Noche en vela

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Después de abandonar la habitación de su ahora mujer se encontró invadido por la pena había sentido como la muchacha se alejaba seguramente adivinando sus pensamientos una vez más intentó conciliarse con ella sin éxito alguno. Reconocía que la culpa era enteramente suya sin embargo su corazón no podía fácilmente traicionar a la mujer que de verdad amaba o eso creía él.

Lo que era seguro es que su cuerpo lo traicionaba ya que seguía sintiendo el mismo deseo de hace unos minutos, cerró los ojos intentando aclararse la mente y recordó su cabello rojizo tenía que reconocer que aunque no fuera una belleza era más tentadora de lo que él había llegado a imaginar y ese pequeño suceso lo dejó con ganas de mas, quería descubrir su cuerpo tocar cada peca contarlas si era preciso deseaba volver y retomar tan exquisita tarea, recordó sus pequeñas manos acariciándolo y no era para menos tanta ternura que desbordó su esposa pudo notar su entrega, lástima que él no podía responderle como se merecía. Maldijo el día en que Cassandra se le metió bajo la piel.

Su conciencia casi no lo dejó dormir, sabía que no podía hundirse en la culpa y tener una matrimonio miserable pero que debía hacer ni él mismo lo sabía. Amaneció con un dolor de cabeza al llegar a desayunar la noto distante y prefirió no arruinarlo más, comieron en silencio, las cosas no mejoraron durante el día y cuando mandó a buscarla el informaron que la señora no se encontraba en posibilidades de salir que la excusase y que ya había ordenado hacer el equipaje para salir rumbo a Inglaterra a penas él lo ordenara.

Por tanto, el panorama era desolador tomo con calma las cosas esa noche fue otra en la que cada uno se sentía miserable y no sabían cómo remediarlo. Su última mañana en Paris fue igual de desoladora el clima era frio y comenzaba a caer pequeñas gotas del cielo, envió una nota de despedida a su hermana, salió de la casa encontrándose con un Henry callado y cansado de expresión que la ayudó a subir al carruaje para partir en un silencio tormentoso.

Los días que conllevaron al regreso fueron igual de tensos envueltos en fría cortesía, el Conde se sentía un tirano y su esposa se sentía perturbada demasiado triste para hacer o decir algo demasiado alejada para intentar mantener una conversación. Después de la noche que pasaron juntos no había existido ningún otro contacto de ninguna de las partes.

Esos días sirvieron de reflexión para ambos Alexandra decidió que su corazón estaría a salvo y no dejaría que Henry la lastimara más si quería una tregua amistosa se la daría pero no estaba dispuesta a entregarle todo a un hombre que ni siquiera sentía simpatía por ella.

El por un lado se sentía más cansado de normal como si todos sus años se le vinieran encima no podía evitar sentirse culpable por hacerle daño a una mujer tan inocente y buena como Alexandra por que observarla todos esos días sin la ira de por medio le hizo ver lo buena y abnegada que era. En silencio la comparaba y la valoraba no podía evitar sentir que la había juzgado mal.

TROUBLEWhere stories live. Discover now