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Jimin estaba muy nervioso, sin saber cómo llegó esa sensación a su cuerpo, la había adoptado sin objeciones o réplicas de disgusto. Desde altas horas de la madrugada aquello se había instalado en su interior y de ahí jamás se retiró, inclusive un leve temor se presentaba cada ciertos tiempos cuando él trataba de profundizar, de hallar el porqué, en la intranquilidad.

Horas antes había visto a Yoongi ir acompañado de Yu BaRom al segundo piso, esa desagradable escena causó un problemático y escandaloso estrago en su fuero interno. No sabía cómo reaccionar: si permanecer quieto, callado y tragándose las palabras tan anheladas de salir llenas de odio o encaminarse directo a ellos y gritarle al ambicioso Dos que a pesar de todos los burlescos obstáculos él pudo ganarse el corazón del príncipe y enamorarlo precipitadamente sin opciones que requerían a faltarle el respeto al hijo legítimo ni a la propia reina regalándose para el repugnante hombre que le daría la corona, la cual, por cierto, iba a pertenecer a Park Jimin. El orgulloso Siete.

No obstante, tuvo que elegir obligatoriamente la primera actitud a regañadientes gracias a la intromisión de Jeon Jungkook al retenerle por el brazo. Estaba acongojado, el semblante le transmitía a su mejor amigo lo que pensaba y cómo se atormentaba con imaginaciones que dañaban su mente, su mundo feliz, su futuro. Le sumían en pensamientos horribles y desesperanzados, visualizaba cosas que nunca ocurrirían, Min Yoongi se lo prometió. Lo juró.

La sonrisa de medio lado que le obsequió antes de subir las escaleras ya la estaba malinterpretando, desviaba el verdadero significado de aquel gesto cariñoso a uno de completa maldad y superioridad, y, aún más, los minutos hacían crecer el fuego de la inexistente traición en su cabeza.

¿Y si Min Yoongi nuevamente le rompía el maltratado corazón? ¿Lord Park aceptaría una disculpa, estaría dispuesto a ser desilusionado mil veces más con tal de estar con el hombre que ama? ¿Ya no sería necesario para BaRom acostarse con el rey, porque él ya residía cómodamente y acurrucado en la cama del príncipe? ¿Aún tenía cara para mentirle otra vez? ¿Acaso la incesante sensación de mal augurio se debía a esa circunstancia abarcada de locura?

Tal vez.

«¿Por qué me mortifico con estas estúpidas preguntas? Yoongi no sería capaz de engañarme», pensó, reconfortándose a sí mismo en plan de olvidar los tormentos manipuladores, aparte la mano serena de Jungkook acariciando su espalda mientras él despotricaba sinfines de tonterías le ayudaba a relajarse..., un poco. Para Lord Jeon quedó claro que la imaginación del castaño no tenía límites y poseía varias posibilidades de lo que sucedería, la mayoría o, más bien, todas negativas.

Según lo dicho por Jimin, el príncipe le había elegido, le dijo que le amaba, él sería el ocupante de ser el segundo rey de Seúl, marido de Min Yoongi y padre de los hijos que tendrían.

Y, según lo dicho por Jungkook, el Uno tan solo estaba notificándoles a los tres competidores perdedores que la Selección había acabado, tal como se lo dijo a él; pero, al parecer, a Park no le entraba en su cabeza ese hecho.

Su pierna derecha temblaba, ya no dominaba aquella extremidad, actuaba por sí sola, y sabía que no faltaba mucho para que la otra también empezara con los leves movimientos.

—¡Deja de mover la maldita pierna, por Dios! ¡Detente! ¡Que no pasa nada! —Jungkook lo zarandeó brutalmente—. ¡Nada!

—¡Lleven muchas horas ahí, Kook! ¡¿Cómo quieres que esté?! ¿Tomando una taza de té como si ese imbécil no estuviera con Yoongi? —bramó el castaño descontrolado. La fuerza del mal augurio se potenció en creces. ¿Tan posibles eran sus desagradables imaginaciones?

—¡Besé a Dahyun!

—¿Qué? —Miró al pelinegro desconcertado y ofuscado.

En esas instancias tan nubladas de desespero, no le sorprendía que Jungkook besara a algún integrante del palacio, ya sea a su eliminación de la Selección, pero la incredulidad estaba a flote y tomaba posesión territorial si se trataba de su amiga. Ella jamás se arriesgaría o se condenaría nuevamente a ser castigada, sabía que los latigazos recibidos eran suficientes en su vida, cubrían el dolor de muchos siglos.

. ⇢ príncipes ˎˊ˗ ꒰ ymWhere stories live. Discover now