Capitulo 10: Lazos de sangre

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Cinco meses después

Aun se sentía cansada, pero con un pal de energizantes y una sonrisa lograba disimular esos continuos dolores que no tenía idea de donde provenían. Hacía mucho que no tocaba el piano, y allí estaba sentada frente al piano de cola tocando unas notas algo melancólica. Disfrutaba tanto esos momentos en soledad, que parecía que el tiempo se le detenía.

— Hola...

— Hola — Respondió cabizbaja

Besando sus labios suavemente la abrazo aspirando su olor, deseándola cada día aún más.

— ¿Sabes qué día es hoy?

— Lunes

— Ajá, ¿pero además de eso?

— Eh, ¿diez?

— Cumple años mi esposa, esta hermosura de mujer. Se supone que estés radiante y te veo toda apagada.

Negó con la cabeza

— No solo es mi cumpleaños, hoy Anabel se gradúa de la facultad de derecho. Después de tanto, al fin logró su sueño. Y me duele no poder estar allí. Pero más me duele el odio que no pierde segundo en demostrarme. No puedo evitarlo, es mi hija y duele.

— Lo sé, y quizá en un futuro esa mujer que tanto te odia, algún día te llame "mamá". Estoy seguro de eso.

Dejando el piano de lado, se puso en pie y Alejandro no tardó en agarrarla por la cintura y robandole un beso mordió su labio inferior susurrándole.

— Esta noche, tienes una cita conmigo en las estrellas.

— ¿Y eso como es?

— Ah, si te digo ya no será sorpresa. Solo puedo adelantarte una cosa, quiero hacerte otro hijo.

Poniendo los ojos como platos Isabella respondió.

— ¿Que?

— Si, un bebé..., una niña. Quiero tener una niña en
casa.

No pudo evitar reírse argumentando

— Eso no se elige así por que si Alejandro.

Encogió los hombros divertido

— Pues seguimos teniendo bebés y bebés hasta tener una niña. No tengo problema alguno en embarazarte unas cuantas veces más.

— Estas loco.

— Por ti cariño. Ahora tengo que ir a la empresa pero en la tarde te secuestro.

Sonrió aunque por dentro no se sentía tan feliz y emocionada por el plan. Vivía sus días con temor, con ansiedad. Tenía muchos planes rondando su cabeza contra Meredith pero todos terminaban en lo mismo, muerte. Anabel también tenía planes nefastos, pero siempre tenía en el fondo esa espinita que le hacía pensárselo dos veces más sin embargo su rencor terminaba ganándole a la conciencia. El que se supone que fuera el mejor día de su vida, o al menos uno de ellos no lo fue del todo. Oficialmente era licenciada en derecho, estaba en esa graduación que tanto soñó pero no se sentía feliz. Solo sentía hastío e inconformidad.

— Estás radiante. Te ves hermosa con todo y birrete.

— Tenerte aquí me hace un poco más feliz.

— ¿Solo un poco?

Sonrió ruborizada

— Mucho de hecho.

— Serás la mejor abogada de Madrid. Eso lo tengo seguro. 

Era la primera vez en mucho tiempo que veía a Anabel sonreír genuinamente. A pesar de todo, a pesar de Meredith y su maldad había logrado uno de sus más grandes sueños. Pero su corazón aún seguía herido y extrañando con algo de resentimiento a Sebastián. Increíblemente la vida se encargaba de hacer que las casualidades parecieran más causalidades. Su corazón se detuvo por un instante al ver a lo lejos a Sebastián junto a su familia y uno de los graduados. ¿Quien coño era ese? Es la pregunta que le pasó por la mente rápidamente.

Inefable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora