Consolándose

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Henry nunca se había considerado un hombre vengativo ni cruel, mucho menos con una mujer, pero deseaba hacerle daño a Alexandra de verdad. Por lo menos así sentiría un poco de dolor a la par que él. Recordó el último día que pudo disfrutar de su querida Cassandra proponiéndole huir otra vez cosa que ella volvió a rechazar no la juzgaba por cómo estaban las cosas fue una imprudencia que su corazón le obligó a proponer.

El carácter de su ahora mujer era más blando de lo que incluso llegó a imaginar, era dada a vivir conformándose en ningún momento había tratado de enfrentarlo o quejarse se limitaba a asentir y callar, estaba acostumbrado a que las mujeres controlaran sus emociones ya que así debía ser, pero ella ni siquiera daba muestras de inconformidad. Solo anhelaba que el tiempo pasara rápido para poder volver a ver a Cassandra tenerla en sus brazos una vez más.

París siempre fue una ciudad en la que se sintió a gusto pero él era más un hombre de campo le gustaba ver los bosques, caminar por Holmes Chapel visitar a sus arrendatarios, procurar que todo fuera bien en su amada Black House no creía que una mujer tan simple y poco sensible pudiera disfrutar ver las hojas caer o simplemente caminar en una cómoda conversación.

De seguro aprovecharía Francia para ir de compras y gastar el dinero a manos llenas como todas las mujeres londinenses estaría atrapado a soportar a una mujer insulsa el resto de su vida.

Dos días después paseaba en la ciudad apreciando y comprando varios recuerdos para sus hermanas en especial Victoria que era las más interesada en las novedades literarias que Paris tenía para ofrecer cuando de repente vio a una mujer pelirroja que se le hizo demasiado familiar. Se acercó a comprobar que aquella fuera Alexandra y la reconoció al menos en aspecto por que la mujer que sonreía y regalaba monedas a los niños parecía más jovial, la sonrisa que llevaba la hacía lucir radiante junto con sus cabellos alborotados. Observó su vestido era un color champagne que resaltaba demasiado en ella podría hasta decirse que se veía encantadora. Miro alrededor y varios hombres la observaban sin que ella siquiera se diera cuenta aquello lo molesto pues la mujer se la pasaba feliz en la ciudad mientras él se sentía miserable.

Tomo la otra calle y prefirió alejarse a paso acelerado cuando llego a casa se encerró por el resto del día pensando en la diferencia entre esa Alexandra y la que él tenia cerca, sin duda parecían totalmente diferentes.

La cena fue avisada minutos después de que llegara consiguiendo que la sonrisa de la muchacha se borrara y se tornara en una tensa mueca expectante, cambió su vestido de inmediato poniéndose algo más cómodo y dejando de lado el hermoso vestido champagne que le había inducido a comprar una vendedora que la vio demasiado interesada en el mismo el otro día, esa mañana se sintió demasiado contenta de haberle hecho caso le quedaba mejor de lo que pudo imaginar. Definitivamente la moda francesa le iba bien.

Al llegar pudo ver a Henry esperándola por primera vez y eso la desconcertó de seguro algo no andaba bien se dijo al tomar el brazo que le ofrecía para escoltarla. La sorpresa fue mayor cuando rompiendo cualquier tipo de regla se le permitió sentarse casi a su lado definitivamente algo no andaba bien se dijo.

El Conde se hallaba a la expectativa de ver a la mujer de vestido champagne que había visto ese día pero solo recibió a su esposa envuelta en un horrible vestido mostaza con un moño nada favorecedor en su cabello, lamentó el cambio sin ocultar su molestia por el mismo.

Tomaron la entrada en silencio que supuso la mujer no rompería así que tomando las cosas en sus manos le preguntó sobre su día consiguiendo una escueta respuesta de su parte.

-Dígame mi Lady que pasatiempos son de su interés. Pregunto de manera directa.

-Pues no muchos mi Lord leo pero no en demasía siempre mis lecturas eran supervisadas por mi padre, me encontraba un poco interesada en la cabalgata, pero me la prohibieron, me gusta el arte, pero no en demasía simplemente soy una aficionada que disfruta tocar un poco y pintar. Susurro la muchacha al terminar.

-Siempre le encuentra un pero a todo? Dijo mirándola atentamente.

- Lamento no tener su carácter voluntarioso. Ataco ella, cosa que él respondió con una sonrisa verdadera.

TROUBLEWhere stories live. Discover now