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Lord Jimin no se había marchado de la Selección.

Los últimos acontecimientos ocurridos, específicamente en la madrugada, habían provocado un efecto drástico en sus pensadas y programadas decisiones, tan seguras y firmes, aquellas ya no poseían la más mínima importancia o algún atisbo de retomar su validez; habían quedado en la negrura del olvido acompañados de los malos momentos que el castaño sufrió a causa del príncipe. Todo ello quedó atrás, enterrado y borrado en el pasado, sin fuerzas de que se quisiera recordar, lo verdaderamente valioso, en esas circunstancias próximas al final, era la unión de sus labios.

El primer beso de Park Jimin.

Aquel afecto amoroso llegó a sus diecisiete años ni más ni menos que por Min Yoongi, el príncipe de Seúl; un hombre de la realeza, proveniente de los lujos, alguien sumamente respetado, formal e inalcanzable para cualquiera que posara sus ojos en él. Sin embargo, el mismísimo joven Uno fue el privilegiado de besarle, de robarse su primera inocencia y guardarla como un tesoro preciado, único e inigualable, de hacerle tropezar bruscamente con la piedra del amor, caer y ser curado por un suave y apacible gesto de enamoramiento.

Sus sentimientos, los que anteriormente fueron cobardes, ahora resplandecían y luchaban con seguridad, porque tenían conocimiento, eran certeros, de ser correspondidos en su totalidad, se habían convertido en el héroe de sus temores, ahuyentaban las imaginaciones de desdichas u otra posible decepción. Jimin sabía, y confiaba plenamente, que su enamorado no le defraudaría ni ahora ni nunca, solo le brindaría felicidad; esa que tanto merecía desde hace años.

El beso fue una promesa para sus sueños y los sueños que tendrían juntos.

La sonrisa boba estuvo plasmada durante toda la noche, inclusive cuando le contó a las desoladas doncellas la cancelación de su eliminación, ellas le preguntaron qué milagro había sucedido, no obtuvieron más que la tonta sonrisita como respuesta a todo lo que inquirían, sus indagaciones las conducían a un Jimin encantado y de muchos suspiros.

Así se mantenía hasta hoy, en un paseo por el jardín, caminando y reviviendo la escena una y otra vez sin cansarse, nuevamente quería sentir los labios del príncipe sobre los suyos. Era tan refrescante y acogedora la sensación al unirse que necesitaban miles de años, una eternidad, para disfrutar su amor completamente, con todo esplendor.

—¡Jimin! —gritó fuertemente una voz femenina en su oído.

El nombrado saltó del susto encarándose de forma inmediata a la persona que osó interrumpir y arruinar su comodidad entre las nubes. Cuando se dio cuenta quién era, su rostro se tornó en un leve rojo reprimiendo la sonrisa que por nada del mundo iba a desaparecer. De pronto, entrevió a su izquierda la anatomía de un joven, pudo deducir que era su amigo Jeon Jungkook, el cual, ahora que le observaba mejor de reojo, estaba embelesado por la presencia de Dahyun.

«Kook, tú no, por favor», rezaba para que el pelinegro no se derrumbara entre los escombros de la tentación y le sucediera lo mismo que Taehyung.

El castaño pensó que estaba solo, sin la compañía de nadie, solo él y los recuerdos recientes, siquiera supo el momento que se le unió su amigo ni cuando la llegada de la fémina explotó su zona auditiva.

—¿Por qué tienes esa maldita sonrisa en la cara? —preguntó Dahyun, el tono enojado que usaba le indicaba al castaño que estaba ignorándola por bastante tiempo, lo cual ella odiaba extremadamente.

—Soy Jungkook —se entrometió el muchacho sin planearlo—. Eres muy bonita.

Dahyun bajó radicalmente la guardia, impactándose por el piropo desprevenido del Lord, el sonrojo acudió a sus mejillas segundos después seguido de una pequeña sonrisa tímida; aquel halago de por sí había afectado muy profundo en el interior de ella. El Siete podía ver cómo ella luego adoptaba una mirada que contenía extrañeza, y la entendía; se suponía que Jeon Jungkook estaba en la competencia por el príncipe, un hombre. ¿Qué hacía coqueteándole a una mujer?

. ⇢ príncipes ˎˊ˗ ꒰ ymWhere stories live. Discover now