Capitulo 30: Último adiós

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Habían pasado varias horas e Isabella aún seguía con Meredith en la habitación. Ella parecía que dormía, que estaba en un profundo sueño del que quizá no despertaría  jamás. Estaba suspendida en el tiempo sin saber cuándo regresaría o si en efecto; lograría hacerlo algún día.

— Isabella, anda debes ir a descansar.

Isabella miró a Marcos y algo rendida al cansancio asintió con la cabeza.

— La espalda me está matando. Me iré pero mañana en la mañana regresaré.

— Vale, como desees.

Los tobillos los tenía hinchados, y la espalda apenas podía con el peso de sus dos bebitas. Era un dolor que a pesar de ser molesto, a ella no le causaba ninguna molestia soportarlo sabiendo que eran sus pequeñas quienes lo provocaban. Al llegar a la casa Alejandro la esperaba en el comedor y Anabel también estaba allí. Ambos esperaban su llegada para otra vez, convencerla de que dejara el asunto de Meredith por la paz. Dejando el bolso en el recibidor se acercó a ellos y confundida preguntó.

— ¿A qué se debe la reunión familiar?

— A ti Isabella — Respondió Alejandro.

— Bien, que quieren hablar.

Anabel intentando calmar un poco los ánimos respondió.

— Sobre la boda, tenemos que ponernos de acuerdo los cuatro.

Desdeñosa Isabella contesto.

— La boda se aplaza, al menos la mía.

Dando un brinco sorprendido, Alejandro refuto.

— ¿Aplazarla? ¿Por qué?

— No me hago casandome mientras tengo a una hermana muriendo en un hospital. Cuestión de principios.

— ¿Principios? ¿Acaso te estás volviendo loca? Esa mujer intentó matarte infinidad de veces, te separo de tu hija. ¡Ha matado a personas!

Encogió los hombros

— Y yo no soy quién para juzgarla. Yo he hecho cosas terribles también.  No soy más santa ni más víctima que ella. Al final es mi hermana, lo único que tiene en su vida porque le tocó una madre hija de puta que la estuvo torturando por casi un mes al punto de llevarla a la muerte.

Anabel algo consternada por lo que Isabella había dicho, preguntó.

— ¿Y qué fue lo que le pasó?

— Está en coma. Por un mes la torturaron con electroshocks, le dieron palizas terribles y según el informe médico, también fue violada..., otra vez. No se sabe si va a despertar y si lo hace, ha quedado con daños cerebrales que tal vez sean irreversibles. No podrá caminar, tampoco hablar, quizá ni siquiera tenga noción de que existe. Eso lo merece nadie.

Sin decir nada más, Isabella subió a su habitación desconsolada y sin saber que hacer para ayudar a Meredith. Aunque ni todo el dinero del mundo, podría hacer que ese daño se borrara. Tumbándose en la cama sintió a sus pequeñas moverse y sonriendo exhausta susurró.

— Mamá también las ama pequeñas.

Alejandro estaba más que enojado, no entendía cómo era posible que ahora ella quisiera ser la salvadora de Meredith. Anabel intentando tranquilizarlo comentó.

— Todo esto va a pasar, Quizá el embarazo la tiene un poco sensible y cree que hace lo correcto.

— Necesito respirar un poco, iré a la empresa a terminar unos documentos. Y tú..., deberías descansar; con todo lo que pasó no te dio tiempo a decirle la noticia a tu madre. Se va a poner contenta al enterarse.

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