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El castaño estaba maravillado e impresionado con su habitación, era gigantesca, tenía todo el espacio que alguna vez soñó. De su cama no podía quejarse, siquiera expresar algunas palabras de la comodidad que sentía cuando se recostaba. Todo lo que le rodeaba era sumamente sedoso, las sábanas, las almohadas, hasta incluso los muebles; era una sensación nueva tocar un objeto el cual no tuviera astillas o se encontrara quebrado. Jimin pensó que se había ganado un pasaje al paraíso. Además, poseía una vista hermosa que sin duda iba a dibujar.

Sus doncellas recién lo habían despertado para comenzar las tempranas clases de protocolo que tendría con Dara, al igual que los demás jóvenes en la Sala de Hombres. Estaba entusiasmado de aprender modales pero a la vez temeroso de lo que pudieran decir los otros. Era el chico de la casta más baja, algo que nunca se vio en las Selecciones anteriores. Que el pobre estuviera encerrado en los lujos era una completa locura. Podría ser la burla de todos los habitantes del palacio, incluso del rey y la reina.

Antes de retirarse se había duchado. Deseaba a cada minuto deshacerse de la mugre impregnada por años en su cuerpo; la oportunidad de bañarse con agua caliente era otra de las sensaciones nuevas y magníficas que sentía. El palacio era una caja de privilegios para Jimin la cual no iba a desaprovechar hasta que fuera eliminado por el príncipe. En medio de su ducha, los ojos grises de Min Yoongi fueron recordados en su mente, el intenso color y la mirada que le dirigió ya le estaban provocando extrañezas en su interior.

En el instante que salió del baño, muy bien aseado, sus doncellas habían dejado de respirar. Jimin se avergonzó, su cuerpo era delgado y solo faltaba un poco para que sus huesos se hicieran visibles; no estaba orgulloso de sí mismo. Quería mejorar y con las pastillas que le habían entregado podría conseguirlo.

-¡Oh Dios mío! -exclamó Jennie impactada por el cambio radical del joven.

-Vaya... -susurró HyeRi quedándose sin palabras para halagarlo.

-Ojalá yo saliera así de guapa después de un baño -dijo Jihyo embelesada por la hermosa figura de Jimin-. Ten por seguro que Yoongi se fijará en ti una vez estés en la cena.

-¿Dónde quedó el respeto, eh? -soltó una risita-. ¿No que es un Lord, Jihyo?

-Oh, sí, sí, discúlpeme, Jimin... Digo, Lord Jimin -repuso arrepentida mandándole una mirada de odio puro a la doncella burlona.

-Joven, tiene que vestirse. A la señorita Dara le desagrada demasiado que lleguen tarde y más si le interrumpen su clase -informó Jennie preocupada por los minutos que le quedaban al muchacho.

Él asintió de inmediato anhelando no producir problemas que conlleven su temprana eliminación de la Selección, acataría cualquier cosa que le impusieran, obedecería y no habrían protestas por parte de él (si es que la situación es adecuada y no obligada al mal), respetaría a sus Majestades y aprendería lo que no pudo en la etapa anterior de su adolescente vida. Estar en el palacio y en la Selección le ayudaría con creces a cambiar su origen ordinario y, por primera vez, apreciar su cuerpo con totalidad y la hermosura nata que le ha otorgado desde que nació.

Abandonó el brillante cuarto a paso ligero preparándose para enfrentar a los demás jóvenes apuestos en la clase de modales. Estaba nervioso, quería llevarse bien con algún muchacho con el que pudiera entablar una conversación y, quizás, formar una amistad afable por lo que quedara de competencia. Tenía presente que sería el centro de atención cuando llegara al salón, no por su cautivadora belleza, sino por la peste de donde provenía. Siete. ¿Habría alguien que no se preocupara por las apariencias o su casta de nacimiento? ¿Podría existir alguien, dentro de la Selección, que no le importara el qué dirán?

Entró a la Sala de Hombres con la cabeza gacha evitando cualquier par de ojos posados en su pequeña figura. Tal vez miraban su humilde vestimenta: pantalones negros y una camiseta azul junto con las zapatillas que le obsequió Dahyun; en perspectiva de la realeza, era muy informal comparado con los otros con sus trajes o camisas bien lisas por el planchado. El pensamiento de que lo tragara la tierra se había intensificado al punto de no oír la imponente de Dara saludándolos con una reverencia.

. ⇢ príncipes ˎˊ˗ ꒰ ymWhere stories live. Discover now