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Regresaba a su habitación liberado de todo lo que le atormentaba en su fuero interno y junto con la pacífica sensación de no llevar una carga pesada en sus hombros, más bien portaba el apoyo de una persona extrañamente cercana. Ingresó al único espacio que le pertenecía en ese entonces en el palacio y se acostó inmediatamente en su cama; sus doncellas se retiraron, sonriéndole con ternura y deseándole las buenas noches.

Jimin, observando la luz fina que se escabullía por las ventanas esbeltas, pensaba en su familia, la familia que eran hace muchos años atrás, antes de que ocurriera aquel fatal accidente y dejara a todos con el corazón desgarrado y malherido, y en la horrible quiebra. Su querido padre estaba ausente desde sus nueve años, se había perdido toda la adolescencia de su hijo mayor, del que le decía que estaba demasiado orgulloso a pesar de su corta edad y logros obtenidos, solo para ver aquella sonrisita del castaño que alegraba todos los días del año.

Jimin estaba seguro que ahora le repetiría lo mismo si pudiera, hablarían sobre la estupenda suerte que tuvo para entrar a la Selección, la gran ayuda que le otorgaba a su familia, cómo se sentía él en la competencia y, por supuesto, en una conversación seria de padre e hijo, qué le sucedía con el príncipe Min Yoongi.

Necesitaba con urgencia aquel apoyo paternal, la madurez y sabiduría con la que podría haberlo ayudado en sus problemas..., Park JungMin, su padre, le hacía mucha falta en su vida.

«¿Por qué nos dejaste?», la pregunta que siempre estaba presente en su cabeza, la cual no quería recordarla por ser malditamente dolorosa, esa interrogante era ocultada por pensamientos de estudio, la Selección, Dahyun o el príncipe Min Yoongi. Cualquier tema que lo mantuviera ocupado, le servía para mantenerse desconectado del pasado.

Cerró sus ojos, desgastados de tanto llorar de pena y rabia, y comenzó a soñar, por primera vez en años soñó nuevamente con su padre. Tan rápido como llegó el momento de abrazarlo, su cuerpo reaccionó ante la sobrecarga de amor y despertó.

Hubiera pensado que aún era de madrugada si sus doncellas no estuvieran ahí con el desayuno en la bandeja de plata y con el traje del día colgado en la pared. Perezosamente estiró sus extremidades ganándose una gigantesca oleada de cansancio, ¡quería seguir durmiendo! Saludó a cada joven preguntándole cómo habían amanecido. Cabe decir, por parte de Jihyo, HyeRi y Jennie, que Jimin era bastante preocupado por ellas, algo innecesario; estaban seguras que los otros Lords siquiera sabían los nombres de sus doncellas.

Park apresuró en vestirse: pantalones negros, camisa celeste con delgadas rayas azules y los característicos tirantes, solamente podía utilizarlos él; a veces Jimin se sentía exclusivo, le daba gracias a sus doncellas por esa atención.

—¿Bajará, Lord Jimin? —preguntó Jihyo.

—Sí... —murmuró, un poco dubitativo—. Ya es hora de que deje de ser débil, ahora seré valiente; ya no les tendré miedo (aunque no entiendo por qué les tuve). No permitiré que digan cosas que no sean ciertas sobre mí, ni que me ofendan. Si quieren reírse, que lo hagan, pero no será de mí —declaró seguro, que hasta él mismo se entusiasmó.

—¡Así se habla, milord! —aplaudió Jennie apoyando la iniciativa del castaño.

El castaño degustó sabrosamente el desayuno, calmado y sin preocupaciones mientras conversaba con sus doncellas sobre lo que sucedió en el primer piso luego de que le diera una bofetada al príncipe. Todo el palacio lo supo, le comentaron, cada sirviente y soldado pronunció el nombre de Lord Park, algunos rieron, ya sea por la gran diferencia de estatura entre Jimin y Yoongi y lo cómico que debió verse, otros reclamaron la insolencia de él y otros (los que llevaban más años en el palacio) estuvieron a favor de él, porque reconocieron la artimaña que era Yoo YoungJae en el instante que salió en el Report.

. ⇢ príncipes ˎˊ˗ ꒰ ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora