Capitulo 33: Nueva oportunidad

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Faltaban una semana para la boda de Isabella. Había pasado casi un mes de aquel incendio y explicarle a la policía como el cuerpo de Rosalia terminó en la alberca le había costado varios millones a Isabella. Ella también en el fondo creía que merecía la muerte que tuvo. Todos intentaban fingir que no había pasado pero ocurrió. A pesar de que estaba feliz porque en dos días se casaría pero también se sentía algo triste porque no vería en aquella ceremonia a Meredith. Desde el incendio, muy poco sabía de ella. Por lo escaso que hablaba con Marcos, se la pasaba mayormente en la casa encerrada pintando cuadros que nunca terminaba. La mayoría de esos cuadros explícitamente o disimuladamente habían bebés en ellos. Hace mucho que ella se había resignado a no ser madre, pero solo se había resignado su razón. Su corazón seguía anhelando algo que difícilmente podía experimentar. Marcos la observaba en silencio sin que ella se diera cuenta y también era difícil para él amar ser que no se dejaba amar. Ya ni siquiera recordaba lo que era el placer de recorrer su piel y acariciarla mientras le hacía el amor. Ya no conseguía forma de acercarse a ella sin que Meredith pusiera una barrera entre los dos.

— ¿Cómo estás?

Levantando la mirada respondió

— Estoy bien

— ¿Segura?

— ¿Por qué tendría que estar de otra forma? — Replicó mientras seguía pintando

— Por lo de tu madre

— Nunca he tenido madre. Respecto a lo que pasó, no me hace sentir mal, sino todo lo contrario. Me siento libre, en paz.

— Entonces no podrás negarte...

Curiosa preguntó

— ¿Negarme a que?

Marcos sonrió y rogando que no saliera huyendo con su proposición respondió.

— ¿Quieres estar a mi lado? ¿Toda la vida?

— Si, ¿Pero a qué viene todo esto?

— Bien, entonces ve a la habitación. Hay algo esperando por ti.

Meredith subió a la habitación y al entrar en ella se quedó anonadada y sin saber cómo reaccionar. Dentro de la habitación estaba Isabella y Anabel junto a un hermoso vestido de novia. No entendía nada de lo que estaba pasando. Se había quedado sin palabras y antes de que pudiera escapar de ese cuarto, Marcos la encerró dejándola sin escapatoria.

— ¿Qué hacen aquí? ¿De qué va todo esto?

— Es hora de que comiences a ser feliz. — Comentó Isabella. Te casas hoy así que no hay tiempo que perder.

— ¿Que? No eso es imposible

— No lo es, tienes dos horas para arreglarte. Tienes cien invitados esperando, un juez y un novio muerto del miedo porque lo dejes plantado.

Meredith negó con la cabeza sintiendo el miedo nuevamente a acercarse a la felicidad y luego volverla a perder.

— No es posible. No me voy a casar, esto es una ridiculez. Saquen todo esto de aquí y solo váyanse.

Isabella se acercó a ella y tomando sus manos la miró sonriéndole tiernamente. Ella podía notar en los ojos de Meredith que lo único que había en ella era el miedo a ser feliz y volver a fracasar.

— Ya no hay excusas, no está Rosalía, ya no hay rencores. Yo elegí dejar el pasado atrás y volver a empezar de cero y creo que si tú decides hacer lo mismo, descubrirás una vida completamente distinta a la que ya teníamos.

Meredith miró el vestido de novios sin poder evitar llorar. Para ella alguien que la amara al punto de llevarla al altar era algo imposible de conseguir. Sentía el corazón a mil y temblorosa asintió con la cabeza sintiendo que en cualquier momento se desvanecería de la impresión. Entre Isabella y Anabel comenzaron a arreglarla a contra reloj mientras ella se fue ligeramente en un viaje a través de sus recuerdos. Recordaba su vida y no hallaba momentos felices. Había tocado fondo muchas veces en su vida y cuando había caído tan profundo que no había manera de que pudiera salir sola, había aparecido Marcos en su vida mostrándole un mundo distinto al que ella conocía. Se miraba al espejo y viéndose vestida de novia más que emoción sentía miedo.

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