Capitulo 2: La sangre llama

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— No puedes salir del país Isabella.

Terminando de ponerse unos aretes respondió.

— Ha he hablado con fiscalía. He pedido un permiso especial y pues con unos cuantos euros todo se puede. Sabes he estado pensando en algo; necesito que te quedes aquí dirigiendo mis negocios. Confío en que puedes hacerlo.

Jimena negada se cruzó de brazos cansados de el sentimiento de huida que tenía Isabella ante los problemas.

— Esa no es la solución. ¿Irte? ¿Crees que eso es suficiente? ¿Crees que escapando podrás lograr que toda tu vida se resuelva?

Isabella se detuvo por un segundo y mostrando algo de vulnerabilidad, respondió con dolor y tristeza.

— Hace un rato..., hace un rato encontré a Alejandro en la cama con otra mujer. Me dolió y mucho, pero también me abrió los ojos en muchas cosas. Jimena, solo quiero estar en paz con mi hijo lejos de todo y de todos. Es lo único real que tengo en esta vida.

Jimena negó con la cabeza

— Estás escapando y no es por justificar a Alejandro pero ¿acaso tú le has prestado tiempo y atención? ¿Lo has considerado?

— ¿Ahora estás defendiendo el que esté con otra? ¿Es en serio?

— No Isabella, no lo defiendo pero tampoco lo condeno. Te has envuelto tanto en los problemas que te olvidaste que tienes esposo, que tiene necesidades, que te necesita.

Suspiró y sin dejar caer el orgullo hizo la maleta a un lado junto con las otras que ya había hecho.

— No siento ya lo mismo por el. Verlo en esa cama, terminó por lograr que se me cayeran las alas del corazón. No te preocupes por mi, estaré bien con Daniel. Respecto a lo legal, pues eso me encargo yo. No pasará nada.

— ¿Y tú hija? Me he enterado. Porque Daniel es tu hijo pero Anabel también lo es. Y aunque ella no lo sabe, eres su madre y te necesita.

Isabella caminó hasta el balcón de su cuarto para encender un cigarrillo y algo melancólica se quedó mirando al horizonte con un nudo en la garganta.

— Yo no tengo hija Jimena. Anabel no puede serlo aunque por sus venas corra mi sangre. Es algo que no se puede cambiar. Me odia y yo..., yo no se si pueda estar cerca de ella. Lo mejor es que estemos separadas, así es como tiene que ser.

— Entonces que Meredith se salga con la suya. Que termine de mandar la vida de todos al demonio. ¿Joder es que no te das cuenta de que todo esto lo ha ocasionado ella? ¿No vas a proteger a tu hija? ¿No vas a defenderte?

Isabella dio una calada a su cigarrillo sonriendo con burla de sí misma. Ya era tanto en su plato que no le interesaba luchar o pelear. Se sentía saturada por todas partes y solo se preguntaba una cosa, ¿Cuando acabaría aquella pesadilla? Cerró los ojos contestando sin esperanza alguna.

— Cuando me enteré que Anabel es mi hija comprendí que esa hija que tanto busqué hace mucho tiempo que la perdí, que había dejado de ser mi hija. ¿Defenderme? ¿De que? ¿A que? Si ya todo está perdido. Haberme enamorado de Adrián fue mi peor tortura. Ese fue mi único error, amar a un hombre que es la obsesión de Meredith. Y sabes, me cansé de seguir siendo parte de su locura. Me voy, sola con mi hijo en donde pueda comenzar de cero.

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