aquí.

Y no puedo culpar a

nadie más que a mí.

Olvida lo que dije,

no es lo que quería decir...

—No sigas leyendo—le dijo Perséfone al sentir un vacío en el pecho cuando Ares hablaba.

Él leyó la carta que Hades le había escrito a Artemisa "No le des la espalda al amor de tu vida, menos por prejuicios estúpidos de la familia" en ese momento deseo que esa carta estuviera en manos de ella.

—Suena muy deprimido en estos escritos ¿no crees?

—Hizo cosas horribles, quizá el remordimiento no lo dejaba dormir.

—No lo sé Perse—le dijo Ares—estos papiros están aquí desde antes del incidente de la fiesta.

—¿Como lo sabes?

—Por la tinta, cuando fui a China le traje estos antiguos juegos de tinta—le mostro la caja de madera que estaba en el escritorio—está en el mismo lugar donde la dejé, y todo está escrito en tinta negra.

—¿Cuándo fue la última vez que lo viste? —Perséfone necesitaba encontrarlo.

—¿Te refieres a antes de la fiesta? No lo sé, cuando le entregué esto supongo, fue unos dos días antes de la fiesta, él no tenía ánimos de ir.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin