Capitulo 25: Vuelve el amor

4.3K 558 43
                                    

Alejandro llevó las maletas de Isabella hasta la habitación principal e Isabella al entrar y ver que había hecho un pequeño espacio con una cuna para que Daniel durmiera con ella le robó otra sonrisa. Se paseo por la habitación mirando cada detalle con fascinación. Todo era hermoso, cálido y acogedor. Alejandro no dejaba de mirarla con ternura y amor; jamás imaginó amar tanto a una mujer como la amaba a ella.

— Aquí está todo lo que necesitas. El balcón diría que es el lugar predilecto de esta habitación. Puedes ver el mar por horas sin cansarte.

— Gracias, todo es muy hermoso.

— No tienes nada de qué agradecer.

Alejandro se disponía a irse y ella algo indecisa preguntó.

— ¿Donde iras?

— Me quedaré en un hotel cerca de aquí. Se que deseas estar sola y quiero respetar tu espacio.

— No..., bueno imagino que esta casa tiene más habitaciones. No tienes que irte si no quieres. Así Daniel te podrá ver todos los días.

Alejandro sonrió y acariciándole el rostro asintió con la cabeza.

— Estaré en la recámara del primer piso entonces. Descansa un poco, en la noche te llevaré a cenar.

Le sería tarea difícil a Alejandro estar tan cerca de ella y a la misma vez tan lejos. Pero estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de ayudarla a salir de ese abismo del cual ni ella misma tenía idea de como escapar. Se recostó un rato en una de las tumbonas que estaba mirando al mar y por mucho tiempo buscaba aquella paz que comenzaba a sentir escuchado solo el mar..., nada más que el mar. Isabella lo miraba desde la ventana de su habitación y lo único que ella deseaba era que todo fuera como antes, pero sus miedos siempre terminaban traicionándola. Cargó a Daniel en brazos y bajando las escaleras se acercó al lugar donde se encontraba Alejandro y nerviosa preguntó.

— ¿Ocupado?

Alejandro abrió los ojos rápidamente respondiendo.

— Nunca estoy ocupado para ti.

— Es que quería preguntarte si puedes quedarte con Daniel un momento. Quiero ducharme y cambiarme de ropa.

— Si, claro. Así tendré una conversación de hombre a bebé con el.

Isabella sonrió dándoselo a sostener.

— Vale, pues vengo por él en un rato.

— Espera..., ¿Puedo hacerte una pregunta?

— Pues sí, la que quieras.

— ¿Hay algo que desees decirme?

Isabella apretó los dientes negando con la cabeza.

— Nada, no tengo nada que decir.

— Vale

— ¿Por?

— Siento la impresión de que si tienes algo que decirme. Solo que el miedo te detiene. Solo quiero que sepas que sea lo que sea, nada cambiaría lo que siento por ti.

— Eso no lo puedes asegurar.

— Ponme a prueba.

— Nunca digas nunca. Quizá termines arrepintiéndote.

Volvió a entrar a la casa creyendo que Alejandro jamás entendería o le tendría lástima al enterarse de su tragedia. Pero lo que ella no sabía era que Alejandro ya lo sabía y sus sentimientos hacia ella en vez de ser menores se fortalecieron aún más. Alejandro miró los ojitos de Daniel y agarrando sus manitas le dijo convencido.

Inefable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora