Señorita Rojas

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Kara no quería admitirlo, pero quizás Alex tuviera razón, y ese tipo Jack sí hubiese sido el esposo de Lena... en algún momento. Y quizás sí habían tenido una pelea, pero sabía que ahora mismo no se estaban reconciliado en el departamento que seguramente compartieron hace años. Pero eso no explicaba porqué Lena había alejado a la rubia, tal vez la razón fuera que su jefa no había querido las manos de Kara sobre ciertas partes de su anatomía, o quizás porqué tenía algo con ese hombre... Matthews.

Hace unas semanas, específicamente desde la llegada de ese hombre a la oficina las cosas se habían vuelto demasiado extrañas, tanto que la rubia había tenido que dejar su seriedad de lado y comenzar a investigar, sin exito por cierto, que era lo que ocurría. Para empezar, Lena la evitaba a toda costa, ni siquiera se aparecía sí Kara necesitaba algo, llegaba mucho antes que Kara en las mañanas, sin salir ni siquiera por una pausa para café, Kara había observado una pequeña cafetera en uno de los muebles junto a una pared por la ventana junto a la puerta, claro que Lena había puesto una cortina al día siguiente.

También estaba el hecho de que sí debia darle trabajo a Kara, o para el caso recibir algo de ella, lo único que hacía era esperar hasta la hora del almuerzo para dejar algo o recoger algo del escritorio de la rubia, y por último el hecho de que cuando se iba de la oficina esperaba que Kara tomará una pausa fuera de su escritorio para escapar. También habia llevado al niño en dos ocasiones, pero en vez de pedir por la ayuda de la rubia de nuevo, se había limitado a mantenerse encerrada con él en su oficina o sí necesitaba salir, su asistente podía observar como Mike Matthews, aparecía para llevarse al niño con él, muchas veces Lena salía con ellos también, para evitar que Kara le hablará de otra cosa que no fuera trabajo. Kara lo sabia, Lena también lo sabía, y comenzaba a sospechar que el amigo de su jefa también sabia que algo le pasaba.

Para ser sincera, Kara no podía pensar en muchas cosas en la oficina. Básicamente no tenía tiempo. Lena le daba el doble de trabajo, trabajo en serio, eso estaba bien para ella, pero eso evitaba que su tiempo de observación se limitaba a cuando podía ver por pocos segundos a su jefa en los extraños momentos en los que la pelinegra se despistaba un poco y fallaba en evitar a su joven asistente. Como esa mañana cuando la mujer olvidó cerrar la puerta de su oficina y Kara aprovechó el momento para intentar iniciar una conversación, intentar ver porque tanto escándalo.

-Señorita Danvers -había dicho Lena, con sorpresa, mirando la puerta con el ceño fruncido.

-Jefa -saludó la rubia con una sonrisa burlona.

Lena giró sus ojos, ahora mirándola a ella con el ceño fruncido.

-¿En qué puedo ayudarla? -preguntó señalando las sillas acolchadas frente a ella, dándole permiso a Kara de sentarse.

La joven se acercó a paso lento, casi devorandola con la mirada, poniendo el corazón de su jefa a correr, con anticipación. Cuando se dejó caer suavemente en el lugar frente a su jefa, con su mirada clavada en sus ojos, sonrió; una pequeña sonrisa, tranquila y confiada.

-Hola -murmuró la rubia. Su jefa se limitó a asentir, su boca cerrada.

-¿En que puedo ayudarla? -repitió cortante.

-Nada en particular -le dijó colocando sus manos en el escritorio de la pelinegra, con una sonrisa peligrosa- en realidad venía para saber si usted necesitaba algo -inclinó un poco su cabeza.

-¿Yo? -La joven asintió, su mirada clavada en los ojos verdes frente a ella- no, nada, gracias, puede retirarse.

Ambas se quedaron observando la una a la otra por un tiempo, sus ojos recorriendo sus rostros, intentando recolectar la mayor información posible, viendo cuál de las dos mujeres tenía el poder sobre la otra, miradas eternas, hasta que sus ojos se estancaron unos en los otros nuevamente.

Black Water [Supercorp] TERMINADAWhere stories live. Discover now