6

19.1K 2.8K 345
                                    

Jimin no iba a trabajar desde lo ocurrido en las inscripciones, una vergüenza terrible lo acechaba impidiéndole salir de casa, a pesar de que solo lo sabía su hermana SoDam y Dahyun, él pensaba que sería el hazmerreír de todo el pueblo. La mayoría del tiempo estaba acostado en la inmunda cama, dormía a medias y de vez en cuando su madre y las pequeñas se acercaban a él para saber por qué esa cara tan triste: él no respondía o solamente les sonreía.

Los días pasaban lentos, eran tediosos, se burlaban de la impotencia del muchacho cada vez que pasaba un minuto. El castaño quería explotar por la manera tonta en la que se estaba comportando, debería olvidarlo, volver al trabajo así podría dejar de pensar en ello; le estaba afectando mucho a su vida cotidiana y laboral. De seguro le descontarían de su paga los días faltados, incluso no le pagarían nada. ¡Cómo odiaba a esa gente que los trataban en menos!

Cada vez que intentaba enojarse o cuando la furia tenía protagonismo en su cuerpo, llegaba alguien con la tranquilidad e inocencia que derrumbaba todo lo malo que habitaba alrededor. Su hermana, JeongHwa, contenía en sus manos un pocillo con comida para el hambriento del mayor, recién salido de la cocina hecha por su esforzada madre.

JeongHwa se acercó con su sonrisa tímida esperando que el joven le correspondiera de la misma forma y dejó silenciosamente el alimento encima del mueble deteriorado.

- ¿Cómo te encuentras? -preguntó apoyando su cabeza en el hombro de Jimin-. Has estado tres días aquí encerrado, tú no eres así; me estás preocupando. ¿No estarás enfermo? -dijo poniendo una mano en la frente de él.

El muchacho cariñosamente la quitó y besó en la palma. Admiraba la preocupación de su hermana y aquello le causaba una felicidad surgida de los lugares más recónditos de su corazón.

-Tranquila, no tengo nada. Solo... estoy recuperando energías para después volver a trabajar -le acariciaba el pelo mientras hablaba.

-No quiero que trabajes.

-¿Y eso por qué? -la miró extrañado.

-Siento que algún día ya no volverás a entrar a esta casa.

La respuesta sorpresiva de JeongHwa le hubiera sido imposible procesarla si aquello no lo sintiera él también; cada vez más su vivienda la estaba encontrando lejos, ya sea por lo inconsciente y maltratado que quedaba de esos lugares o la sensación del final donde veía a la muerte saludándolo e invitándolo unirse a aquel mundo eterno. Veía el terror en los ojos azules de su hermana, el miedo de perderlo, de no saber nunca más de él, de no tener a alguien a su lado y que la apoyara, de quedar sola.

En ese momento ambos oyeron el grito de su madre avisando que alguien tocaba la puerta. JeongHwa le dio un beso en la mejilla y se retiró para atender el inesperado visitante. Mientras, el castaño se quedó mirando la pulsera que le obsequió Dahyun hace un año cuando él estuvo de cumpleaños en octubre. Fue el mejor día de su vida, por primera vez recibía un regalo por una persona especial; su familia no podía darse el lujo de comprar, debido que el dinero era limitado. Quería proteger a Dahyun, pero en la manera que lo estaba haciendo no servía de nada. ¿Podrían estar fuera de peligro?

Soy un inútil, pensó.

De repente, la figura exaltada de su hermana se detuvo en el umbrel de la puerta con los ojos abiertos de miedo. El muchacho de inmediato se preocupó y el temor fue la primera emoción negativa en formar parte de su cuerpo. ¿Qué tal si eran los Guardias y ya sabían absolutamente toda la verdad? Jimin sin perder tiempo se dirigió a ella con el intento de tranquilizarla, aunque sabía de antemano que no lo lograría.

-¿Qué ocurre?

-La chica de la que siempre nos has hablado, está afuera. ¿¡Qué hace aquí, Jimin!? -exclamaba hecha un total manojo de nervios.

. ⇢ príncipes ˎˊ˗ ꒰ ymWhere stories live. Discover now