Capitulo 24: En algun lugar de Hawaii

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— Estas quedando hermosa — Comentó Isabella arreglando el velo a Jimena.

Jimena no podía estar más contenta. Uno de sus sueños estaba a punto de cumplirse y esa felicidad que ella sentía al parecer algo de ella logró contagiársela a Isabella. Ese día era el primero en el que ella sonreía genuinamente desde aquella tragedia. Jimena llevaba puesto un hermoso vestido de novia entallado dejándole lucir sus curvas de manera sofisticada y elegante.

— ¿Ya has hablado con Alejandro?

— No aún no — Replicó tornando su sonrisa seria

— ¿Cuánto más vas a esperar?

— Pues no se si te soy sincera. Ya estamos divorciados, y he escuchado que ha comenzado a salir con una modelo. No hay mucho que hablar.

Jimena se sonrió sin poder evitar ver la situación un poco jocosa.

— ¿Y realmente crees que él está con esa modelo?

— No tendría porqué mentir. Además, con lo caliente que es se había tardado mucho.

— ¿Y a ti eso no te molesta?

Isabella encogió los hombros

— ¿Por qué tendría que molestarme? Ya no soy su esposa

— Te mueres de celos

— No siento celos Jimena.

— Bueno pues eso lo veremos ahora en la recepción cuando lo veas del brazo de esa modelo.

Esa recepción sería un auténtico juego de ajedrez en los sentimientos de ambos. Alejandro lo estaba intentando, quería ver si era capaz de rehacer su vida pero hasta el momento no había podido lograr acostarse con la modelo con la que estaba saliendo. Buscaba mil pretextos para justiciar su falta de deseo por ella. Él no había visto en semanas a Isabella y en esa tarde la volvería a ver y eso lo tenía nervioso. Ella lucía radiante, sin quererlo estaba robando las miradas de todos los allí presentes. Había llegado el momento y Alejandro logró divisarla a lo lejos quedando rendido ante su belleza. Ella lo miró y en el momento en que le sonreiria vio como una mujer muy sensual y hermosa lo tomó de la mano. En ese instante se convenció de que había perdido el amor para siempre.

— ¿Cómo estás?— Preguntó Anabel.

— Supongo que bien.

— Pues yo quisiera decir lo mismo. Pero la verdad es que a veces tengo pesadillas.

— Con el tiempo se irán. Todo es cuestión de tiempo.

Anabel mirando a Alejandro charlar con los invitados junto a la que parecía ser su nueva conquista arqueó una ceja.

— A veces no todo tiene que ver con tiempo. Es extraño y hasta incómodo yo decirte esto pues, además de ser mi madre a penas te conozco. Pero lo único que sé de ti es que amas a Alejandro y lo estás dejando ir por orgullo. Se que si hablas con el...

— Ya he tomado una decisión y no la voy a cambiar.

Isabella se levantó de la mesa y caminó hasta alejarse un poco del bullicio. Agarró una copa de champaña, luego otra hasta que nuevamente había perdido la cuenta de cuántas copas había tomado. Aunque quería fingir que no le importaba, Alejandro terminó yendo tras de ella para evitar que siguiera bebiendo.

— Ni una copa más

— No eres quien para decirme que tomar o que no.

— Tal vez tengas razón, pero al menos piensa en tu mejor amiga. Es el día de su boda y lo menos que necesita es una escena desagradable.

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