Capítulo XXV

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Mes 11

Teseo y Piritoo habían encontrado la forma de entrar en el inframundo sin estar muertos y sin que Cerberos se los comiera. Piritoo era el más emocionado, desposar a una Diosa era una de sus metas.

A Teseo no le encantaba el plan, pero lo hacía por su amigo, Teseo tenía todo, oro, piedras preciosas y mujeres, no le interesaba lo que le fuera a dar Deméter, si lo pensaba ni siquiera la idea de la inmortalidad le agradaba tanto.

Al llegar al inframundo presentaron sus respetos a Cerberos y le dieron carne, el canino de tres cabezas los dejó pasar tal y como esperaban, cuando estuvieron ahí, vieron un río interminable y a sus orillas un castillo enorme.

-¿Dónde crees que este la hija de Deméter? -le preguntó Teseo a Piritoo.

-En el castillo, quizá en alguna mazmorra, sabes lo que dicen del Rey del inframundo.

-Heracles dice que es bastante agradable a veces-le dijo Teseo.

-El bondadoso Heracles, da igual, entremos al castillo.

Ellos vieron unas barcazas viejas y remaron hasta la otra orilla, rodearon el castillo y buscaron alguna entrada, pero no veían nada, era una tremenda fortaleza que les impedía la entrada al lugar, la única forma de entrar era por la parte de enfrente mientras todos estuvieran desprevenidos, pero notaron que básicamente todo daba vista a la entrada principal. De pronto Teseo vio a Perséfone.

-¿Es ella? -preguntó.

-Concuerda con la descripción que nos dio Deméter.

Perséfone llevaba unos pergaminos y detrás de ella iba Radamanto con algunas plantas, parecían ocupados, pero ella se quedó sola justo en la entrada.

-Es ahora-dijo Piritoo.

Corrieron hacia ella tratando de atraparla. Pero Perséfone se defendió, los meses que había pasado en el inframundo había aprendido algo de defensa personal por parte de Éaco, también le habían enseñado a usar las armas de guerra, aunque claro no era tan fuerte como para librarse ellos sola, así que gritó para que fueran a ayudarle. El primero en llegar puesto que estaba más cerca fue Radamanto.

-No permitiré que se lleven a mi ama-les dijo y lucho con ellos.

-¡¿Que está pasando?!-grito Hades cuando llego. El traía un cetro de dos puntas con el cual dejó inconsciente a uno de los infiltrados. Al otro Perséfone le destrozó la planta en la cabeza, a ambos los envolvió con una enredadera.

-¿qué haremos con ellos? -le preguntó Perséfone.

-Encadenarlos, quiero interrogarlos ¿estás bien?

-Sí, pero mi pobre Narciso no, lo siento quería decorar todo para nuestra boda.

-No te preocupes cariño, todo estará bien, y lo importante es que no te ocurrió nada-Hades la abrazo-Radamanto, pídele a Éaco que te ayude a llevarlos al comedor, si despiertan aliméntenlos, yo acompañaré a Persi a nuestra habitación.

Los diablillos hicieron lo que Hades les ordenó. Perséfone y el hablaron de lo ocurrido.

-¿crees que mi madre los envió?

-¿Que? No, la gente se infiltra o tratan de hacerlo todo el tiempo. Ay por los Dioses ¡Cerberos! -Hades abrió un portal-¿vienes?

-Claro.

Al llegar se dieron cuenta que el enorme perro de tres cabezas había sido reducido a un perrito de no más de un metro de altura. Estaba dormido y tranquilo, Hades le acarició la cabeza.

-Esos idiotas se metieron con MI perro, esto no se va a quedar así.

-Estará bien ¿cierto?

-Por supuesto, él cambia de tamaño a voluntad, pero como lo durmieron se hizo pequeño.

Amor Divino: Hades Y PerséfoneWhere stories live. Discover now