Capitulo 29: Daños irreversibles

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La habían localizado, al parecer aún había un rayo de esperanza para ella aunque no le importaba mucho vivir o morir. A escondidas, Isabella fue con Marcos y un equipo de rescate contratado por Isabella a ese lugar donde los investigadores habían dado con Meredith. Era una de las cosas más riesgosas que estaba a punto de hacer pero no le asustaba lo suficiente. En cambio Marcos sentía pocas esperanzas. Con lágrimas en los ojos bajó la mirada comentando.

— Antes de que ella desapareciera..., le propuse matrimonio. ¿Sabes que respondió?

— ¿Que respondió?

— Que no, no aceptaba porque no se sentía suficiente para ser amada por nadie. Ese mismo día, estuve a punto de perderla. Se había intentado ahorcar en nuestra habitación. Llegué justo a tiempo antes de que su cuello se quebrará y la perdiera. No hay día en el que ella se no sienta miserable, en el que piense en otra cosa que no sea dejar de respirar.

— Nunca he querido que ella pase por todo eso. Jamás he deseado ningún mal para ella. No entendía su odio hasta ahora. Si hago esto, si estoy aquí es porque de alguna manera me importa y le debo la vida. Ella estará bien, te tiene a ti.

Marcos seco sus lagrimas y agarrando una de las armas de asaltos de la parte trasera del coche bajó del mismo mirando fijamente a Isabella.

— Gracias, por haberla encontrado, por estar aquí.

— No tienes que agradecer nada, ahora ve y cuidate por favor.

Marcos no le tenía miedo a nada con tal de salvarla a ella. Meredith no tenía idea de lo que significaba ella para él pero estaba a punto de saberlo aquel día. Entró sorpresivamente en aquel lugar donde tenían a Meredith junto a docenas de hombres armados y un fuego cruzado había desatado la furia entre aquellos hombres. Habían logrado mantener a raya a los hombres de Abel, sin contar con que este último tenía un plan b donde tampoco Meredith saldría con vida de aquel lugar. Antes de abandonar aquel lugar, había metido a Meredith en un enorme tanque de agua que poco a poco se iría llenando hasta que ella muriera. Allí estaba en primera fila mirando como estando inconsciente y con las neuronas inoperantes, su hija estaba en aquel contenedor con nada más seguro que la muerte. Marcos entró con los hombres a donde estaba Meredith y al verla encerrada en aquel contenedor se llenó de angustia.

— Vaya, vaya..., digno de una película romántica y dramática a la vez

— Cómo es posible que seas tan mala entraña, ¡Es tu hija!

— Si, es mi hija y también mi mayor estorbo en la vida. Ha logrado que Isabella me odie, hasta el punto de convertirse ella en mártir. Haré lo que he tenido que hacer todo este tiempo, eliminar lo que no sirve.

Marcos apuntó con el arma que tenía pero antes que pudiera reaccionar, Rosalía hizo que el agua en aquel contenedor fuese más rápido. Tenía que elegir entre matar a esa mujer o salvar a Meredith. Habían quedado en que ella se quedaría fuera pero Isabella no podía cumplir esa promesa. Estaba intranquila y sentía que debía hacer lo mismo que Meredith había hecho por ella. Agarró una de las armas de asalto que habían quedado en la cajuela y había algo que tenía ella que Marcos le faltaba, el odio y la puntería para acabar con Rosalía. Marcos había decidido por la vida de Meredith y arriesgando la suya propia pero quizá ya era demasiado tarde. Al sacarla del agua, estaba inconsciente, sin latidos y sintiendo que la vida se le iba con ella comenzó a intentar reanimarla desesperadamente.

— No he visto ser más, mugroso, miserable y repugnante que tú.

Marcos levantó la mirada y quedó anonadado con lo que estaba viendo. Sin remordimiento alguno, Isabella estaba apuntándole a Rosalía directamente mirándola con desprecio y rechazo.

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