Capítulo 02.

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La tortura y los pensamientos impuros comenzaron desde el momento en que se vieron por primera vez. Jungkook solía tocarse pensando en su nuevo vecino, deseando tener al hombre sobre su cuerpo y haciendolo suyo; el mayor deseaba algo muy parecido, tener el cuerpo del pelinegro para descargar toda su escencia en él.

Ambos se necesitaban pero ninguno lo mencionaría, era impropio, por tener una diferencia de veinte años de edad, aunque a Jeon no le importaba en lo más mínimo.

La tensión entre ambos se sentía, Taehyung sentía algo extraño todas las mañanas cuando su padre los llevaba a él y Jungkook a clases. Era extraño, más no le tomaba importancia.

Dos semanas siendo vecinos, el pelinegro necesitaba sacarse las ganas de nuevo por segunda vez en la noche. Su madre, la señora Jeon solía dejarlo solo ya que cubría guardias nocturnas en un hospital, así que podía hacer lo que quisiera.

Comenzaba a parecerle aburrido tocarse pensando en aquel hombre, quería algo más real con él, algo que ni siquiera las películas para adultos le daba.

Se sentó en su cama y volvió a vestirse, su ropa para dormir consistía en un short en color negro, ajustado y llegaba a la mitad de sus gruesos muslos; y una camiseta blanca sin mangas, un par de tallas más grande.

Fue al baño para mojarse el rostro con agua fría, necesitaba que su exitación se fuera para lograr dormir un poco. No salía mucho y solo tenía un amigo, Jung Hoseok, quien esa noche de viernes tuvo un evento familiar.

Mientras tanto Namjoon no podía dormir, el menor seguía clavado en su cabeza, deseaba verlo. No, deseaba más que solo verlo, quería tocarlo, besarlo... Dios, ¿porqué pensaba eso sobre un niño de la edad de su hijo? Sentía asco de sí mismo pero su cuerpo reaccionó de otra manera.

Salió de su cama, se aseguró de que Taehyung dormía y se dirigió a la casa de enfrente, las luces de la sala estaban encendidad. ¿Y si la señora Jeon estaba en casa? A pesar de tener cuarenta años seguía siendo pésimo al mentir.

Dió tres golpes en la puerta y metió sus manos en sus bolsillos, el menor abrió la puerta con una sonrisa. Inconscientemente lamió sus labios al ver sus piernas.

¿Tu madre está en casa? -preguntó en el tono más natural posible, acompañado de una sonrisa. La verdad luchaba internamente para controlar sus impulsos.

No, ella está de guardia en el hospital, lo lamento señor Kim pero yo puedo ayudarle si lo desea, ¿que necesita?

Solo una taza de azúcar, si no es mucha molestia.

Si, Namjoon era viejo, esa la peor excusa que se le pudo ocurrir en ese momento. El menor ladeó la cabeza un poco confundido, Kim no tenía ni siquiera una taza en sus manos pero aceptó su respuesta y lo dejó pasar al interior de su hogar. Por alguna razón, el hombre se sentía nervioso y las palmas de sus manos comenzaron a sudar.

Siguió al chico hasta la cocina, se recargó en el marco de la puerta mirando con detenimiento sus acciones. Sus dedos capturaron su labio inferior, jugueteando un poco mientras sus ojos se posaban en el movimiento de caderas que Jeon hacía al caminar.

Jungkook se quejó al no alcanzar una de las tazas, daba pequeños saltos pero no lo lograba. Entonces el mayor vió su oportunidad y no la dejaría pasar.

Déjame ayudarte -le dijo conforme se acercaba.

El calor viajó por el cuerpo más pequeño cuando sintió el miembro ajeno contra su trasero, ¿o era su imaginación haciendole una mala jugada?

Cuarenta y veinte | namkook.Where stories live. Discover now