Capitulo 19: Un año

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La penetró con desesperación, como una bestia. Entró y salió de ella con fuerza, embistiendo cada vez con más fuerza. El roce de su piel contra la piel de ella; la morbosidad de sentir su interior sin barreras mientras en su garganta se producían gemidos y gritos era igual que una droga para ambos. Se estaban devorando como nunca antes lo habían hecho. Ella mordía su piel mientras sus manos magreaban la espalda de Sebastián. Levantando ligeramente su pelvis hizo que aquella sensación de estar en las nubes los llevara a otro universo. Se tenían ganas, y muchas pero era más que las ganas lo que los unía tan fuertemente, el amor que había nacido entre ellos desde la primera vez que sus miradas se entrelazaron. Hacerle el amor era un regocijo para el. Cada beso y caricia que ambos se regalaban mordiendo suave pero libidinosamente el labio inferior de ella susurro.

— Aun sigues siendo la misma— Sonrió — tiemblas, te sonrojas y no tienes idea de cuánto me encanta.

Ella solo sonrió, apenas podía hablar. Todo volvía a ser como antes en aquellos instantes, era lo único que deseaba. Estar así sin que nada pudiera empañar ese sentimiento que aún quedaba entre los dos. Sebastián no había tomado precauciones, y en su subconsciente tampoco las quería tomar. Tirando del cabello de Anabel, dio sus últimas embestidas convirtiéndolas en estocadas para finalmente vertirse en ella gustosamente.

— No te vas a volver a ir, asi tenga que amarrarte; te quedaras aqui.

Curvando la comisura de sus labios respondió.

— No pienso irme a ninguna parte.

Las vidas de todos comenzaban ver rayos de luz y la felicidad parecía surgir después de todo. Mas sin embargo para Isabella era todo un caos. Se le hacía más difícil soportar el dolor y aún más, ocultarlo. Terminaba de revisar unos contratos cuando su secretaria entró a su oficina con un enorme y hermoso arreglo de margaritas con tulipanes blancos.

— ¿Y eso?

— Ha llegado para usted. ¿ Donde se lo dejo?

Algo descolocada le dijo que lo dejara junto a la ventana. Se levantó de la silla y agarrando la tarjeta que había junto a las flores comenzó a leerla.

" Como único pienso cubrirte de margaritas sera asi, dia tras dia. Aunque tenga que llenar toda la casa en ellas. Hoy terminas temprano el trabajo; tienes una cita conmigo y no acepto un "no" por respuesta.

Te amo
Alejandro"

No pudo evitar sonreír al ver aquellas flores pero tambien sentia culpa. Sentía que su matrimonio ya no era lo mismo. Ella ya no era la mujer de la que Alejandro se había enamorado. No podía cumplirle como mujer, como esposa y eso era algo que comenzaba a torturarla. Al poco tiempo Isabella recibió una grata visita. Adrian y Jimena entraron juntos a la oficina y sorprendida Isabella comentó.

— Dejame adivinar..., hasta que por fin se decidió a buscarte. Me rogó bastante para que le diera tu dirección.

— Si, después hablamos tu y yo. ¡No te callas nada!

— Pues la verdad, no me arrepiento. Se ven muy bien juntos.

Adrian mirándola algo preocupado comentó.

— La que no se ve nada bien eres tú Isabella. ¿Estas bien?

— SI, es solo cansancio. He tenido mucho trabajo.

Jimena se sentó frente a ella y mirándola fulminante insistió.

— ¿Alguna vez yo te he mentido?

— No

— ¿Entonces por qué me mientes? Algo te pasa y quiero saber que es.

Con un nudo en la garganta bajó la mirada e intentando contener sus lágrimas decidió sincerarse con ellos.

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