8

18.9K 2.8K 1.1K
                                    

Muchos empleados del palacio real atestaban la pequeña casa arreglando cada imperfecto que se le cruzaba en sus minuciosas vistas. Personas desconocidas tomaban y anotaban las medidas de su cuerpo para los trajes formales que usaría al interior de la realeza, las mujeres que se encontraban al frente de él susurraban lo bello que eran sus facciones y que el príncipe, en la primera noche que lo viera, fijaría sus ojos en el castaño. Aquello le hizo sonrojarse lo cual las mujeres se percataron y sonrieron para sus adentros.

Lo que había ocurrido desde aquel sábado era una total locura, su hogar apenas aguantaba otro cuerpo más, sus hermanas miraban absortas la situación, de vez en cuando atinaban a ayudar pero todo el trabajo lo hacían los enviados del palacio. Jimin quería echar a toda esa muchedumbre afuera y regresar a la tranquilidad de antes con su familia, a los encuentros furtivos con Dahyun.

Definitivamente ya nada iba a ser lo mismo, su vida cambió radicalmente cuando HimChan mencionó con sorpresa el número de su casta y nombre. En ese momento todo le dio vueltas, el mareo se había intensificado y los gritos de las pequeñas y los cantos de victoria de SoDam y Dahyun no ayudaba a que bajara su mal; ellas viviendo en la felicidad mientras que él trataba de asimilar el hecho de separarse de sus seres queridos.

Cuando fueron a celebrar la gran suerte del muchacho en el banquete del Centro, los Sietes habían sido los primeros en felicitarlo y asegurarle una estancia como los dioses en el palacio real; él aceptó las buenas vibras de la gente a pesar de no conocerlos a todos. Pocos de las castas superiores se le acercaron para congratularlo de la oportunidad que se le presentó y el apoyo que ahora tendría su familia gracias a los beneficios que era pertenecer a la realeza.

Jimin prefirió retirarse de la fiesta ya que su ánimo no concordaba con el que todos tenían en el sitio. Dahyun lo acompañó sin temores de ser vistos juntos, debido a que los Guardias prestaban más atención al tumulto de gente que podía convertirse en un tornado de problemas a que un par de chiquillos abandonando el lugar. Ambos amigos hablaron de -aquella instancia- lo recién ocurrido, la inexistente sensación de vivir en el lujoso palacio, la vestimenta que usaría, lo hermoso que se vería cada día, cómo sería la conducta del príncipe.

Solo transcurrió una noche cuando ya, al siguiente día, casi una fila de personas vestidas formalmente se hallaban listas para maniobrar su trabajo sobre el joven y la vivienda. El ruido se encargaba de no dejar ningún espacio en silencio y crear bastantes conversaciones en el aire. Las mujeres simpáticas que aún permanecían al frente de él, le murmuraban cómo debía ser su postura y algunos consejos de protocolo, antes de que Dara le gritara en su cara cuáles eran los principales e imprescindibles modales para un Lord.

- ¿Quién es Dara? -se atrevió a preguntar Jimin a las mujeres.

 Ellas dejaron de cuchichear y dedicaron absolutamente toda su atención en él.

- Dara es la que ayudará a todos los muchachos en sus modales y comportamiento; muchos no lo tienen o están poco efectuados en su vida normal, de manera que ella es la encargada de poner mano dura a todos los que osen comportarse irrespetuosos con ella y, por supuesto, con sus Majestades -explicó una joven de ojos avellanos, una trenza de cintillo cruzaba por su pelo corto.

El castaño asintió, entendiendo; él deberá prestar mucha atención para aprender e integrarse sin complicaciones al mundo de la realeza.

-¿Cómo se llaman? -preguntó nuevamente deseando relajar sus nervios por el increíble acecho de riqueza a su alrededor.

-Mi nombre es Jihyo -dijo la joven de ojos avellanos-, ella es HyeRi -apuntó a una muchacha de baja estatura, una trenza larga caía por su hombro y sus brillantes ojos cafés - y ella es Jennie -finalizó apuntando a la otra chica que le miraba con su cabello castaño y ojos grises desbordando alegría y entusiasmo.

. ⇢ príncipes ˎˊ˗ ꒰ ymWhere stories live. Discover now