Omoke 1: Una sonrisa quebrada...

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Mi nombre es Toga, Himiko Toga, desde que soy pequeña, mis padres me dijeron que todos nacemos diferentes y únicos, que no importa que peculiaridad tenga, siempre seré única y buena ante los ojos de mis padres, siempre estuve feliz de que mis padres me dijeran eso y cuando fui creciendo me sentí mas y mas emocionada de lo que podría hacer.

Tal vez tendría la habilidad de cambio de apariencia de mi Oka-chan, que podía cambiar el color de sus ojos y cabello, era gracioso verla confundir a mi Oto-chan de vez en cuando. O tal vez la peculiaridad de mi padre que era el no hacer ruido al caminar, era una habilidad extraña, pero también divertida, no me molestada que mi Oka-chan fuera ama de casa y mi Oto-chan un oficinista.

¿Tal vez yo podría ser una heroína? ¡Eso seria genial!

Los años pasaron y cuando cumplí cinco, me di cuenta que era la única de mi clase sin una peculiaridad que me hiciera especial, eso me molestaba y que mis propias compañeros se burlaran de mi, solo me hacia enojar mas, pero mis padres me consolaban diciendo que yo podría ser como una flor tardía, me tomaría tiempo, pero algún día mostraría lo especial que era.

Cuando había cumplido seis años, note que me sentía extraña, cada vez que miraba algo de un fuerte color rojo, me sentía rara y cuando me corte un dedo por accidente con un cuchillo, sentí una rara satisfacción cuando chupe la herida, no sabia explicar porque me gusto tanto esa sensación y cuando se lo dije a mi Oka-chan.

"No es bueno que hagas eso…"

¿Por qué no podría hacer algo que me hace sentir bien? ¿Acaso eso era malo? No lo sabia y nadie se acerco para decírmelo, pasando un par de años mas, cuanto tenia solo ocho años, volvía a casa luego de estar en la escuela, volví por el camino de siempre, pero esa vez me encontré con algo particular, un pájaro herido que estaba tirado en el suelo, tenia lo que parecía ser un golpe en el pecho que fue resultado de una canica que los niños de su barrio solían usar con sus resorteras.

No sabia porque, pero ver la sangre brotar de la herida, el escuchar los quejidos de ese pequeño animal, una parte de mi quería ayudarla, pero otra parte mas grande de mi misma, quería otra cosa, sin pensarlo tome al pájaro en mis manos y lentamente me lo lleve a la boca, cuando lo tuve en mi boca y lo mordí, cuando la sangre llego a mi lengua.

Me sentí bien…

Muy bien…

Dando fuertes mordiscos solo quise que la satisfactoria sensación durara mas, ignorando el débil aleteo del pequeño animal y sus débiles chillidos, me lo comí, su carne, su sangre, sus plumas que quedaron alrededor de mis labios, ese cálido elixir rojizo que pasaba por mi garganta, me hacia sentir…. ¿Completa?.

No lo supe en ese momento, pero emocionada corrí a mi hogar, para contarle de este descubrimiento a mis padres, cuando llegue a mi casa y se los dije, me sentí confusa por la mirada de mi Oka-chan, ella no le gustaba que tubería aun la sangre del pequeño pájaro en mis labios, lo siguiente que recuerdo fue el cinturón de mi Oto-chan golpeando mi espalda, diciéndome que lo hice, estaba mal.

¿Por qué estaba mal?

¿Por qué me lastimaban?

Ellos no me lo decían, pero sabia que mis padres se volvían cada vez más y más lejanos de mí, ellos me solían solo ignorar, como si no estuviera, mi Oto-chan volvía cansado de casa luego del trabajo y cuando me quería acercar a el, para contarle de mis buenas calificaciones en la escuela o lo que hice, el solo decía que estaba cansado y se iba a dormir o estar con Oka-chan.

¿Por qué se alejaba?

Mi Oka-chan a veces se olvidaba de mi, tenia que acostumbrarme a eso, siempre pensé que ella solo estaba cansada por lavar ropa y hacer la comida para mi todos los días, sabia que ella me quería, pero aun así, ¿Por qué no me abrazaba como antes o me decía que me amaba?

Ronin Where stories live. Discover now