3. La silueta negra

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Los siguientes tres días los dieciséis elegidos intentaron adaptarse a su nuevo hogar. Fue un poco más complicado de lo que pensaron, ya que había una clara falta de conexión entre la mayoría. Durante las comidas, había veces que reinaban los silencios incómodos o incluso que los malos comentarios de Eli generaban un ambiente bastante tenso. Sin duda, les faltaba mucho trabajar la relación entre todos. Por ahora no eran más que dieciséis rostros desconocidos obligados a convivir para salvar a la humanidad.

Una clara excepción a la regla eran Anne y Gerard, que luego de aquel encuentro "accidental", no perdían el tiempo para pasarla uno junto al otro, generando un pequeño malestar en el pecho de Eva.

Otra excepción eran Nía, la bailarina de tez negra, y Jesús, el primo de Rafa. Había surgido una pequeña chispa entre ellos desde que el segundo día el muchacho la interrumpió accidentalmente en mitad de su coreografía. Ahora compartían algunos momentos juntos, pero claro, todavía era muy pronto para considerarlos amigos.

Y por si hacía falta aclararlo, Samantha y Ana Julieta eran otra excepción, aunque ellas eran la excepción a todas las reglas existentes. Se conocían hace una semana y ya habían forjado una conexión bastante profunda y repleta de confianza, tanto que algunas amistades de muchos años las envidiarían. La chispa entre ellas había sido natural y espontánea, a pesar de ser completamente diferentes. Ana Julieta era la tranquilidad y Samantha lo extrovertido. Tal vez por eso se complementaban tan bien.

El miércoles por la mañana el pequeño periodo de adaptación había terminado, las doctoras Monzón y Adalia les habían citado a todos en el sofá luego del desayuno para dejarles el horario de todo el día. Les explicaron brevemente que cada uno tendría su primera consulta con el doctor correspondiente y que hasta el día siguiente no comenzarían a rotar por el resto de las especialidades. También les advirtieron que la relación con los médicos tenía que ser completamente profesional, no se permitía hacer preguntas sobre la vida privada ni relacionarse de forma extracurricular.

—Bien, ¿alguna pregunta? —finalizó la doctora Adalia.

—¿Qué hacemos si...? —Nick, "el niño huérfano", como le llamaba Eli, habló. Se rascó la nuca, nervioso y tragó saliva—. ¿Le tenemos miedo a las agujas?

Como era de esperarse, Eli soltó una risa burlona y se ganó una mirada desaprobatoria de la mayoría.

—Pues que Rafa te enseñe, te aseguro que él no le tiene miedo a las inyecciones —Eli se relamió los labios de manera victoriosa y Rafa bajó la mirada apenado.

Los únicos que entendieron a qué se refería la de rastas, fueron Hugo y Ana Julieta, que habían estado en el helicóptero con ellos y sabían de los problemas de Rafa con las drogas. El resto se encargó de mirar a Rafa y Eli de forma interrogante.

Ante lo dicho, Ana Julieta tomó una bocanada de aire para tranquilizarse y cerró el puño con rabia. Con el pasar de los días, todo lo que hacía Eli le molestaba aún más, partiendo por el golpe que ahora era un morado en su mejilla.

La camarera estaba a punto de responderle a Eli de una forma bastante agresiva para que dejara en paz a Rafa, pero Samantha a su lado pudo notar el arrebato e intentó tranquilizarla tomando su mano y entrelazándola con la suya. Ana Julieta se giró para mirar a los ojos azules de la reportera y le dedicó una sonrisa de agradecimiento. Ambas habían aprendido a no meterse más con aquella mujer de rastas.

—Le puedes informar eso a tu médico y estará más que encantado de encontrar otras alternativas, Nick. No te preocupes —respondió Adalia.

El muchacho sólo asintió en forma de agradecimiento.

infectIVO | OT2020Where stories live. Discover now