Capítulo XXXV

2.2K 166 47
                                    

Habían pasado un par de meses desde que Perséfone había abierto el cofre, los primeros días con Adonis fueron extraños, parecía que él siempre quería complacerla. Adonis era un joven mortal apuesto, se parecía un poco a Ares, aunque sin duda era más bello. También era amable y nunca desaprovechaba la ocasión para elogiar a Perséfone. El día que Deméter lo conoció quedó encantada con él, aunque claro Deméter tenía cierto desdén por los jóvenes guapos.

—¿A dónde vamos Perse? —preguntó Adonis siguiéndole el paso.

—Ya te dije, es una sorpresa.

Adonis tomó su mano, pero ella se apartó.

—¿Qué haces? —le preguntó.

—Pues si tú me quieres sorprender pensé en hacer lo mismo y sorprenderte tomando tu mano.

—¿No te rindes cierto?

—Bueno eres la primera que no me trata como un objeto sexual para tu placer.

—Eso es porque al parecer el hecho de que vivas conmigo no inmuta en lo más mínimo a mi marido.

—Ex—sonrió—ex marido.

—Como sea, ya llegamos—ella lo llevo al jardín que había hecho en honor de Daphne—tengo una cita aquí y tu vienes a cuidarme.

—Para ser sincero es más divertido ser un objeto sexual que un chaperón, pero está bien, quien es el afortunado que ha ganado tu cariño—fingió que caía—y nos desplazó a mí y a Hades.

—Apolo, y no es lo que crees—le explico algo de la historia de Apolo y Daphne y porque quería inaugurar ese jardín.

Perséfone siempre supo que nunca podría tener una amiga como Daphne. Y ese jardín la homenajeaba de una manera bella.

—¿Narcisos? —preguntó Adonis—creo que no van con la temática del lugar. Y era cierto, todo eran colores pastel y los Narcisos no se adaptaban, ella recordó que los sembró cuando le envió unos a Hades y se le escapó un suspiro.

—Sabes tienes razón, hay que quitarlos.

—Déjalos ahí—dijo Apolo bajando desde el cielo—, me gustan como lucen a las orillas de este estanque.

—Apolo—saludó Perséfone.

—Al fin terminaste el jardín, quedo muy bonito—dio una mirada alrededor—¿Para qué me necesitas?

—Para preguntarte si está bien hacer una ceremonia en honor de Daph.

—Escucha, Daph era tu amiga, y te quería más de lo que alguna vez me quiso a mi—suspiro mirando la estatua que Perséfone había mandado a hacer—apoyo tu plan, además necesitas salir.

—Suerte con eso, llevo días tratando de convencerla de salir a bailar—Adonis lo interrumpió—soy Adonis soy su...

—Mi asistente y amigo, no creas que tengo alguien aquí para pasar el rato—bajo la mirada.

—¿Y si así fuera qué? Ya no estás con Hades.

—Ya te enteraste.

—Creo que no hay Dios que no lo sepa, Hades es un idiota, no puedo creer que no pudiera pasar unos meses sin ti. Y todo lo que te pasó por eso. Pero en fin yo me encargaré de invitar a todos, de vino y aperitivos tu prepara el lugar.

Apolo se despidió de ella y de Adonis, ambos caminaron de regreso a la casa de Perséfone.

—Sabes, creo que eres más hermosa que Afrodita.

—No va a funcionar Adonis.

—No lo digo para conquistarte, pero—Adonis la tomo de la mano lo cual hizo que ella volteara—tienes algo en la cara.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneWhere stories live. Discover now